Histórico

Ilusiones que también nadan

SARA VALENTINA ARIZA es la única nadadora del club Dibranquios que compite en el Festival nacional infantil de natación de carreras. Las competencias se extenderán hasta el domingo en la piscina olímpica César Zapata.

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25 de noviembre de 2010

Por el carril uno le entregaba al agua sus esperanzadoras y únicas brazadas de ilusión.

Sara Valentina era una de las más solitarias en esa piscina olímpica César Zapata, en la que también se forjaron varios de los mejores de la natación nacional a su misma edad.

La mamá, que es rectora de un colegio en Fusagasugá, y el técnico Mauricio Moreno eran la única compañía de la niña de 12 años que tiene la natación entre ceja y ceja.

Sara Valentina Ariza es la única representante del club Dibranquios en el Festival nacional de natación infantil que se presagia movido, con la intervención de 548 deportistas de 19 ligas del país.

Ella, que viene de una tierra que ha sido rica en procrear ciclistas, responde al perfil de las ambiciones de una deportista en formación.

No son muchas las experiencias, pero sus logros en el estilo pecho la pusieron en el sendero acertado, ese que conduce irremediablemente al éxito.

"Lo único que le falta es que tenga mayor dedicación".

El técnico Moreno dice que es de lo poco que tiene por pedirle a la niña que vino a Medellín para mejorar sus tiempos de 42 segundos (50 metros pecho) y 1.33 (100 metros pecho).

Esa fue para la cundinamarquesa la antesala del certamen de menores que se hace cada vez más creciente en el número de participantes, quienes en esta ocasión llegaron con 79 clubes.

Sara vino como parte de la cuota del altiplano y de una nueva generación que se enfrenta al poco entendimiento de unos amigos y compañeros que le preguntan por qué tiene que entrenar tanto y no puede salir a la calle cuando quiera. "Qué aburrida eres", le reprochan a la sardina que entrena hasta tres veces al día, porque su meta primaria está instalada en la natación competitiva, esa que abrazó desde que tenía cinco años y que espera concretar en poco tiempo. Sin concesiones.

Sus motivaciones son muchas, con objetivos como son los del estudio en el colegio de su mamá -Campestre Superior Andino- y en el deporte, ese que le permitió ir este año a la Copa Marcelo Salado, en La Habana, Cuba, donde se enteró del alto nivel de los colegas de México.

Ahí va Sara Valentina con su natación, la disciplina, unas ganas bárbaras y las brazadas repletas de esperanzas e ilusión.