No cualquiera puede llevar bien entre manos los caprichos de un superdeportivo. Pese a tener un sinnúmero de ayudas electrónicas, se necesitan manos entrenadas para amansar los 500 o más caballos que se tienen bajo el acelerador y cualquier alteración de las leyes de la física puede terminar en un doloroso (y caro) incidente. Bajo esta premisa, los de Woking presentan en el Salón de Nueva York el McLaren 570S, un modelo de fulgurantes prestaciones como podría esperarse de la marca, pero con un modo de manejo más sencillo y práctico que sus hermanos mayores, el 650S y el bravo MP4-12C.
Las películas “de carros” en el cine no han sido las más afortunadas en cuanto a su crítica o calidad final. Las hay cómicas (Cannonball Run, The Dukes of Hazzard, Herbie y sus secuelas), de simple acción (Ronin, 60 seconds, Bullit, las de Bond), de animación (Cars) y hasta de terror (The car, Christine). Las de deportes a motor tal vez han sido las mejor libradas aunque también hay alguna basura por ahí. Recuerdo tres por el momento (Grand Prix, Le Mans y Days of thunder), que tienen una bien repartida carga de acción y drama y algunos planos y secuencias épicas en este tipo de cinematografía. Pero quiero detenerme particularmente en una cinta que se exhibe por estos días en las salas de cine de todo el mundo, “Rush”, de Ron Howard, ganador del Oscar por “A beautiful mind” en 2001 y conocido por éxitos taquilleros como “Apollo 13″ “The Da Vinci Code” y “Angels & Demons”. Rush, fácilmente, puede ser la mejor película que se haya rodado sobre el automovilismo y sino, por lo menos es la más emocionante.