Del mito al hombre en 23 historias de despedida
ADIÓS A LOS próceres, de Pablo Montoya, les da una mirada sarcástica a ciertos héroes de la Independencia, a algunos de los conocidos y a otros que no clasificaron ni en billetes ni monedas.
Una celebración en contravía. La definición la da Pablo Montoya para hablar de su libro, Adiós a los héroes , un texto que le da una mirada a 23 personajes del proceso de Independencia y la llamada Patria Boba.
Esta obra le da una mirada y un discurso diferente al solemne discurso de los héroes. Sobre eso y la relación entre literatura e historia hablará mañana, en un conversatorio con Esteban Carlos Mejía, a las 7:00 p.m., en el Jardín Botánico, en la Fiesta del Libro que ya casi empieza.
Es, también, una reflexión sobre los enfrentamientos bélicos y una crítica a la manera como se ha desarrollado la historia colombiana, "en un ambiente de guerra que no hemos podido resolver", dice.
¿De dónde nace la idea de Adiós a los próceres?
"En 2009 estaba escribiendo una novela sobre Francisco José de Caldas y se me empezaron a presentar una serie de historias que quería contar en tono paródico, burlesco y crítico sobre los próceres de la Independencia, en especial sobre los compañeros de Caldas. De ahí vienen estos 23 relatos, biografías, atravesadas por este tono sarcástico".
No es tanto desmitificar el mito como humanizarlo...
"Creo que las dos cosas van cogidas de la mano, pero me he dado cuenta, por la apreciación de ciertos lectores, que lo que se deduce de la lectura es la humanización de estos, que siempre han estado valorados desde una historia muy oficial.
A los próceres se les perdonan sus equivocaciones y se mira lo que se hizo por el amor a la patria y se olvidan las vacilaciones, sus equívocos, sus momentos llenos de tragicomedia.
Entonces sí, hay una humanización. Con Policarpa, por ejemplo, se le hace desde su lado erótico, lo mismo que con Manuelita".
Pero también son textos que se aproximan a los personajes. Algunos de ellos son verdaderos nobles desconocidos.
"Exactamente. Ahí está Pedro Groot, quien participó en la firma del Acta de Independencia; o Pedro Fermín de Vargas, uno de los más inquietos a nivel intelectual; Antonio Arboleda... sí, hay unos que son muy desconocidos".
¿Cómo fue, entonces, la selección?
"El libro le hace un guiño a otro libro: Vidas imaginarias , de Marcel Schwob, que está conformada por 23 historias y quise someterme al formato de los 23 personajes.
Dejé los más emblemáticos y que presentaban diferentes facetas. Está José Fernández Madrid, que está dedicado al poeta en la época de la Independencia; está Nariño, que lo abordo en su faceta como traductor; quise trabajar el asunto de la música de los próceres y me encontré que Custodio García Rovira era el más melómano.
La idea era buscar la faceta particular que cada prócer me mostraba y darle un aspecto polifacético al libro. Por eso también hay tres mujeres: Policarpa, Antonia Santos y Manuelita Sáenz".
¿Falta la mirada crítica sobre el proceso de independencia?
"Yo sí creo. Estuve trabajando en un libro sobre la novela histórica en Colombia, encomendado por la U. de A, en especial en la de los últimos 20 años, y lo que encontré fueron textos muy solemnes, muy 'patrióticos'. Solo un par eran verdaderamente críticos.
Creo que esa mirada crítica es para, desde este presente, mirar las fuentes del desorden que hay ahora y encontrarlo muy claramente expresado en las jornadas de la Independencia".
Es entender el hoy desde el ayer...
"Sí, pero hay que aclarar que el libro es de literatura, no de historia, aunque los datos históricos que hay ahí son sacados de fuentes históricas.
Son reales, entonces, las farras de Nariño y el dinero que robó a la corona española. Y es verdad que las fortalezas de Francisco José de Caldas, tan engrandecidas con el tiempo, nunca fueron utilizadas.
Ahora, hay otros elementos inventivos, como sus reflexiones y pensamientos".