Desde la cuna, Isaac siente la adrenalina del bicicrós
Zigzagea por las calles de Caldas buscando clientes para hacer sus acostumbradas acarreos, pero en la mente de Édison Granada siempre están sus hijos Johanna, de 25 años, e Isaac, de nueve. Precisamente, este último es el que lo motivó a hacerse de un auto amarillo y rondar con la ilusión de colaborarle con su bicicrós.
Es que Isaac nació con la adrenalina en sus venas. Desde pequeño, antes de aprender a caminar, ya saltaba por toda la cama y hacía piruetas, según relata con jocosidad su papá. “El día de la primera bicicleta, cuando tenía tres años, el niño ya le quería quitar las ruedas y hasta cogió una llave para intentar arrancarlas”.
Con sus primeros andadas comprendió qué era caerse, llorar, levantarse, volver a caerse y continuar en ese círculo vicioso. Édison le veía mucho talento y aptitudes para librar obstáculos como sacos de arena, bajar escaleras de puentes peatonales o hacer carreras con sus amigos. “Lo llevé a la pista de Belén (Antonio Roldán) y ahí comenzó a desarrollar su talento”.
A partir de los siete años, Isaac inició una colección que hoy va en 90 trofeos, entre los logrados en torneos interclubes, Copa Alcaldía de Caldas, departamentales y nacionales. Todo en dos años. Eso hizo que sus entrenadores lo ascendieran a la categoría de 9 años expertos.
Sin embargo, los recursos económicos no le permitieron viajar a todos los certámenes a los que clasificaba: Mundial, Panamericano y latinos. Entre la familia juntaban todo lo posible para suplir los gastos, pero muchos eran demasiado costosos. Él nunca se desanimó y siguió dándolo todo en las pruebas en las que participaba, mientras las labores educativas también pujaban por su parte. “Estudiar me pone feliz porque me va a llevar a ser un profesional y saber muchas cosas, pero el BMX es el poder sentir la adrenalina”.
La oportunidad dorada para que Isaac demuestre ese potencial se presentará la próxima semana, en el Mundial de supercrós de Medellín. Cuando arrancó la clasificación al evento, era el número 58, pero en un año logró ascender hasta el cuarto puesto de su categoría y hacerse a un lugar en la competencia. “Tiene determinación y lucha por lo que se propone”, expresa su hermana Johanna.
Por eso, el taxi de Édison rodará toda la semana del 22 al 29 con su hijo, con el uniforme puesto, la bicicleta pulida y con la mentalidad de llegar a las máximas categorías del BMX. “Ese es muy berraco, yo lo veo metido en la final y hasta ganando”, reflexiona el orgulloso y optimista padre.