Más normas, poco empleo
Aunque el Gobierno Nacional ha dinamizado la agenda laboral con la puesta en marcha de nuevas leyes y normas que favorecen la generación de empleo, las cifras de desempleo e informalidad no muestran mayores avances. Los trabajadores colombianos no encuentran mayores razones para hacer de este primero de mayo un motivo de gran celebración.
Este primero de mayo se celebra el Día del Trabajo en un ambiente que aunque evidencia algunos avances de carácter institucional y normativo en materia laboral, no expresa cambios en el problema de fondo que por décadas ha enfrentado el país: la presencia de un alto nivel de desempleo e informalidad. Ello se ve agravado por el hecho de que son los grupos más débiles de la sociedad, como los jóvenes y las mujeres, los que con mayor intensidad lo padecen.
Este año comenzó a regir la Ley de Formalización y Generación de Empleo con la que el Gobierno Nacional pretende dar respuesta al problema de desempleo de los jóvenes y los grupos sociales especiales, al tiempo que reducir los niveles de informalidad.
Indudablemente, la Ley ataca dos de los problemas más críticos del mercado laboral, pero el carácter temporal de los incentivos propuestos hace pensar que al no afectarse de manera permanente el núcleo central del problema del empleo, como son las rigideces del mercado y las distorsiones institucionales que afectan el costo de contratación, su efecto terminará siendo marginal en términos de generación de nuevos puestos de trabajo y de reducción de la informalidad.
De otra parte, el Gobierno Nacional anda empeñado en crear un mejor ambiente de cooperación con los sindicatos. En este sentido, el Plan de Acción acordado con el Gobierno estadounidense en el marco del TLC y las medidas laborales que en consecuencia deberá adoptar el Ejecutivo colombiano, han sido bien recibidas por los distintos sindicatos, ya que responden a necesidades sentidas de los trabajadores. Sin embargo, algunos grupos, paradójicamente, mantienen su rechazo al Acuerdo.
En la Ley que autoriza al Ejecutivo a reformar el Estado, el Gobierno propone la creación del Ministerio del Trabajo, el cual tendrá como su principal responsabilidad el fomento y las estrategias para la creación permanente de empleo estable y con las garantías de ley.
Esta propuesta más parece el cumplimiento de un compromiso político que una necesidad imperiosa de fortalecer la institucionalidad, pues las funciones que se le asignan al nuevo Ministerio constituyen el producto de un conjunto de responsabilidades y acciones que deben adelantar otros ministerios y entidades. Esto hace que, al final, muy seguramente las tareas del nuevo Ministerio terminarán siendo las que eran antes de su fusión con el Ministerio de la Protección Social, oficina de quejas, trámites y reclamos.
A febrero del presente año, las tasas de ocupación y desempleo eran, respectivamente, de 54,4 y 12,8 por ciento, las que no son muy diferentes de las que se tenían un año atrás, que eran de 54,6 y 12,6 por ciento. En otras palabras, las cifras de ocupación y desempleo indican que en Colombia todavía no se consolida una clara tendencia de mejoramiento sostenido de la situación laboral.
La generación masiva de empleo está supeditada al crecimiento económico y las locomotoras del desarrollo todavía no muestran la potencia que se necesita para generar la meta de nuevos puestos de trabajo que se ha propuesto el Gobierno. Aunque al finalizar marzo la cifra de desempleo se ubicó en 10,8 por ciento, un punto porcentual por debajo del dato registrado en el mismo mes del año 2010, el subempleo aumentó.
En consecuencia, el principal problema estructural que enfrenta el país, que es la falta de generación de empleo formal, todavía no encuentra solución definitiva y, por lo tanto, la informalidad se mantiene por encima del 50 por ciento y 2,3 millones de colombianos se encuentran desempleados. Por lo visto, son pocos los motivos para celebrar mañana el Día del Trabajo.