Histórico

EL VOTO PARA LOS MILITARES

14 de marzo de 2014

En este tiempo de elecciones se ha resucitado la cuestión del voto militar, suprimido desde 1932 para asegurar la imparcialidad de la fuerza pública, cuestionada en los debates electorales. En verdad es más convincente un centinela con su arma al brazo como garantía de la pureza del sufragio, que un testigo o funcionario civil, sospechoso de parcialidad partidista. Lo delicado en este caso es que la Asociación de militares en retiro por boca de su distinguido presidente se haya pronunciado en público sobre el tema, resucitado por algunos políticos y medios informativos, en momentos en que la avidez de captura de votantes ve en los militares miles de potenciales electores.

Basta traer a cuento las corruptelas que afectan el poder electoral: compra desvergonzada de votos, carteles y hasta pasacalles contrarias a la Ley electoral, falsificación de cédulas, traslados masivos de votantes, muertos registrados para votar, en fin, todo lo que el derrumbe de principios éticos y morales alimenta la corrupción rampante que invade nuestra sociedad como gangrena gaseosa.

Sé que la intención de los militares de la Reserva Activa -a la cual pertenezco- es sana. Participación en la justa que les permitirá elegir a quienes han de mandarlos. Pero en lo que creo que no se medita a fondo es que con ello se puede quebrar la columna vertebral de la disciplina. En efecto, el interés personal puede inclinar al votante a elegir para ganar simpatías de posible utilidad futura.

Pienso que lo más trascendental y preocupante que afecta al Ejército y con este a las fuerzas armadas es el rápido y preocupante descenso de la imagen que tuvo ante la ciudadanía. La palpé en persona durante el desfile del 20 de julio del 2013. Designado por el comandante general de las Fuerzas Militares para comandar la unidad de veteranos que encabezó el desfile, percibí el entusiasmo, el cariño de la ciudadanía al paso del desfile, las ovaciones que recibían soldados y policías al paso marcial de las formaciones. Este sentimiento nacional es el que debemos rescatar concentrando lo mejor de nuestro esfuerzo, en vez de introducir factores perturbadores que han dado pie al interrogante: ¿Tenemos un Ejército corrupto?.