De Bolombolo vienen los que darán sombra
ENTRE 20 Y 30 metros de altura podrán alcanzar los árboles que se sembraron ayer en las afueras del Jardín Botánico de Medellín. Llegaron desde este corregimiento y son de especies amenazadas.
Seis manos sostenían una temblorosa ceiba verde de más de cuatro metros de alto y unos 100 kilos de peso. Sus raíces, contenidas en un costal, debían encajar de forma perfecta en el hoyo que las aguardaba en tierra. Y lo hicieron.
La ceiba, de tronco aún delgado, reposó en su nuevo hogar y, de una vez, recibió los mimos de tres jardineros que acomodaron el terreno abonado. Un equipo había preparado la zona desde el martes y ayer a las 8 de la mañana comenzaron las labores de siembra en las afueras del Jardín Botánico de Medellín.
A los jardineros expertos los esperaban ayer 25 árboles de especies nativas e, incluso, algunas en vía de extinción, que llegaron desde Bolombolo en un viaje lento y cuidadoso para evitar que se estresaran. En ese corregimiento de Venecia hay un lote en el que les brindan unas condiciones aptas para crecer saludables, cuenta Juan David Fernández, curador de colecciones vivas.
Ocho ejemplares se sumaron a una familia de 176 que ya dan sombra muy cerca de la estación Universidad del metro. Los restantes los ubicaron dentro del Jardín.
La idea, agrega el ingeniero, es conservar especies amenazadas y, al traerlas ya jóvenes, ganar tiempo y asegurar su supervivencia. "En Carabobo teníamos lugares muy despoblados. Es un espacio muy visitado y ya estará más agradable y con buena sombra".
Los cuidados
Álvaro Ramírez, Luis Vega y Jaime Valderrama verificaron las medidas para que lo que llaman el "cuello del árbol", justo donde empieza el tronco, no quedara enterrado. Es clave para que se eleve sano.
También prepararon unos gránulos que les ayudarán a regular la humedad. En unos días, les echarán una mezcla para fortalecer las raíces y un abono más que hace las veces de "desestresante". Además, "hay que hablarles y echarles piropos", afirma Álvaro. Lo importante, le complementa Oswaldo Londoño, es "el amor que uno les transmita".
Los ocho árboles podrán alcanzar entre 20 y 30 metros de altura, en 10 o 15 años. "Los sembramos en sitios que no tengan restricciones espaciales, redes eléctricas o construcciones civiles al lado, que impidan su acondicionamiento", explica Juan David Fernández.
Cerca de sus tallos, les acomodaron un tutor o palo de madera para sostenerlos de los vientos y protegerlos de los curiosos que los tocan sin tener cuidado.
Como si fuera poco, después de los nutrientes, del agua y de hablarles, los jardineros pasaron sus pies y manos por la tierra para que no quedaran cámaras de aire. Puro cariño para los recién llegados.
Nísperos, ceibas verdes, congo de agua, caimitos, balas de cañón, trompillos... Algunos exhibirán coloridas flores, frutos sabrosos o ramas frondosas. Jardineros e ingenieros se emocionaron al verlos ya como parte del paisaje.
"Lo importante es que crezcas bien", le susurró Álvaro a la ceiba verde, en medio de las risas de entusiasmo.