Prueba (en medio de un rally)BMW 320d: Arma de largo alcance

Textos y fotos: Juan Pablo Ramírez Cortés, especial para Blogaraje

“Te llevas el 320d, y no la X3”, me dijeron un viernes de noviembre los amigos de Autgermana. “Mejor”, dije, “prefiero los automóviles”. Semejante sacrilegio para muchos de nuestros lectores, a mi me dejaba sumamente feliz, pues en realidad me gustan mucho los autos pequeños y no se cuándo o por qué razón, el destino se puso de mi parte para regalarme una nueva oportunidad de probar una máquina especial, de alta gama, en un evento que de entrada me tenía fascinado: el Rally Red Mission por diferentes rutas del oriente antioqueño.

¿Prueba de ruta y Rally a la vez? ¡Como vamos de bien en Blogaraje!

Pues sí, ahí ven que para este corresponsal hay cosas que pasan y que sin duda resultan muy especiales, al punto que Juangui ni apareció debido a sus actividades que lamentablemente se lo “tragan” los fines de semana.  Un jueves, por la tardecita, el bloguero titular de este espacio me hizo la llamada que poco a poco se ha vuelto costumbre. “¡Vos sí sos el más de buenas!”, escuché al otro lado de la línea, antes de poder decir “aló”. En esta oportunidad la voz de Juangui me anunciaba que ese fin de semana se realizaría el Rally Red Mission, una iniciativa benéfica de muy alto impacto en la vida de centenares de niños de escasos recursos y que para esta edición, contaría con una inmensa novedad: una prueba de rally para deportivos de alta gama, incluyendo las 4X4 más renombradas del momento.

Según el plan de acción, me correspondería pilotear, por cortesía de Autogermana, la nueva BMW X3. Para mis adentros pensé  “bueeeno, qué más se le va a hacer…” había que resignarse a semejante sacrificio. Un par de llamadas más tarde y ya Diana Álvarez, del Concesionario BMW en Medellín, me había contado casi todo lo que debía saber para la nueva experiencia. Sin embargo, el viernes, cuando llegué a la vitrina, me anunciaron el cambio de planes que ya les conté.

Allá afuera, en el andén, estaban los carros de prueba para los clientes de Autogermana y me llamó la atención ese carrito negro, sobrio y elegante, que tenía una pequeña letra al lado de su número de ADN: 320. Total, recibí la llave, firmé los documentos de rigor y me lancé al trancón de la Avenida El Poblado, ese que se forma desde las 5:15 de la tarde y se acaba después del pico y placa. ¿La sensación inicial? ¡Lindo el carro metido en semejante taco!  ¿Diesel? ¡¡Pero si no se le oye el motor!! Yo pensé que me habían tomado del pelo, que bien largo si está…

Lo primero: el carro


Ya dentro de la máquina, me fui habituando a su espacio interior y a los controles. El 320 tiene una larga tradición en todo el mundo y me sorprendió la sobriedad del modelo que tenía en mis manos. No hay botones grandes, no hay luces de más y el negro del interior es la nota dominante. Incluso, para mi gusto, el control de las luces de parqueo me pareció bastante pequeño en comparación con los que acompañan la gran mayoría de autos actuales. Es como si quisiera decir que no será muy frecuente la necesidad de utilizarlo. El aire acondicionado funciona bastante bien, aunque en este rango de precios comienzas a extrañar los bizona y las climatizaciones a gusto del ocupante. Me habría encantado conectar el sistema Bluetooth, pero esta versión no lo incluye, a pesar de que el botoncito del caso está incrustado en el volante.

En lo que respecta al motor, 2 litros de 184 caballos, hay que decir que resulta de lo más interesante. Para quienes conducir es algo que simplemente consiste en echar pa´lante y parquear, pues el tema carece de importancia, pero para quienes gozamos con sentir las máquinas y probarlas en toda clase de circunstancias, este Diesel resulta un verdadero juguete, producto de la ingeniería alemana del más refinado nivel. Para darles una idea, es cierto que no se oye el bendito motor. Una vez activas el botón de Start en el tablero, sientes un pequeño rugido cuando arranca el rodaje del sistema, pero luego se disipa cuando subes los vidrios y te concentras en la ruta.

