Columnistas

Día de Victoria sin canto de victoria

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11 de mayo de 2016

Durante el fin de semana anterior se celebraron los 71 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Reims (Francia) y Berlín fueron sedes de la firma de rendición incondicional alemana ante los Aliados y la Unión Soviética respectivamente.

Cada ejército quiso mostrarse como fundamental en la derrota nazi. Millones de muertos, ciudades en polvo, sobrevivientes rotos, fueron argumentos para presumir supremacía en heroísmo.

Las potencias occidentales y la yerta nación comunista habían batido al enemigo común, pero cada parte sabía que la alianza guerrera fenecería con el despedazamiento del último de los tanques fatídicos.

El suicidio de Hitler enterró, ojalá por varios siglos, el horror de un mundo comandado por botas esvásticas. Los campos de concentración y los hornos crematorios serían vengados por el cine de Hollywood, con financiación de banqueros judíos.

Luego de extinguidas las bombas y de voladas ciudades enteras bajo el átomo embravecido, la Guerra Fría, episodio de dientes y colmillos pelados, duró menos de medio siglo. El planeta tembló bajo la amenaza del botón rojo que elevaría misiles con puntas de devastación universal.

Hace 25 años, con los mazazos al Muro de Berlín, concluyó este espantajo. De los tres enemigos de la Segunda Guerra, hoy no existen nazismo ni comunismo.

Sobrevivió el más solapado, el que no aniquila multitudes con aviones y ojivas evidentes sino con el torniquete de la economía. Es el capitalismo en su estado salvaje. El régimen omnipresente que ha hundido grieta entre dos mundos.

De este lado desfallecen muchedumbres sin derecho a avizorar respiro en sus aulagas. En el borde opuesto de la hendidura, los ricos construyen secciones magníficas en los cruceros a donde ni los demás ocupantes del buque logran asomarse.

Nunca tan pocos han acaparado tanto. Nunca tantos han carecido de tanto.

71 años después del Día de la Victoria, el mundo es mejor que si no hubiera habido victoria. Pero nadie puede cantar victoria.

Son notables los logros en derechos humanos, descolonización, reconocimiento de las mujeres y minorías, pactos de paz en guerras regionales, libertades individuales, desprestigio de dictaduras militares, conciencia sobre el ecosistema.

No obstante, el globo está lejos de ser hábitat victorioso. Se le ganó la guerra al fascismo, no a la injusticia y la ignominia.