Agatha trae su clóset
Estaba fatal de tiempo, dijo. Tenía líos, traía la carga de una semana pesada y un día espantoso por delante. Respondió la entrevista la mañana siguiente de una fiesta en su tienda de Nueva York.
Agatha Ruiz de la Prada está en la ciudad. Abre mañana la muestra Arte y/o Moda, en la que expondrá 65 vestidos escultóricos, a manera de retrospectiva. Una entrevista que comenzó en el tema de la moda y terminó con su molestia por las constantes fotos y autógrafos que le piden a donde llega.
¿De qué va la exposición en el Museo de Antioquia, ya la vimos en la Pasarela Orbitel y en la plaza de toros?
“Hombre, para mi es mucho más importante esto, porque yo hago al año 15 o 20 colecciones de ropa, pero en una retrospectiva como la que va al Museo tu puedes enseñar el trabajo, en mi caso, de los últimos 27 años. Así la gente tiene una idea completa.
Algo así tiene coherencia. Enseñar una retrospectiva es genial, porque se puede ver cuál ha sido el hilo conductor de tu trabajo. Pueden notar si siempre has usado el color o si siempre has usado corazones y de qué forma lo has hecho. Es más bonito e importante verlo así. Siento una auténtica devoción por los museos, intento ver el máximo de exposiciones que puedo.
Siempre será más emocionante entrar en el Museo de Antioquia, que está bomba, a estar en la Pasarela Orbitel”.
¿Cómo llegar a mostrar su trabajo en esta exposición de 65 trajes escultóricos?
“Yo la mostré por primera vez en el año 98. Había expuesto en museos y galerías desde el principio. Siempre me he encontrado más a gusto en el mundo del arte, que en el mundo de la moda.
En el 98 nos ofrecieron hacer una exposición en un museo de Valencia y empezamos a montar esta historia. Desde entonces he hecho 15 o 16, todas ellas diferentes. Vamos, la primera es la que cuesta más trabajo… Ahora guardamos piezas en los archivos y demás, pensando en la retrospectiva”.
¿Al hacer la curaduría para la muestra hubo algo que la sorprendiera? ¿Una pieza, silueta o manejo de material?
“No, a mi no me puede sorprender nada que yo haya hecho. No hay nada mío que se me haya podido olvidar”.
¿Esta muestra es una manera de quitarle a la gente la idea de que la moda es banal y que puede ser expresión artística?
“Depende de cómo sea el nivel cultural de la gente, de cómo se acerca al mundo. Si no ha leído un libro y no sabe nada, pues no verá el arte”.
¿Dijo que siente devoción por los museos, cuáles son esos a los que usted vuelve una y otra vez?
“Depende. Pues si estoy en Nueva York, pues voy a los de Nueva York; si estoy en Madrid voy a los de Madrid. Todo es inherente al lugar donde me encuentre”.
¿Y cuándo está en Madrid cuál prefiere?
“Desgraciadamente, como suele pasar cuando estás en casa, donde menos ves es en Madrid. Si voy a París o Nueva York, digo, cómo no voy a ver los museos”.
¿Hay algún artista u obra que le apasione?
“Picasso es fascinante”.
Y una obra suya en particular...
“No entiendo la manía que tienen los periodistas de decir ‘en particular’. O de decir ¿qué libro te gusta? Es que si lees todos los días de tu vida, un día te gustará uno y al siguiente otro. Lo importante es abrir no cerrar. Tener la oportunidad de que te guste no una sola cosa, sino infinitas. No que te agrade En busca del tiempo perdido, por ejemplo. Lo importante es que te gusta leer”.
¿Se imagina las reacciones de la gente al mostrar su trabajo en el Museo? El año pasado me llamó la atención la admiración de las jóvenes colegialas hacia usted. Hacían fila para verla y pedirle una foto o un autógrafo...
“Sí. Pero a mi en cambio me parecen las personas más pesadas del mundo. La gente ya ni te habla ni nada, te pide un autógrafo y una foto”.
¿Le parece pesado que lo hagan? ¿No le atrae que las jóvenes se interesen por su trabajo?
“No te lo puedes imaginar. Es horrible, horrible. No se acercan a ti como ser humano. Y si esto fuera un solo día en Antioquia, pero es todos los días, a donde vayas… Yo he conocido gente famosísima, importante, primeros ministros, Premios Nobel, han venido a cenar a mi casa y nunca les he pedido ni un autógrafo ni una foto”.
¿Usted tiene la facilidad de conocerlos. La gente le expresa así su admiración?
“Es un error. Entonces tendrías que quedarte en un cuarto encerrado. Es mala educación. El 90 por ciento de la gente no quiere para nada esa foto, ni esa firma. Es solamente dar la lata y molestar.
Zinedine Zidane me decía: no puedo salir de mi casa, no puedo ir a un restaurante, no puedo tomar una copa… Hace poco viajé con él en su avión particular. Me da igual. Lo conozco y punto. De repente se vive esta obsesión de la gente por otros y eso no es normal. Es una señal de mala educación. No de respeto y admiración”.
¿Y ese tipo de peticiones no vienen con el reconocimiento de figuras como usted?
“No. Mañana veo a Fernando Botero y ni le doy la lata ni le pido un autógrafo ni nada. Me encanta su trabajo, me interesa él, me encantaría ser su amiga, pero si no lo soy, no le doy la lata. No es divertido que te hagan eso”.
¿Vuelvo al tema: no es interesante que gente joven se interese por su trabajo?
“Es que no es por mi. La gente se interesa por el trabajo de cualquiera que sale en televisión”.
Espero sea diferente en Medellín, que encuentre gente educada y pueda disfrutar la ciudad...
“Es una cuestión de educación”.