El sistema de sonido, que funciona sin compliques, acepta perfectamente la señal del Ipod conectado en la consola central del reposabrazos, por medio de su entrada auxiliar y no hace falta subirle los decibeles para esconder el zumbido del propulsor porque, como dije antes, no se siente, y mucho menos con los vidrios abajo, por aquello del sonido ambiente y los pitos angustiantes del trancón monumental. ¿Movilidad urbana, y en El Poblado? Déjame decirte…… ¡¡¡45 minutos desde Autogermana hasta Oviedo!!!

Y el sábado, al Rally


Muy a las 6 de la mañana salí a recoger a mis acompañantes para la ruta por el oriente antioqueño. Mi hermano Jorge y Felipe Vallejo, periodista deportivo y amigo de causas laborales, fueron los valientes que se le midieron al reto de navegar por todo el trayecto disfrutando de las emociones del recorrido y de las altísimas exigencias del camino.

Luego del peaje se hacía necesario tanquear la máquina. $30.000 pesos de Diesel (tenían que oír la voz de asombro de la jovencita que, desde el otro lado del micrófono, preguntaba incrédula por el tipo de combustible que le pondríamos al BMW). Con esa tanqueada, pensé, sería más que suficiente para todo el recorrido y para el retorno a la Ciudad. No me equivoqué, por fortuna, aunque no contaba con la magnífica tasa de rendimiento que, en materia de consumo, tiene este artefacto. Le rinde, sin duda.

Ya en Llanogrande, la sensación de llegar al cielo aotomotriz era inevitable: dos Camaros, cuatro Porsches, varios Mercedes, unos cuantos Audi, cerca de 9 MINIy algunas unidades de Subaru, sin dejar de lado las exhibiciones de cuatrimotos, las todoterreno de Toyota y de muchos accesorios para los deportivos. Al llegar, nuestro 320d se veía muy bien puesto para la ocasión, aunque sin duda era el auto más sobrio de la partida. Ante los colores vivos de MINI y Porsche, nuestros vecinos inmediatos, este negro parecía el más inocente de la fiesta y hasta era inevitable pensar que nos habíamos volado de la casa con el carro del papá.

El Rally Red Mission es una competencia de carácter recreativo, lo curioso, claro, es que la palabra Rally te recuerda las imágenes de televisión en las que, en el desierto más hostil, decenas de pilotos arriesgan sus vidas y la integridad de sus máquinas para llegar a tiempo a no se sabe dónde. Al tratarse de una competencia recreativa, la idea, como en la ranchera, no es llegar primero sino saber llegar. Así, y a eso del medio día, recibimos una libretica con las instrucciones necesarias para la ruta. Cuando yo esperaba recibir un mapa del recorrido, me di cuenta de que esta vaina era en serio y más compleja de lo que me había imaginado.

¿Algún ingeniero aeroespacial por aquí?


Pues sí. Esa fue la pregunta que más de uno de los participantes en el Rally se hizo, justo después de recibir la libreta en cuestión, en la que lo único perfectamente claro eran los avisos de OK y de SOS, útiles en caso de varada o accidente para reportar el estado de los ocupantes del auto a quienes pasaran por un costado, en caso de que algo malo llegara a suceder. Por lo demás, confieso que todos tuvimos que acudir a los portaequipajes de nuestros carros y buscar allí nuestros computadores portátiles, calculadoras científicas, iPads y cuando artefacto sirviera para calcular, en Excel o lo que se pareciera, las distancias y tiempos que deberíamos cumplir para llegar en punto a cada puesto de control y hacer el mínimo puntaje posible al finalizar la competencia.

Ingresando los datos a las computadoras

A Dios gracias, a los pilotos de MINI y BMW que allí nos encontrábamos, con las mismas caras de preocupación (incluyendo al actor Juan Pablo Raba, que con el MINI de Autogermana o sin él era la sensación para las niñas…), encontramos ayuda por parte de uno de los organizadores del Rally, quien pacientemente nos explicó lo que significaba cada rayita e indicación y especialmente, el asunto de los tiempos y las distancias. Ya con más claridad en la cabeza (no mucha, la verdad…), ingresamos los datos en la hoja de cálculo. Felipe Vallejo y mi hermano lograron darle orden matemático al tema de la ruta y entre calculadora científica y computador portátil llegamos a la línea de partida y de ahí en adelante a vivir la experiencia del Red Mission.

