Memoria de la bomba atómica de rebeldía que Los Yetis explotaron
Diego Londoño presentará libro sobre Los Yetis, la primera banda rockera de Medellín.
Cuatro años y tres álbumes bastaron a Los Yetis para convertirse en referentes del rock en Colombia. Por ser pioneros, sí, 1965 a 1969, pero también por enfrentarse a una sociedad pacata y representar a una juventud reprimida que recibía del planeta noticias de libertad. Por eso, Diego Londoño se interesó en investigar su historia y contarla en el libro Los Yetis Una bomba atómica a go go. La historia de los abuelos de nuestro rock.
El melómano dedicó cuatro meses a indagar la historia de la primera banda rockera de Antioquia, por medio de entrevistas. Tuvo entre sus fuentes a Juancho López, uno de los fundadores de la agrupación —al lado de su hermano Iván Darío y de Juan Nicolás Estela—, a varios expertos en música, y algunos fanáticos de la Vieja Nueva Ola.
"Yo siento que nací para el rescate de la memoria", dice Londoño. Encontró que los fundadores se unieron por una sola pasión: cantar. Eran admiradores de Los Beatles y querían parecerse a ellos. Tenían entre 18 y 20 años. Con solo tres canciones fueron teloneros del mexicano Enrique Guzmán (El rock de la cárcel), quien era su ídolo. No habían constituido una banda; eran un trío polifónico. Para grabar el primer long play, en 1966, los de Discos Fuentes les trajeron músicos de otra ciudad. Para formar la banda llamaron al bajista Norman Smith y al baterista Hernán Pabón. Más tarde, entraría José Ignacio Durán, un vocalista que a la postre remplazaría a Estela en los dos últimos años.
Canciones únicas
La bamba, Me siento loco, Es Lupe, Te espero en la guerra, Pedimos la paz... son algunas canciones que hacían cantar y bailar a una generación, la de 1960, que se adueñó de la palabra juventud.
No hay duda de que uno de los aspectos más importantes de Los Yetis, así lo piensa Londoño, es su cercanía a Gonzalo Arango y al movimiento Nadaísta. Los intelectuales y los músicos eran representantes de la rebeldía... y de la paz. Poetas y rockeros pregonaban el advenimiento de una época distinta. Romper con el pasado, el mundo de los mayores, que seguramente fue glorioso, pero muy violento.
"El fundador del Nadaísmo conoció a Los Yetis casi por casualidad". Las autoridades civiles, religiosas y de policía consideraban delincuentes a los integrantes del movimiento Go go. Su apariencia hippie, de cabellos largos y chaquetas de jean o de cuero, pantalones bota campana... Los detenían y, en los calabozos, motilaban sus melenas que eran símbolo de su rebeldía. Gonzalo Arango, cuenta Londoño —y lo escribió el nadaísta en una crónica—, deseaba escribir un reportaje sobre tales rapadas. Se dejó crecer el cabello y caminó por las calles intentando que lo llevaran a cortarle su "mota" para no tener que experimentar por cabeza ajena. Pero no lo cogieron. Los músicos le pidieron que escribiera un manifiesto sobre el tema de las peluqueadas, pero en esa crónica dice que no lo hizo porque una revolución no se detiene con una lanza. Sin embargo, hizo algo semejante: compuso para Los Yetis la canción Llegaron los peluqueros, una sátira humorística: "La patria está en peligro/ el decoro de la patria está en peligro./ Yo no tengo patria/ yo no tengo nada". Son los tres primeros versos.