Desde que Dawn lo fotografió de lejos, algo no era normal. Unos puntos brillantes sobre la superficie de Ceres, el mayor cuerpo del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
En dos estudios presentados en Nature se entrega una posible explicación a esos puntos blancos, así como a otras características del planeta enano.
Ceres tiene más de 130 áreas brillantes, la mayoría asociadas a cráteres de impacto. Para Andreas Nathues del Max Planck Institute for Solar System Research, en Göttingen, Alemania, el material brillante es consistente con un tipo de sulfato de magnesio llamado hexahidrita. Un tipo diferente de sulfato de magnesio es conocido en la Tierra como sal Epsom.
Para los investigadores, esas áreas ricas en sales quedaron cuando el hielo de agua se sublimó en el pasado. Los impactos de asteroides pudieron desenterrar la mezcla de hielo y sal.
“La naturaleza global de los puntos brillantes sugieren que ese mundo tiene una capa bajo la superficie que contiene hielo de agua salado”, según Nathues.
El otro estudio, de miembros del equipo científico de la nave Dawn, examinó la composición del planeta enano y halló evidencia de arcillas ricas en amoniaco.
El hielo de amoniaco se evaporaría hoy en Ceres, porque el planeta enano es muy caliente. Sin embargo, las moléculas de amoniaco podrían ser estables si se presentan en combinación con otros minerales (químicamente unidos, por ejemplo).
La presencia de compuestos con amoniaco abre la posibilidad de que Ceres no se originó en el cinturón principal de asteroides donde hoy reside, sino que se pudo formar en el Sistema Solar exterior,
Otra idea es que se formó cerca a su sitio actual, incorporando materiales que llegaron de ese exterior, de cerca de la órbita de Neptuno, donde los hielos de nitrógeno son térmicamente estables.
La superficie de Ceres, un cuerpo de casi 940 kilómetros de diámetro, es en general oscura, como el asfalto fresco. Allí sobresalen todos estos rasgos.