¡¡Que no es corriendo!!
¿Un rally a 40 km/h? Pues ya ven que sí, que los 40 eran los kilómetros promedio de casi todo el recorrido. Por tratarse de un rally recreativo y por vías pavimentadas para los automóviles deportivos, la idea no era salir como locos a sacarle los pistones al carro, sino recorrer la bella geografía del oriente antioqueño sin pasarse de la raya ni violentar ninguna de las normas de tránsito. Con la caja de cambios en posición automática tradicional, el 320d se comportó bastante bien en todo el recorrido, exhibiendo sus grandes dotes de comodidad a bordo por asuntos como la insonorización, el aire acondicionado y la estabilidad de la máquina, a la que hubo que exigirle bastante en algunos tramos del recorrido por las curvas pronunciadas y el tremendo aguacero que nos cayó en la parte más dura del camino. A veces parecía que la cola del carro se saldría de línea, porque con su tracción trasera me daba la sensación de que terminaría practicando algo de drifting. Nada raro pasó por fortuna gracias al control de estabilidad que tiene activación permanente.

Al terminar el aguacero encontramos el segundo puesto de control y al entregar la tarjeta en uno de los puestos definidos por los organizadores, me resultó inevitable recordar el mismo gesto que hacen los conductores de bus en todas las ciudades colombianas, cuando llegan “caídos” al chequeo de rigor. Podría decirse que los buseros hacen rally todos los días, midiendo las mismas distancias y calculando en su mente los tiempos de llegada entre un sitio y otro sin calculadoras, portátiles o iPads…

¡Recorte tiempo, pero ya!
Cuando vas en un rally dependes del navegante para casi todo y en mi función de piloto recibí órdenes muy claras por parte del equipo que me acompañaba. En una recta deliciosa, de cuyo nombre no quiero acordarme, recibí la instrucción expresa de acelerar a fondo para recuperar unos cuantos minutos que habíamos perdido por congestión vial. Ante la orden perentoria, cambié de caja a la versión DS (Drive Sport), que es la más deportiva y “¡¡meta chancleta anacleta!!” de 45 a más de 100 km/h (el tope no se los digo por aquello de que alguien del tránsito de pronto lee el post y me multa) en poquísimos segundos y dele sin dolor que la cosa es en serio. Magnífica sensación de seguridad, estabilidad y confianza en la máquina a ese ritmo de marcha.

El motor Diesel se desenvuelve con absoluta fluidez y agresividad, como si se tratara del motor a gasolina del MINI. Este 320d responde cual gran caballero, impecable y con fuerza, sin poner a rugir su motor ni agregarle vibraciones adicionales a la máquina. De verdad que sorprende la forma en la que camina este hijo de Baviera, que hace más dura la dirección de acuerdo con la velocidad del recorrido. Un verdadero deportivo con pinta de carro de casa. Ah! y un detalle adicional: el sistema de frenos con ABS incorporado funciona de maravilla. Un resalto que carecía de señalización me hizo exigir los frenos a fondo y hay que ver la respuesta eficaz y muy confiable de los discos en las 4 ruedas para detener la máquina justo donde se necesita.

De 19, honrosamente
Al final de la ruta y de casi agotar la batería del portátil, llegamos al cierre de ruta en el mismo sitio del que partimos. Más de dos horas y 150 kilómetros de camino nos regalaron una grandiosa experiencia de rally a bordo del BMW 320d, en la que cumplimos cabalmente con todos los controles de ruta, con todos los trayectos de la libreta del comienzo aunque, bueeeeno, se nos pasó un detallito con los tiempos, causados por la falta de cronómetro. En los escrutinios de los jueces nos quedamos con el puesto 19, entre 35 participantes.

Juan Pablo (primero a la izquierda) y sus amigos

Nada mal para ser mi primera experiencia de rally (y de mi hermano), aunque para Felipe este Red Mission engrosa la lista de trayectos exitosamente vividos. El puesto, finalmente, poco importa comparado con la experiencia y la sensación de manejo del 320d.

El actor Juan Pablo Raba

Juan Pablo Raba, para que se hagan una idea, tuvo que devolverse tres veces al sitio de partida, pues tuvo inconvenientes con la navegación de a bordo por ausencia de ayudas tecnológicas. Llegó feliz y muerto de la risa, emocionado al tope por vivir la ruta en el Cooper S de Autogermana y burlándose de sí mismo por el fiasco. Así, sin complicaciones, resultó este rally y tal y como se espera de un carro confiable y seguro, como el del papá, este BMW nos trajo sanos, salvos y felices de regreso a casa, con el saldo restante de los $30.000 de la tanqueada. ¡¡Viva el Diesel ecológico y rendidor!! Ah! un detalle adicional: la caja secuencial cumplió una muy buena función en el descenso por la variante de El Tesoro. Amarra muy bien el carro y da la sensación de conducir con caja manual, algo que siempre extrañaremos en Colombia por asuntos de costumbre y topografía.

