En Brasil también se impone la ley del rebusque
Además de la pasión que despierta y los millones de ganancias que le producen a la Fifa, los hoteleros, transportadores y patrocinadores, el Mundial también es una fuente de ingresos para los pequeños comerciantes.
Sin campañas publicitarias, pero con precios cómodos, locales coloridos y mercancía variada muchos negociantes tratan de cautivar a los 600.000 turistas que pasan por las doce sedes del Mundial dejando huella y generándole dividendos a los residentes en Brasil.
“No queremos que nadie se vaya sin un detalle de este país que a todos nos brinda oportunidades y aprovecha la Copa Mundo para ofrecer otras alternativas” fue el mensaje sincero de Len Sen, un chino hincha del Atlético Mineiro y propietario de un local de variedades en Belo Horizonte.
Aprovechando la fiebre mundialista, Len Sen surtió su negocio con gorros, bufandas, camisetas, trompetas, llaveros, aretes, balones, fulecos y camisetas.
Y como “nuestra misión es vender bastante”, puso precios entre los 2 y 25 reales (por un dólar hay que dar dos reales) para atraer los clientes hasta el 13 de julio.
Con menor oferta, pero mejores precios, Ridamar surtió su caseta en la estación del metro paulista Arena Corinthians con camisetas, vasos, llaveros, banderas y estuches de celulares.
Según él lo que más compran los torcedores son “los lapiceros de 5 reales, las camisetas de 25 y los emblemas para sus móviles con los colores de Brasil”.
El idioma es lo de menos
¿Y cómo hacen con el idioma? Fue la pregunta para Janete Dos Santos y aseguró que “nos entendemos con la lengua del fútbol, porque todos giramos en torno al balón que tiene de fiesta a nuestro país y nos puso a la expectativa a nosotros”.
Ella fue de las que más trompetas, entre los seis y doce dólares vendió previo al partido entre la Selección y Costa de Marfil en el estadio Mané Garrincha de Brasilia.
A diferencia de Colombia, donde los alrededores de los estadios se convierten en una plaza de mercado, el caché que significa un Mundial y el operativo de seguridad que le montan hace que los vendedores informales estén lejos de los escenarios, aunque en las vías que conducen a ellos.
Gracias a esto el chileno Víctor Turra y el argentino Alejandro González se asociaron para dotarse de acuarelas con el fin de ofrecer, por cinco reales, la pintada de las banderas de los países participantes en el Mundial.
“La pasión es tal que muchos se dibujan en los dos lados del rostro, pero los más alegres son los suramericanos, quienes valoran mucho nuestro trabajo”, resaltó Turra.
Para todos los gustos
La cercanía con Brasil generó la llegada masiva de turistas de la región, pero los que más compran, lo admitió Alex Gomes son los “argentinos, chilenos y colombiano, pero souvenires favorables y pidiendo siempre rebaja”.
Consciente del gusto de sus clientes ocasionales, se surtió de balones auriverdes, réplicas de la pelota oficial de Adidas, camisetas con la figura el número 10 y el nombre de Neymar con los que atrajo muchos clientes en el quiosco ubicado cerca al Obelisco de Belo Horizonte, donde los que más compraron fueron los cafeteros por la emoción de la goleada sobre Grecia.
“Hay que llevarle algún detalle a los amigos y comprarse algo especial para chicanear con nuestra visita a Brasil, donde la actuación de nuestra Selección será inolvidable”, resaltó el bogotano Germán Portilla mientras se medía la camiseta del número 10 de la verde amarela.
Todavía no es tiempo de balance, porque el Mundial penas lleva lleva 10 de los 30 día programados, pero Laudiano Oliveira admitió que gracias al campeonato y pese a las protestas de los primeros días, el “comercio se ha movido” y les aliviará, con ganancias que no bajan de los 1.000 dólares diarios gracias a que están aprovechando la pasión del torcedor internacional para vender en un mes la mercancía que “normalmente nos demoramos medio año en comercializar”.