Nos llega una información desde un canal de Youtube llamado Salomondrin, en el que un entusiasta de los autos de buena solera se pregunta, mientras viaja en el Bugatti Veyron Grand Sport Vitesse de un amigo, cuánto cuesta, aparte del precio inicial, mantener un bicho de estos a lo largo de su existencia. La cifra deja con los ojos en blanco hasta al más riquillo. Puestos a soñar, nos dimos a la tarea de calcular ese mismo costo si el carro estuviera en Colombia. Ojo, son datos aproximados. La cifra podría ser incluso superior. Veamos:
El fabricante sueco de exclusivos Hypercars, dirigido por el excentrico Christian Von Koenigsegg, quiere pisar los terrenos donde reina a placer el Bugatti Veyron, representante máximo del exotismo automotriz con sus 1.001 caballos y sus 400 km/h de velocidad punta. El Salón de Ginebra fue la sede escogida para buscar los selectos clientes de este tipo de juguetería.
Un nuevo récord mundial de velocidad ha caído a los pies del superauto más potente jamás creado, el Bugatti Veyron 16.4 Super Sport, al que 1200 caballos de fuerza han catapultado a 431 km/h en la pista de pruebas que el grupo VAG tiene en la región de Ehra-Lessien, cerca a sus cuarteles generales de Wolfsburg, en Alemania. La prueba se hizo el pasado sábado 3 de julio a las 2 p.m. (7 a.m. de Colombia).
Así como lo leen, el récord del precio alcanzado por un automóvil en una subasta ha caído (¿o subido?) estrepitosamente. Sucedió esta semana en un evento organizado por la casa Gooding & co. cuando un comprador anónimo pago una cantidad estimada entre 30 y 40 millones de dólares por un raro Bugatti Type 57SC Atlantic del que sólo se construyeron tres ejemplares en 1936.
Vamos a terminar comenzar el año en Blogaraje con una de nuestras listas extravagantes. Esta vez, se trata de averiguar morbosamente cuáles han sido los 10 siniestros más costosos en vehículos de cuatro ruedas, para hacer una especie de catársis asombrándonos con lo que cuestan las máquinas que cayeron en desgracia gracias a los malos manejos de sus descuidados propietarios. Aquí si no aplica la frase aquella de “eso le sale con copao, monito”. Asombrémonos entonces.