Subir y arrancar Trato de hacer memoria y acordarme del primer momento en que un carro me llamó la atención más de lo normal y siempre me remito a unas viejas fotos de mi primer cumpleaños. Allí aparezco al lado de un flamante Ford Galaxie 500 adscrito al cuerpo de bomberos de alguna ciudad norteamericana. Posteriormente, mis padres continuaron regalándome autos en mis cumpleaños. Conservo también una fotografía con un pastel hermosamente decorado y un VW Beetle rojo que yo miraba con asombro. Vinieron luego los maravillosos Matchbox 1/64 y algunos coches de carreras que funcionaban con gasolina ¡de avión! Y que mis primos mayores gozaron a placer mientras el ruido ensordecedor que producían, me causaba genuino terror. Un tío fue quien acolitó (al fin y al cabo es sacerdote) mi primera “manejada” en su viejo Jeep Willys MB, con el que dábamos la vuelta a la manzana. El controlaba la pedalería y los cambios, mientras yo trataba de girar el pesado volante. Mis otros tíos me mantenían al tanto del mercado automotor, pues en los viajes y paseos me preguntaban por las marcas y modelos de todos los carros que veíamos, hasta que me los aprendí todos. De los “de verdad” recuerdo el Zastava 1500 amarillo de mi tío Aquiles, auto al que cariñosamente apodaban “el maracuyá” y que compraron el mismo año en el que nací. Cuando lo vendieron, casi no me cuentan pues temían mi tristeza al saberlo y pues, la verdad, no los defraudé. Llegó la época de las revistas, los catálogos, los libros y cuanta publicación sobre autos existiera. Pasaba tardes y noches devorándolas ansiosamente, aprendiéndome de memoria fichas técnicas, modelos, características y los datos más precisos de cada ejemplar. Eso sí de mecánica, nada. Me embiste un dulceabrigo y cualquier tornillo en un motor significa para mi, poco menos que magia negra Mi profesión de periodista me ha permitido experiencias inolvidables con los carros, dirigir algunos programas sobre el tema, cubrir las ferias, participar en encuentros, desfiles y ser testigo desde esta óptica del crecimiento y las contracciones del mercado, probar algunos modelos y conocer personajes que me han honrado con su invaluable amistad y sabiduría infinita. Con el advenimiento de internet y la televisión internacional, el aprendizaje se expandió a niveles insospechados. Ahora era posible explorar más allá y en tiempo real, lo que estaba sucediendo en el mercado automotor mundial. Participar en chats, foros y páginas se convirtió en la principal fuente de conocimiento y en un segundo aire para esta afición. Gracias entonces a la red mundial y a la magnífica herramienta que proporcionan los blogs, y, por supuesto, a la gentil complicidad del equipo de Medios Electrónicos de EL COLOMBIANO y su editor general, Fernando Quijano, que avaló esta propuesta, es que hoy puedo compartir con ustedes este rincón minúsculo del ciberespacio, en donde la idea es compartir experiencias y conocimientos, retroalimentarnos con las noticias que produce este dinámico sector, enterarnos de las novedades más recientes y, sobre todo, divertirnos con una pasión que va más allá de conducir y maravillarnos con el invento más sensacional de la historia. Se trata entonces de abrir el blogaraje y dejar salir la imaginación con el placer que produce ver estas hermosas piezas en acción, que nos roban suspiros y nos producen un constante hormigueo que solo los aficionados a los carros entendemos, compartimos y acolitamos (como mi tio el cura). Bienvenidos, súban, abròchense y disfruten el viaje.

5 comments

  1. John Zapata   •  

    Su unico problema en Colombia, es la representacion de autogermana, no responden por nada, mala respuesta a los clientes de BMW, tal sea el subdesarrollo.

  2. Violeta   •  

    Excelente reseña. Qué hay que hacer para participar en un rally?

  3. David Ruiz   •  

    Muy buen relato, cautivador y la verdad es que despierta envidia tener una oportunidad como esta, ya quisiera yo poder hacerlo…

  4. Rodrigo Kurmen   •  

    Felicito a Juan Pablo Ramirez por su excelente reportaje, así como a JuanGui Moreno por Blogaraje. Enhorabuena! como dicen los españoles.

  5. PP   •  

    Lo curioso es que JP Raba manejaba un Volvo C30 hasta hace no mucho…

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