No más despejes, no más...
Era previsible que en las primeras de cambio de la era Santos, viniera una arremetida focalizada de las Farc, con el empleo masivo de explosivos y emboscadas mecánicas.
La estrategia es simple y práctica: guerra de guerrillas, no combates de orden abierto con el Ejército Nacional; no arriesgar la integridad de sus estructuras, acumular fuerzas y ejecutar acciones terroristas de impacto mediático (caso Caquetá).
En todo esto hay un mensaje inequívoco: ¡estamos vivas! Parecería que la fórmula es el escalamiento del terror; la consigna, dilatar la posibilidad de un cese de fuego y hostilidades; el mandato, generar expectativas de todo orden; la premisa, mantener las exigencias inviables para una negociación; el objetivo político, la consecución del estatus de beligerancia y el papel, convertirse en redentores, ¿Qué tal?
Además, con estas acciones terroristas, las Farc buscan inducir a que se hagan llamados apresurados al diálogo, a negociar sin condiciones, soportados en una presión transitiva política hacia el Gobierno.
No hay que caer en más errores y concesiones inútiles a la guerrilla colombiana, las reglas del juego están sobre la mesa.
El presidente Santos ha sido claro y firme en establecer unas premisas inalterables, aprecio que la llave del diálogo está hoy más asegurada que ayer, pues el Gobierno ha sido enfático al señalar que no hay diálogos con terroristas.
Por otra parte, ha planteado la intención de renunciar a la posibilidad de hacer cualquier tipo de concesión territorial a la guerrilla, así la posición es contundente, no más despejes, no más terrorismo, no más secuestros, no más vejaciones, en fin, no más Farc.
En el país debe prevalecer el imperio de la ley sobre la intolerancia y la irracionalidad de este grupo ilegal violento.
No es hora de echar por la borda todos los esfuerzos alcanzados por la Seguridad Democrática y desconocer tantos sacrificios de las Fuerzas Armadas y del pueblo colombiano.
La defensa y la preservación de los intereses nacionales requieren de la solidaridad de todos.
Seamos pacientes y apoyemos a nuestras Fuerzas Armadas. No hay que volver al síndrome de las recriminaciones públicas o la búsqueda de culpables.
Hay que corregir lo que sea necesario en las operaciones.
Las Fuerzas Armadas y sus cuadros de mando no pueden aflojar los logros alcanzados en la seguridad de los colombianos, porque es un acumulado incalculable de tranquilidad y orden.
La unidad y la fe en la causa que reafirma el general Alejandro Navas Ramos, Comandante del Ejército, es el camino por seguir.
No es el momento de vacilaciones y apaciguamientos como tampoco de adelantar diálogos sin posibilidad de alcanzar una paz duradera.
La llamada sociedad civil, la Iglesia y la comunidad internacional, preocupadas por la paz nacional, deberían exigir a las Farc muestras verdaderas de voluntad política para un diálogo viable y útil.
Lo demás es caer en la lógica caguanera de antaño que sólo produjo frustraciones, engaños y unas Farc soberbias, altaneras y sin realismo político.
PAUSA UNO: la tranquilidad, unidad, firmeza y perseverancia, son factores decisivos para derrotar el terrorismo, pero con la guardia en alto.