Dos metros de Bayer
Era un hombracho de dos metros que se creyó capaz de derribar por parejo a todos los monstruos de su patria, su amor secreto. Fue médico de la de Antioquia, posgraduado en Harvard, escritor, secretario de Salud de Manizales, investigador científico, denunciante de los laboratorios farmacéuticos, comandante guerrillero en 1962, prisionero en La Modelo de Bogotá, traductor exiliado en París donde murió hace 25 años.
En su infancia y adolescencia padeció una educación católica represiva, que lo indujo a la conclusión de que el origen de la violencia colombiana es episcopal. Durante su ejercicio profesional tuvo la oportunidad de vender su alma a la corrupción imperante en las clases altas, pero su constitución neuronal se lo impidió.
Habiendo agrupado a 150 guerrilleros campesinos liberales del Vichada, que guardaron sus armas en las entregas de los años cincuenta, fue cercado y capturado por el Batallón Colombia recién ensangrentado en Corea. Su trance como combatiente le hizo descubrir el carácter dogmático e igualmente eclesiástico del estalinismo.
Tulio Bayer se malquistó entonces con los comunistas criollos, con los burócratas de la revolución cubana, con los bolcheviques soviéticos y los fanáticos chinos. Se quedó "solo contra todos", como reza el título de su biografía, publicada a fines del año pasado por el escritor y periodista antioqueño Carlos Bueno Osorio.
Los críticos literarios, tan ansiosos por la clasificación de los géneros, dirán que no es biografía ni novela, como se anuncia en la carátula, ni ensayo. Hallarán en el texto, publicado con elegancia por el Instituto Tecnológico Metropolitano, una estructura que sigue el rastro de los cuatro libros escritos por el propio Bayer, muy dado en ellos a la autobiografía.
Los lectores de "Tulio Bayer, solo contra todos" reprenderán tal vez los largos párrafos citados entre comillas, no solo de Bayer sino de analistas coetáneos. Pero agradecerán la revelación de cartas personales que este rebelde médico polifacético dirigió al propio Carlos Bueno desde París, en las que fulgura como un lince político al presagiar que la "nueva clase surgida del tráfico de marihuana y cocaína pueda ser la base de la nacionalidad colombiana auténtica".