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¿Qué pasaría si nos quedamos sin la capacidad de sentir emociones? Los neurocientíficos han demostrado que si los centros emocionales del cerebro se dañan perdemos la capacidad de tomar decisiones.
Por ejemplo el neurocientífico Donald Calne lo cuenta de una forma muy llamativa.
“La diferencia esencial entre emoción y razón es que la emoción nos lleva a la acción, mientras que la razón nos lleva a elaborar conclusiones”.
Si bien la emoción y la razón están entrelazadas cuando entran en conflicto la emoción va a ganar siempre, además sin esa especial presencia de las emociones, el pensamiento racional se debilita bastante.
Los consumidores no son ajenos a esto, existen algunos que toman las decisiones basadas en hechos y datos, los cuales representan una minoría de la población mundial, estas personas argumentan que tienen pocos sentimientos, que dejan las emociones en el congelador cuando salen de su casa y las retoman cuando vuelven, pero incluso para ellos, siempre hay algún producto o servicio que compran por impulso o emoción.
No obstante, la mayoría de la población consume y compra con la cabeza y el corazón, o mejor dicho con emociones, puede que busquen argumentos y bases racionales para apoyar sus decisiones y se hagan preguntas como ¿Qué hace el producto y por qué es la mejor elección? Pero su decisión es emocional, al comprar la gente piensa en me gusta, lo prefiero, me produce una buena sensación.
La mayoría de veces, antes de ver algo con muchos detalles, nos hemos hecho una idea previa de lo que es, antes de comprender, sentimos, esta es la razón por la cual es esencial lograr que las personas se sientan bien con las marcas y que estas despierten sensaciones positivas, eso es lo que hace la diferencia.
Lamentablemente se ha vuelto muy difícil introducir emoción en las organizaciones en tiempos donde uno de los objetivos más importantes es reducir costos y ese tipo de estrategias que generan conexión de las marcas con las personas requieren inversiones que son difíciles de medir, sin embargo la emoción siempre es enriquecedora en el corto y el largo plazo, porque inspira, conecta y apasiona, no solo a los consumidores sino a los mismos colaboradores de las organizaciones.
La marca más que un logo.
Muchos gerentes confunden la marca con un logo, pero la marca va más allá, es una conducta, es una promesa, y cuando una empresa está cumpliendo con los compromisos adquiridos con los consumidores, con buenas prácticas comerciales, institucionales y culturales, está construyendo marca, está generando una recordación positiva en el largo plazo, está generando emociones y por lo tanto llevando al consumidor a tomar decisiones a favor de su organización, no solo en cuanto a compra y recompra sino en un voz a voz constructivo, podría decirse entonces que, una marca que domina de manera extraordinaria la comunicación con el cerebro de las personas es aquella que cumple sus promesas, es aquella que recauda afectos, que genera emociones muy positivas con solo ser mencionada.
Ignorar lo que siente la gente nos puede llevar a una dirección equivocada, tal vez en las empresas hace falta eso, pensar en que las personas están llenas de sentimientos que quieren canalizar hacia una marca, por eso las emociones son una magnífica oportunidad para entrar en contacto con los consumidores y lo mejor de todo, es que las emociones son un recurso ilimitado, siempre están ahí, esperando ser estimuladas por nuevas inspiraciones, nuevas ideas y nuevas experiencias, ¿Será que lo aprenderemos en el corto plazo para dirigir nuestras estrategias comerciales y organizacionales al éxito? Es una buena pregunta para responder desde nuestras labores.
Hasta la próxima…
Mercadólogo – Profesional en coaching y neurociencia aplicada
Certificación internacional Asociación Española de Coaching (ASESCO)
Correo: dsancheg@gmail.com