25 años sin magia

Para los que amamos la Fórmula 1 y pasamos de cierta edad habrá siempre una pregunta recurrente: ¿Dónde estabas el 1 de mayo de 1994? La muerte de Ayrton Senna en el circuito Enzo e Dino Ferrari en Ímola, un día después del siempre injustamente olvidado piloto austriaco Roland Ratzenberger, conmocionó a toda una generación de aficionados. Por desgracia, fue un fallecimiento en directo, con imágenes aéreas en las que se veía cómo le intervenían a las volandas para que recibiera oxígeno en su tráquea después de estampar su Williams a 200 km/h contra un infame muro de concreto en la curva Tamburello, cuando lideraba aquel Gran Premio. También, en vivo, servimos como testigos al nacimiento de una leyenda en las carreras de automovilismo.

Primero de mayo de 1994, 30 minutos antes del accidente.

Ese domingo primero de mayo a las 14:17, hora local,  perdimos la inocencia sobre lo peligroso y terrible que puede ser el automovilismo. Se cumplen veinticinco años del adiós definitivo de un genio en vida, uno de los pilotos más sensitivos y espectaculares de la historia.


Yo estaba en mi casa, cómodamente en mi cama como hacía todos los domingos de carreras, viéndolo todo en vivo a través de la transmisión que hacía la televisión peruana y que nos llegaba vía antena “perubólica”. Todo en vivo.  Como una película de ficción, Senna desaparece intempestivamente de la cámara y se estrella contra el muro de concreto de Tamburello….En la toma posterior, El Williams se desplaza por la arena como un trompo, destrozado, sin control, con un piloto inconsciente. Los servicios médicos tardan minutos que parecen años en asistirlo. En ese momento el narrador nos aterriza sobre la gravedad del golpe, la desaceleración súbita y sus devastadores efectos. Esperamos sin esperanza a que Senna se levante y salga del auto por su propio pie. Nada sucede.

La toma aérea muestra como, en un acto reflejo tal vez, Magic mueve su cabeza dentro del habitáculo. Es un recuerdo grotesco de lo que vendría después porque ahora nuestra cabeza se mueve es a evocar las retrovisiones de lo que vivimos durante 10 años de carrera fulgurante.

Viene a la memoria ese primer Gran Premio en Mónaco, una década antes. Un circuito que hizo suyo 6 veces y que lo catapultó a la zona reservada para la gloria. Esos primeros años con escuderías de media tabla que el llevaba a los primeros lugares a punta de manejo, de hambre, de lucha…De magia. Los sobrepasos, las vueltas rápidas, las poles, y la llegada a McLaren para ratificar unas condiciones más allá de lo humano y a la vez tan humanas como las polémicas en las que se vio envuelto por la traición de su sed de victoria.

Su manejo sin par, su carisma, la forma como entendía los carros, la agresividad innata al volante, cómo a duras penas le quedaban fuerzas para levantar los trofeos, después de perder tres kilos con timones indomables, cajas y embragues de piedra, suspensiones inexistentes. Y aquellas lágrimas al ganar el tricampeonato, cada una de sus 41 carreras y sus 65 poles…. y su rostro adusto, 20 minutos antes de partir hacia la gloria, aquel primero de mayo de 1994.

Es mi recuerdo de Ayrton. Para todo lo demás, están Youtube, Wikipedia y Facebook.

 

Subir y arrancar Trato de hacer memoria y acordarme del primer momento en que un carro me llamó la atención más de lo normal y siempre me remito a unas viejas fotos de mi primer cumpleaños. Allí aparezco al lado de un flamante Ford Galaxie 500 adscrito al cuerpo de bomberos de alguna ciudad norteamericana. Posteriormente, mis padres continuaron regalándome autos en mis cumpleaños. Conservo también una fotografía con un pastel hermosamente decorado y un VW Beetle rojo que yo miraba con asombro. Vinieron luego los maravillosos Matchbox 1/64 y algunos coches de carreras que funcionaban con gasolina ¡de avión! Y que mis primos mayores gozaron a placer mientras el ruido ensordecedor que producían, me causaba genuino terror. Un tío fue quien acolitó (al fin y al cabo es sacerdote) mi primera “manejada” en su viejo Jeep Willys MB, con el que dábamos la vuelta a la manzana. El controlaba la pedalería y los cambios, mientras yo trataba de girar el pesado volante. Mis otros tíos me mantenían al tanto del mercado automotor, pues en los viajes y paseos me preguntaban por las marcas y modelos de todos los carros que veíamos, hasta que me los aprendí todos. De los “de verdad” recuerdo el Zastava 1500 amarillo de mi tío Aquiles, auto al que cariñosamente apodaban “el maracuyá” y que compraron el mismo año en el que nací. Cuando lo vendieron, casi no me cuentan pues temían mi tristeza al saberlo y pues, la verdad, no los defraudé. Llegó la época de las revistas, los catálogos, los libros y cuanta publicación sobre autos existiera. Pasaba tardes y noches devorándolas ansiosamente, aprendiéndome de memoria fichas técnicas, modelos, características y los datos más precisos de cada ejemplar. Eso sí de mecánica, nada. Me embiste un dulceabrigo y cualquier tornillo en un motor significa para mi, poco menos que magia negra Mi profesión de periodista me ha permitido experiencias inolvidables con los carros, dirigir algunos programas sobre el tema, cubrir las ferias, participar en encuentros, desfiles y ser testigo desde esta óptica del crecimiento y las contracciones del mercado, probar algunos modelos y conocer personajes que me han honrado con su invaluable amistad y sabiduría infinita. Con el advenimiento de internet y la televisión internacional, el aprendizaje se expandió a niveles insospechados. Ahora era posible explorar más allá y en tiempo real, lo que estaba sucediendo en el mercado automotor mundial. Participar en chats, foros y páginas se convirtió en la principal fuente de conocimiento y en un segundo aire para esta afición. Gracias entonces a la red mundial y a la magnífica herramienta que proporcionan los blogs, y, por supuesto, a la gentil complicidad del equipo de Medios Electrónicos de EL COLOMBIANO y su editor general, Fernando Quijano, que avaló esta propuesta, es que hoy puedo compartir con ustedes este rincón minúsculo del ciberespacio, en donde la idea es compartir experiencias y conocimientos, retroalimentarnos con las noticias que produce este dinámico sector, enterarnos de las novedades más recientes y, sobre todo, divertirnos con una pasión que va más allá de conducir y maravillarnos con el invento más sensacional de la historia. Se trata entonces de abrir el blogaraje y dejar salir la imaginación con el placer que produce ver estas hermosas piezas en acción, que nos roban suspiros y nos producen un constante hormigueo que solo los aficionados a los carros entendemos, compartimos y acolitamos (como mi tio el cura). Bienvenidos, súban, abròchense y disfruten el viaje.

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