La semántica de Rodrigo Rivera
No sé por qué, desde siempre, tengo la sensación de que el hoy ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, también ex congresista y ex precandidato liberal, es amigo, muy amigo, de emplear un lenguaje edulcorado y vano.
Edulcorado quiere decir, en dos de sus acepciones, que pretende "mitigar los aspectos más hirientes o desagradables de un asunto" y que se quiere "embellecer o mejorar falsamente algo".
Para la muestra un botón: ayer propuso que no se use más la expresión "falsos positivos" y muy conocedor él del derecho internacional humanitario solicitó que se hable de "homicidio en persona protegida". Además, planteó que no se hable de "fosas comunes" sino de "cementerios legales con NN".
Podríamos esperar de pronto que no se hable de "bandas y combos delincuenciales" en la comuna 13 sino de "grupos de jóvenes con visos de ilegalidad". Algo así de refinadito como quiere aparecer él y como desea hacer ver la violencia del país, muy él. Muy verserito, él.
Lo más curioso es que agregó que su interés es que "llamemos las cosas por su nombre" (¡!). Doctor Rivera, nada más propio del lenguaje militar que hablar de "positivos". Ministro, los integrantes de las Fuerzas Armadas que usted dirige acostumbran llamar "positivo" a los logros, a los resultados de sus operaciones: se desactivó un carrobomba. Positivo. Se decomisó una tonelada de cocaína. Positivo. Se incautaron 500 fusiles. Positivo. Se dio de baja a 20 guerrilleros. Positivo. Y así, Ministro...
Eso quiere decir que las ejecuciones de civiles por parte de algunos integrantes de la milicia oficial, según se desprende de las investigaciones de la Fiscalía en los casos de Soacha y otros del Oriente de Antioquia, por ejemplo, son "positivos", pero falsos. Falsos porque se les reportó, a esos civiles, como guerrilleros dados de baja en combate. Positivos, pero falsos, Ministro. Como dirían los gringos: "¿you get it, mister Rivera?". ¿O le conseguimos la plastilina?
La agencia de noticias EFE le agregó a las declaraciones del Mindefensa que esas ejecuciones extraoficiales pueden ascender a 2.400.
Este es el punto, Ministro, en el que usted debería procurar que se llame a las cosas por su nombre y que se le diga la verdad al país. Es decir, como al comienzo, en vez de edulcorar con lenguajes técnicos procure facilitar que haya verdad y justicia, a partir de esclarecer la realidad de los hechos. Eso es lo que importa, realmente que, llamándolos usted como los quiera llamar, esos crímenes de algunos agentes del Estado se juzguen y se condenen.
Si Usted cumple esa tarea y si nuestras Fuerzas Armadas asumen esa responsabilidad, entonces le agradeceremos un cambio en la dirección que todos queremos: que nuestros militares sean los primeros en observar el respeto de los derechos humanos y el cumplimiento del derecho internacional humanitario. Como sabemos que lo quiere la mayoría de los oficiales y de la tropa.
Pero, para eso, empiece Usted por ocuparse del fondo y no de la forma. No nos proponga semánticas distractoras. Y no quiera adornar lo que huele tan mal.