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Las secuelas tras 44 días de paro minero aún son incalculables en los dos municipios del Nordeste y centro de la protesta, que por instantes se tornó violenta.
Remedios y Segovia amanecieron el sábado pasado en calma, con otro semblante. Los más de 2.000 establecimientos comerciales volvieron a abrir sus puertas, agobiados tras las millonarias pérdidas que les dejaron los días de cierre.
“En el municipio hay normalidad. Los comerciantes volvieron a traer mercancía, reactivaron actividades”, dijo Lucía Carvajal, alcaldesa de Remedios, quien celebró que con el retiro del Esmad se evitan choques con la comunidad.
También la gente salió a las calles. Son poblaciones con un comercio vivo, pero que sin minería dejarían de existir.
Javier Ávila perdió más de 30 millones de pesos al tener su supermercado en Segovia cerrado, sin embargo apoyó la protesta pacífica.
“La gente está feliz porque se resolvió el problema, con ganas de trabajar. Falta que el oro que les quedó guardado lo puedan volver a vender”, comentó, en tanto agregó que hay satisfacción con el proceso de formalización que asumieron: ahora pueden comprar dinamita para la explotación en 900.000 pesos, cuando antes la adquirían en el mercado negro por 3 millones.
Para el personero de Segovia, Yeison Ateorthúa, el semblante, el aire en el municipio, es otro. Confía que hoy se reanuden la clases y los jóvenes puedan volver a estudiar.
“Muchas personas dicen que las pérdidas solo con el tiempo las podrán recuperar. Por eso, se debería pensar en ayudas a comerciantes y familias afectadas”, agrega.
Solo en Segovia, la Personería recibió 25 quejas de abusos y perjuicios durante los días de paro. Todas están en proceso de revisión por parte de la Fiscalía y Procuraduría.
En Remedios, hoy iniciará la evaluación de los daños en las viviendas que, según la alcaldesa, son muchos por los explosivos lanzados en los enfrentamientos con el Esmad. La idea con la Gobernación, indicó, es apoyar económicamente a las familias afectadas.