Apenas 10 días después de que una enfermera fuera atacada con un vidrio por un habitante de calle, cerca de la Plaza Minorista, EL COLOMBIANO conoció dos nuevos casos de agresiones ocurridas en la noche del pasado sábado.
“Iba con mi esposo en el carro por la Regional en sentido sur - norte, cuando una piedra golpeó la ventana por el lado del pasajero con tanta fuerza que la rompió y me golpeó en el hombro. Las esquirlas del vidrio me cayeron en el ojo”, cuenta Karen González, analista financiera de 28 años.
Eran las 7:00 de la noche y ella y su esposo se dirigían a bordo de su Ford Fiesta hacia el municipio de Bello donde recogerían a su hijo para volver juntos hasta su casa, ubicada en Sabaneta, en el sur del Valle de Aburrá.
“A él (esposo) no le pasó nada y mantuvo el control del carro desde hasta que llegamos a la estación de Policía del sector de Coca - Cola”, recuerda Karen quien terminó la noche en la IPS Córdoba, desde donde fue remitida al Hospital Pablo Tobón Uribe.
Los médicos descartaron fractura en el hombro pero diagnosticaron una úlcera corneal leve, producto de las esquirlas y le dieron una incapacidad de cuatro días.
Una hora más tarde Carlos Alberto Jaramillo Betancur cruzaba por el mismo sector a bordo de su Renault Sandero cuando un sonido similar al de una explosión lo sacudió. “Él venía a 70 kilómetros por hora cuando sintió el golpe y se asustó y cuando pudo reaccionar vio que el vidrio delantero del carro se empezó a caer a pedacitos”, explica María Isabel Yepes, compañera sentimental de Betancur.
Los vidrios le laceraron parte de la frente y el mentón pero el conductor, que ya había escuchado varias historias sobre agresiones de habitantes de calle a conductores, decidió no frenar. “Bajó la velocidad como a 40 y siguió hasta una bomba de gasolina donde frenó y se bajó, porque las piernas le temblaban”, relató la mujer.
Finalmente, y luego de improvisar una protección temporal para el carro, el hombre pudo llegar hasta su vivienda, en la vereda El Rosario de Marinilla. “Hoy (lunes) pudimos poner la denuncia y llevar el carro a reparación. El daño nos costará 843 mil pesos”, dijo la mujer.
Intervención en la zona problemática
Los tres casos de agresión por parte de habitantes de calle han sucedido en el mismo sector, entre la Avenida Regional y la Plaza Minorista, donde más de 200 personas están instaladas desde hace casi tres meses.
La Secretaría de Inclusión, Familia y Derechos Humanos, le había dicho a este diario que en la zona “se comenzó con el desmonte de unas carpas con puntos de hidratación que se había instalado allí donde están asentados, se hizo un cerramiento con vallas para evitar que esta población sea atropellada y el lunes se abrió finalmente la vía luego de un trabajo de sensibilización. La idea es que pasen a ser atendidos con una oferta que se viene abriendo como las granjas de resocialización e inaugurar un nuevo centro de atención en Barrio Triste que estará listo en poco más de un mes y que tendrá una capacidad de entre 300 y 400 personas”.