Histórico

SOBRE TEATRO Y DEPORTES

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14 de septiembre de 2012

Estación Atenas-Jerusalén, que debe situarse en un sitio donde suba y baje gente culta.

Y si bien esto es una utopía, pues la grosería tiene crías más abundantes que los ratones (hay que ver lo que es la procreación de lo ordinario), algún día podrá darse esto de que alguien sea culto en términos de Peter Fischer: que sepa de matemáticas y literatura, de biología e historia, de pintura y de química, de arquitectura y filosofía, de periodismo y medicina, teología y mecánica, en fin.

La cultura no es solo lo sensible sino todo aquello que hemos creado para entender el mundo y nosotros en él. Es más, la cultura es dialógica y en ningún caso unívoca. Pero algunos persisten en separar una cosa de otra, como pasa con el teatro y el deporte, como si el cuerpo fuera solo movimiento y no expresión, solo energía y no capacidad para crear imágenes, solo (el cuerpo) para medallas y gritos y no para auditorios cultos.

Y aquí es donde pasamos por incultos.

En la película Los perros de paja se plantea algo muy simple: cuando el cuerpo es solo para el deporte, termina produciendo catástrofes.

Pues el cuerpo tiene el problema de que se degrada rápidamente y si se sigue pensando solo en su desarrollo, al fin se convierte en un asunto de frustración debido al desgaste (entropía persistente) y al paso inevitable del tiempo.

Por eso ese cuerpo que hace deporte debe hacer también cultura y no representar solo un asunto de velocidad y fuerza sino de gestualidad y capacidad para generar mensajes inteligentes. Cuerpo sano en mente sana, decían los latinos, queriendo decir con esto que si el cuerpo se fortalece, también debe fortalecerse la mente, así si el primero desmejora, la segunda se amplía. En Grecia, cerca al Stadion estaba el teatro.

El cuerpo que hace deportes, es bello. Pero es más bello si hace arte. Y entre cuerpo sano y mente sana, aparece la real belleza, la de un ser que se ha vuelto humano, pues cuida de sí (epimeleia eatou , ocuparse de sí) en lo orgánico y en lo mental, en lo terráqueo y en lo trascendente.

No se trata entonces de crear un guepardo sino un ser pensante, en capacidad de sortear obstáculos físicos y barreras intelectuales, pues la vida no es moverse sino significar el movimiento.

Sin embargo, algunos creen que el cuerpo solo debe durar hasta los 30 años (así le calculan el punto cero) y de ahí en adelante no ser más que un perro de paja, uno de esos que los chinos llevaban a las celebraciones y después del ritual tiraban a un lado y al azar, como dice el personaje de la película. Uh.

Acotación: vivimos en una sociedad del cuerpo como objetivo. Una sociedad del desgaste, envidia y susto al más joven, y negación del tiempo sobre la piel. Una sociedad que se opera y maquilla para no evidenciar la decadencia. Y que al final queda vacía, sin más trascendencia que fotos en alguna red social.