Histórico

En 1807 hubo un desfile de silletas

Silleteros de Santa Elena cargaron flores de su vereda al centro para la inauguración de la Veracruz.

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09 de agosto de 2014

El primer desfile de silleteros realizado en Medellín no sucedió, como se cree habitualmente, a mediados del siglo pasado. Ocurrió en 1807, para una de las inauguraciones del templo de la Veracruz.

Este dato es del inquieto historiador Germán Suárez Escudero y hace parte de un libro suyo titulado Medellín. Estampas y brochazos, del cual ha hecho una edición de muestra y espera una publicación más masiva.

La silleta, cuenta el historiador, fue un medio de transporte muy común y corriente, que acostumbraban primero los indígenas en tiempos precolombinos y después, a la llegada de los españoles, estos aprovecharon para recorrer el territorio.

Dejó de ser exclusivamente indígena y comenzaron a practicarlo también mestizos. En todo caso, "tenían que ser especialistas, puesto que debían cargar en sus espaldas a personas, muchas de ellas viajeros extranjeros, y mercancías", dice Suárez Escudero.

Ese primer desfile fue convocado por el señor José Peinado Ruiz, quien también manejaba el negocio del aguardiente. El templo de la Veracruz, que fue construido por segunda vez a partir del 26 de septiembre de 1791, fue terminado por etapas y cada una de ellas fue inaugurada. En 1803, en 1807 y 1809.

En la segunda, él convocó a floricultores de Santa Elena, indica Suárez Escudero, para que bajaran desde el alto gran cantidad de lirios, rosas y claveles, "que pagó a precios exagerados", y que regó en el suelo del templo.

El más famoso del XIX
Los silleros o silleteros funcionaron hasta muy entrado el siglo XX, cuando entró a operar el Ferrocarril.

Uno de estos extranjeros fue John Potter Hamilton, jefe Comisario de su majestad británica ante la República de Colombia, cuyo informe titulado Viajes por el interior de las provincias de Colombia, 1827, aparece en una publicación del Ministerio de Educación con motivo del bicentenario de la Independencia, bajo el título Viajeros en la Independencia.

El diplomático dice: "Causaba pasmo ver a los cargueros avanzando por los peligrosísimos senderos con tan pesados fardos a la espalda; solo una larga práctica había podido avezar sus cuerpos a trabajo tan rudo y azaroso. Nos dijeron que desde pequeños se les entrena haciéndoles cargar livianos bultos cuyo peso se aumenta gradualmente a medida que avanza en edad".

Ese medio de transporte era el más cómodo que existía en tiempos coloniales.

El historiador Eduardo Santa, en su libro La colonización antioqueña, cuenta que otro célebre viajero fue el barón Alejandro de Humboldt, científico alemán, quien contó: "Como entre la gente de posición desahogada hay pocas personas acostumbradas a andar a pie por semejantes caminos, durante quince días seguidos, suelen hacerse llevar a cuestas por hombres que sostienen una silla sujeta a la espalda; pues en el estado en que está en la actualidad el paso del Quindío, es de todo punto imposible ir en mula".

Difíciles y escarpadas las cordilleras de la región Andina, que debía ser a lomo de hombre se llevara la carga.

Germán Suárez nos brinda otro dato: el silletero más famoso del siglo XIX fue Fernando López. Su nombre quedó registrado en el relato del alemán August Gosselman, Viaje por Colombia, 1825, 1826 y 1827, incluido en el mismo libro del Ministerio. Gosselman narró su viaje de Mompox a Antioquia y de este a Bogotá.

Los silleteros de hoy quedan como testimonio de su fortaleza.