Dos poderosos agujeros negros fueron encontrados en el centro de una lejana galaxia, orbitando uno alrededor del otro, un hallazgo gracias a astrónomos del Observatorio Nacional de Astronomía Óptica (NOAO) en Tucson Arizona.
La teoría postulaba que esos agujeros podían existir, pero no había sido fácil hallarlos.
Los agujeros están separados por tan solo 1/3 de un año luz, un décimo de la distancia de la Tierra a la más cercana estrella (distinta al Sol).
Luego de que una galaxia se forma, dijeron los astrónomos, se pueden formar agujeros negros en el centro. Dado que muchas galaxias se encuentran agrupadas, algunas pueden colisionar con vecinas. LO que no se entiende muy bien es qué sucede con esos agujeros. La teoría predice que pueden seguir orbitando uno al otro y, eventualmente, chocar y conformar uno más grande.
Uno de los agujeros detectados tiene 20 millones de veces la masa del Sol, mientras el otro unos 50 millones de veces.
El hallazgo, realizado por Todd Boronson y Tod Lauer, se hizo siguiendo las huellas que, se sabe, debe dejar un sistema binario. Para ello se analizó una lista de 17.500 quásares, de 100.00 más o menos conocidos hasta hoy.
Un quasar son las versiones más luminosas de unos objetos conocidos como galaxias activas, que pueden ser cientos de veces más brillantes que toda nuestra Vía Láctea, la mayoría de ellos a miles de millones de años luz.
La ilustración es cortesía de NOAO-P. Marenfel