Buscan víctimas de alud en Brasil: ya van 173 muertos
Socorristas extraían cuerpos del lodo y los escombros y buscaban sobrevivientes el jueves luego de que un deslave arrasó con una favela de una ladera de un cerro cerca de Río de Janeiro, sepultando a decenas de residentes.
Las más fuertes precipitaciones registradas en la zona en más de cuatro décadas, que comenzaron el lunes, han provocado cerca de 200 deslaves que arrasaron con casas de favelas situadas en laderas de cerros, acabando con la vida de 173 personas y dejando sin hogar a miles de residentes.
Los equipos de búsqueda extrajeron 10 cadáveres y rescataron a decenas de personas desde los escombros de casas arrasadas por un deslave ocurrido el miércoles en la noche en la ciudad de Niterói, a pocos kilómetros de Río, que sepultó a 50 casas en el barrio Morro de Bumba.
Marlene Pineiro, residente del barrio Morro de Bumba, donde tuvo lugar el deslave, dijo que escuchó un fuerte ruido cuando la tierra comenzó a moverse bajo su casa y alcanzó a saltar por una ventana antes de que se derrumbara completamente.
"Corrimos y todo comenzó a caer (...) la cocina, el cuarto de mi hermano, la sala de estar", afirmó.
"Pero en el otro cuarto paró, así es que cuando eso sucedió abrimos la venta (...) saltamos hacia los árboles y corrimos lejos", agregó.
El deslave arrasó con todo indicio de las casas, iglesias y tiendas en su paso, dejando escombros y una franja de tierra negra en medio de la selva tropical.
La tierra estaba apilada hasta alcanzar la altura de un edificio de dos pisos en la base de la ladera. La favela había sido previamente un vertedero, lo que hizo que el barrio fuera más vulnerable a un deslave.
Socorristas dijeron que había pocas posibilidades de encontrar más sobrevivientes debido a la falta de bolsones de aire en el barro.
"Esto ha sido un caos total durante los últimos tres días, nunca he visto nada como esto", indicó el piloto de helicóptero Marcos Goncalves Maia.
Varios medios locales dijeron que 200 personas se encontraban sepultadas en ese lugar como consecuencia del deslave, algunas de ellas citando a la agencia de Defensa Civil de Río de Janeiro.
El vicegobernador del estado de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezao, declaró que alrededor de 200 personas vivían en Morro de Bumba, pero que no había forma de saber cuántos más había ahí cuando ocurrió el deslave.
Funcionarios de la Defensa Civil contactados por Reuters también dijeron que no podían confirmar la información.
"No sé qué hacer, quiero ayudar pero no sé ni dónde comenzar. Mis primos están encerrados ahí, la agonía es enorme", dijo Gisele Pimenta, un residente de Morro de Bumba de 30 años, en entrevista con la red Globo de noticias.
Ayuda federal
El Gobierno federal de Brasil anunció este jueves un fondo de emergencia de 200 millones de reales (113 millones de dólares) para ayudar al estado de Río de Janeiro a lidiar con el desastre, que paralizó a la ciudad el lunes y el martes debido a la inundación de sus viaductos.
Autoridades afirman que al menos 10.000 casas aún están en riesgo de derrumbe y el Gobierno federal envió a más fuerzas de seguridad para ayudar en las operaciones de rescate.
El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, dijo que la ciudad priorizaría el hallazgo de aquellos atrapados bajo el barro y los escombros, informó la red brasileña Globo, incluso si eso significa tener que desviar recursos de la reparación de caminos y mejorar el tránsito en la ciudad.
"Ahora la prioridad para todos nosotros son las vidas humanas, entre abrir caminos y salvar vidas, mejor salvemos vidas", dijo, según informó Globo.
Niterói hasta ahora ha sido el área más afectada, con al menos 97 muertos, afirmó el Cuerpo de Bomberos, mientras que en Río de Janeiro informaron de 52 fallecidos.
El alcalde Paes llamó a los residentes a quedarse en sus casas por tercer día consecutivo o al menos evitar desplazarse al centro de la ciudad, debido a que los pronósticos
meteorológicos anticipan que las lluvias continuarán hasta el fin de semana.
El jueves el tránsito fluía normalmente en la mayor parte de la ciudad, a diferencia de lo que ocurría dos días antes, cuando las lluvias convirtieron a los viaductos en lagos, dejaron a los conductores varados en sus vehículos y obligaron a otros a caminar kilómetros hasta sus casas por calles empapadas.