Mandela, un símbolo de libertad
Con cantos que decían "Viva, Nelson Mandela, Viva", miles de sudafricanos celebraron este jueves los 20 años desde que el icono anti-apartheid caminó hacia la libertad después de 27 años como prisionero político.
Convertido en un hombre frágil de 91 años, Mandela no acudió a las celebraciones en la prisión de Drakenstein cerca de Ciudad del Cabo, aunque una enorme estatua de bronce que le representa saliendo de la cárcel con el puño en alto sobresale entre la multitud de la misma manera que se destaca su imagen en la sociedad política y sudafricana hasta la actualidad.
Entre la multitud de seguidores que ondeaba las banderas negras, verdes y doradas del Congreso Nacional Africano (CNA) de Mandela, en su mayoría negros, estaban los compañeros de "lucha" presentes en aquel trascendental domingo de hace dos décadas.
"Todo fue un poco caótico y debo decirles que no estábamos preparados", indicó el millonario empresario Cyril Ramaphosa,entonces responsable de un sindicato minero y del CNA, al recordar las escenas caóticas que siguieron a la liberación de Mandela.
Legalizado sólo nueve días antes, a los líderes del CNA se les dio el aviso de la liberación con sólo 24 horas de antelación. Cuatro años después, Mandela se convirtió en el primer presidente negro de un país dominado por una minoría blanca durante 300 años.
Ramaphosa y sus socios tuvieron que volar a Ciudad del Cabo en un avión fletado especialmente, mientras que la seguridad en los exteriores del corazón de la tierra de los vinos de Sudáfrica estaba organizada por un sacerdote católico que no sabía "nada sobre pistolas".
A los miembros del CNA se les pidió que llevaran trajes y aparecieran con aspecto duro para dar una impresión de seguridad, pero minutos después de que las imágenes de un Mandela libre se transmitieran a todo el mundo, este se vio abrumado por la multitud.
"Lo perdimos por el camino", dijo Ramaphosa con una sonrisa. Sólo después del aviso de un agente de tráfico, los líderes desesperados del CNA le encontraron a Mandela, sin los zapatos ni los calcetines, en la casa de un simpatizante del partido.
Los organizadores le llevaron entonces hacia un podio para que ofreciera sus primeras palabras en público en casi tres décadas frente a decenas de miles de personas. "Finalmente le levantamos e hizo su discurso", contó Ramaphosa.
Tributo
El avance de Mandela hacia la reconciliación durante su presidencia entre 1994 y 1999 está acreditada con la unificación de una nación racialmente dividida y con el establecimiento de las bases de la democracia en la mayor economía del continente.
"Significa mucho para el país, desde su liberación, incluso hoy todavía", dijo la conservacionista Elizabeth Davids, de 42 años.
"Nos liberó a todos del apartheid. Antes nunca nos mezclábamos con otros, mestizos, blancos y negros estábamos separados, pero ahora todos nos mezclamos y somos como una nación", agregó.
Sin embargo, desde la euforia de 1990 y de las elecciones multipartidistas de cuatro años después, la dificultad de desmantelar cuatro décadas de "apartheid" oficial - y muchas más de extraoficial - ha quedado de manifiesto.
A pesar de 17 años de crecimiento económico hasta el 2009, el desempleo ha seguido por encima del 20 por ciento y millones de negros siguen viviendo en guetos con poco acceso al agua corriente, la electricidad o la sanidad.
La tasa de infección por VIH-sida en Sudáfrica está entre las más altas del mundo.
En el poder desde 1994, el CNA ha hecho algunos progresos en reducir los niveles de desigualdad, entre los más altos del mundo, y este año organiza el Mundial de Fútbol como símbolo del aumento de la autoconfianza de la "nueva" Sudáfrica.
Pero con el paso de los años, las credenciales de la "lucha por la liberación" se desvanecen mientras los negros pobres - muchos de los cuales no ya recuerdan o no vivieron el apartheid - demandan calles y políticos limpios.
"Le diré gracias a Mandela", dijo el estudiante de electricidad de 25 años Richard Ndogeni. "Los políticos de hoy sólo se están comiendo el dinero.
No están haciendo su trabajo. Sólo se preocupan de coches y casas, no de las personas", agregó.