Histórico

Presos en Guantánamo: siete años en el infierno

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01 de agosto de 2009

Siete años en el infierno. Ese fue el tiempo que permanecieron detenidos Huzaifa Parhat, Abdul Semet, Abdul Nasser y Jalal Jalaladín en la prisión estadounidense de Guantánamo, en Cuba, después de haber sido capturados como supuestos terroristas en 2001 a pesar de no cometer ningún acto que indicara esta acusación.

Los cuatro son de origen chino, pertenecientes a la etnia musulmana uigur y dicen que su gobierno recomendó su captura simplemente por la discriminación que existe en el país asiático hacia este grupo. Pero, como a veces del infierno al cielo no hay que pasar por el purgatorio, hoy están libres.

Los cuatro fueron enviados el pasado 11 de junio a Las Bermudas y aunque desearían regresar a su país de origen, manifiestan su alegría, porque después de lo que vivieron en Guantánamo cualquier lugar "los llena de paz".

El COLOMBIANO habló con su vocero, el abogado Sabin Willet, quien tiene en marcha una demanda contra Estados Unidos. Willet narró la odisea de estos cuatro hombres que quieren "olvidar esta amarga experiencia y comenzar de nuevo".

Willet opina que la "guerra contra el terrorismo" después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 ha servido para capturar por "simple sospecha" a ciudadanos comunes que se salen de los parámetros sociales.

"Mis clientes nunca fueron acusados, ni tenían lazos con Al Qaeda o algún grupo extremista y a pesar de que los tribunales los declararon inocentes, los tuvieron detenidos siete años en Guantánamo por precaución".

Los cuatro musulmanes llegaron a Guantánamo con otros 13 detenidos uigures, que irónicamente huyeron de China y se refugiaron en campos de Afganistán. En 2001 cuando la coalición liderada por Estados Unidos invadió ese país, decidieron desplazarse a la frontera con Pakistán. Allí los capturaron.

Willet afirma que las autoridades los enviaron a Guantánamo de forma ilegal, les fabricaron cargos y los encerraron durante años. China pidió su extradición, debido a que el país asiático firmó un acuerdo político con E.U., en el que consideran a las organizaciones uigures como terroristas. Los estadounidenses decidieron mantenerlos detenidos porque eran "una amenaza para su seguridad nacional".

Hace solo un par de semanas, el mundo fue testigo del enfrentamiento del gobierno chino contra los uigures en Xinjiang donde miles de musulmanes, que protestaban contra el régimen, fueron reprimidos con violencia con un saldo de más de 200 muertos y miles de heridos, decenas de ellos en estado crítico. "Juzguen ustedes si eso no es terrorismo de Estado", agregó Willet.

Cuando llegaron a Guantánamo, les dieron una celda individual en el Campo 6. Los interrogadores dijeron en 2003 que eran inocentes y desde ese momento el Departamento de Estado de E.U. buscaba un lugar para enviarlos, pero los países aliados de la potencia tienen reservas con los presos de Guantánamo y nadie los quiso recibir.

El Campo 6 era llamado "el calabozo subterráneo". Cada uno estaba aislado en su celda, no había aire natural, nunca veían la luz del día, no sabían si era de día o de noche y dormían en una piedra que simulaba la forma de una cama. Adentro no tenían ni servicios sanitarios y debían compartir el lugar con sus propias heces.

No tenían nadie con quien hablar ni nada para leer. "Imagínese usted sin teléfono, sin computadora, sin televisión, sin radio, sin un solo murmullo, silencio total", asegura Willet.

El abogado narró que durante la recopilación de testimonios, habló con siquiatras que afirmaban que este tipo de aislamiento no debería durar más de un día. Para Huzaifa Parhat, Abdul Semet, Abdul Nasser y Jalal Jalaladín fueron siete años.

Willet dijo que cuando conoció a sus defendidos, ellos sólo tenían una cosa en mente, ver el sol.

"Yo estaba buscando su libertad y lo único que me pedían era que por favor lograra que salieran un minuto para ver el sol. Nunca olvidaré esa experiencia", recuerda.

Según el defensor, en su celda debían mantenerse en posición fetal, eran tan pequeñas que si estaban de pie golpeaban sus cabezas y no podían dormir con su cuerpo totalmente estirado. "Si eso no es inhumano, entonces ¿qué lo es'", afirmó.

"Ellos escuchaban voces en sus cabezas, se decían a si mismos que morirían. Me dijeron que hablara con sus familias y les dijera que estaban muertos".

Los ex prisioneros agradecen a Las Bermudas que los recibió en su territorio, mientras su abogado espera que sean transferidos a un país que les brinde más oportunidades como Estados Unidos, Alemania, Australia o Canadá. Pero como estuvieron en Guantánamo, siempre se les mirará como miembros de organizaciones terroristas.

Sin embargo, a ellos no les importa quedarse de por vida en la isla.

Pueden nadar en el mar por primera vez, pescar, sentir el aire fresco en sus rostros, escuchar el canto de los pájaros, dormir cómodos y ver el sol otra vez.

Sus días en el infierno de Guantánamo terminaron, ahora encontraron un lugar al que definen como "el paraíso".

Sabin Willet terminó la entrevista con EL COLOMBIANO con esta frase "¿Hay alguna razón por la que Obama no deba cerrar Guantánamo?, yo creo que no".