Las de comida, bolsas que no pueden caer
Es miércoles. La tarde avanza. No llueve, pero las calles están mojadas porque hace pocos minutos escampó. Más de treinta personas se agolpan junto a la entrada de la sede de Acción Social de la parroquia de San Nicolás de Tolentino, en Aranjuez.
Esperan con paciencia, conversando y haciendo bromas, a que las señoras voluntarias abran la puerta y les entreguen los mercados que les ha enviado el Banco Arquidiocesano de Alimentos.
Minutos antes vieron la camioneta Luv con carrocería de estaca y carpada en la que llegaron más de 230 kilos de frutas y legumbres. Han estado merodeando por ahí, pues antes habían ido a entregarles a las mujeres las bolsas en que llevarán los frutos.
Adentro, las voluntarias están aplicadas en llenar esos talegos, cada uno de éstos con el nombre de su dueño marcado con bolígrafo sobre un papel y pegado con grapas de cosedora (Ligia Agudelo, Inmaculada Soto...). Las voluntarias de Acción Social reparten los productos de manera salomónica, si por esto se entiende que van echando las mismas seis naranjas a cada talego, una porción igual de piña, una papaya, un paquete de raíces chinas... y así, todo por iguales partes. Por la mañana, hicieron lo mismo con los abarrotes y algunos artículos de aseo personal y para el hogar.
Al fin, Luz Ángela Ciro, de la parroquia, abre la puerta y hace pasar a las primeras tres personas. Tres ancianas que, antes de tomar su fardo, se acercan a las mesas de la parva. Las tres coinciden en pedir pan garrote -así llaman al pan francés, seguramente por su forma alargada y su dureza como de palo-, pero se diferencian en que mientras una pide una bolsa de recortes de parva, otra solicita una de galletas negras, y la tercera, una de torta.
Los vegetales, 2000 pesos; el pan garrote, 500 pesos; la bolsa de parva o galletas negras, otros 200 pesos... ah, y los abarrotes de la mañana, 2.000 pesos más. Cada una de estas familias hace mercado por menos de 5.000 pesos. Bueno, ya es cuestión de cada cual hacerlo rendir quince días.
Y todo, porque el Banco Arquidiocesano de Alimentos recoge donaciones de supermercados y fábricas de víveres permanentemente, con el fin de abastecer de manera sostenible a muchas familias, a través de organizaciones parroquiales.
Actualmente apoya constantemente a 101 instituciones y, por medio de éstas, a 9.077 personas. Y de manera esporádica, a 37 organizaciones. Tiene otras 105 agrupaciones en lista de espera.
Daniel Londoño y Adriana Sepúlveda, del Banco Arquidiocesano de Alimentos, lamentan que cada vez se reducen las donaciones porque la eficiencia de las empresas hace que cada día les sobre menos.