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Cambiar de vida para quienes, por distintas circunstancias, ven truncados sus sueños, es posible y lo acaban de experimentar 127 ciudadanos de Medellín que se graduaron como bachilleres, gracias al apoyo que desde enero de 2016 les brindó la Alcaldía, desde la Secretaría de Seguridad y Convivencia.
Entre los beneficiarios del programa, denominado Reintegración Sostenible para un Territorio en Paz, hay excombatientes de los grupos armados en proceso de reinserción, víctimas de la violencia, madres adolescentes, desplazados y varios exhabitantes de calle, todos motivados por lograr una segunda oportunidad y por tener un proyecto de vida digna, que les permita autonomía e, incluso, recuperar sus hogares.
El proceso de captar a los beneficiarios lo lideró el Centro de Formación para la Paz y la Reconciliación -Cepar-, aliado de la Secretaría de Seguridad y Convivencia.
El paso principal consiste en motivarlos para que culminen sus estudios básicos.
“Como es población vulnerable, se les da la oportunidad de cursar los estudios de básica primaria, básica secundaria y educación media, en los grados 10 y 11”, precisa Jorge Gaviria, asesor del Proyecto de Reintegración Sostenible para un Territorio en Paz.
Para ellos, este primer paso es el impulso vital en el camino de no ver truncadas sus vidas y, por eso, agradecen la oportunidad que les llegó cuando todas las puertas estaban cerradas, incluso las de sus círculos más cercanos.
Testimonios
“Cuando llegué al Cepar estaba en séptimo de bachillerato. Prácticamente nadie creía en mí, se me habían cerrado las puertas. Por ejemplo, en el barrio, donde vendía droga, la gente me vinculaba con cosas que no tenía qué ver, pero tuve un hijo y por él empecé a cambiar de amigos, de ambiente y de mentalidad. Me animé a estudiar”, relata Andrés Córdoba Ruiz, de 23 años de edad, quien se declara gomoso de las matemáticas.
Desde 2014 y a la fecha, un total de 713 personas han concluido su proceso educativo y de reintegración a la sociedad con Cepar; hoy están inscritas 1.304 personas. Semanalmente, cursan estudios, en diferentes ciclos, unas 762 personas.
“Yo lo que más agradezco es la ayuda que me han dado; cuando llegué al programa estaba en noveno grado, tenía 16 años y había desviado mi camino, digámoslo así, por cosas indebidas”, narra Johan Alexánder Londoño Rodríguez, quien ya tiene 18 años y piensa seguir estudios de gestión ambiental. Antes quería ser ingeniero, pero en su ciclo educativo descubrió que lo atraen más los temas de medio ambiente.
Dadas las diferentes problemáticas de las personas, el programa ofrece facilidades de elección de horarios. Entre las 7:00 a.m y las 8:00 p.m. Un grado escolar se realiza en tres meses, en 7 jornadas diferentes.
La inversión que realiza la Alcaldía de Medellín en el programa es de $2.300 millones anuales. El proceso formativo es certificado por instituciones avaladas por la Secretaría de Educación. La formación básica primaria y media, por el Colegio Latino; y la secundaria, por el Instituto Pascual Bravo.
“El apoyo lo mantenemos mientras estas personas sigan en la legalidad y no vean la ilegalidad como una opción de vida”, advierte el asesor de Reintegración, Jorge Gaviria.