Hace unos meses, la Nasa y otras oficinas que vigilan el clima habían informado que 2016 había sido el más caliente de los 137 años de registros, desplazando al año 2015, que a su vez había destronado a 2014 como el más caliente. Continuar leyendo
Hace unos meses, la Nasa y otras oficinas que vigilan el clima habían informado que 2016 había sido el más caliente de los 137 años de registros, desplazando al año 2015, que a su vez había destronado a 2014 como el más caliente. Continuar leyendo
En busca de vida en otros mundos, el hombre mira hacia nuevos planetas extrasolares descubiertos, pero ¿qué tal que estuviera acá cerca? Continuar leyendo
Infinidad de páginas,multitud de estudios se han hecho sobre el tema, pero por primera vez científicos establecieron la conexión entre el dióxido de carbono de origen humano y las conchas deterioradas de caracoles marinos microscópicos, los pterópodos.
Este animalito es base de la alimentación de peces de interés económico como el salmón, el bacalao y otros más.
Pero más allá de su influencia, el hallazgo comprueba los efectos desastrosos que puede tener la acidificación de los océanos debido al aumento de CO2 en la atmósfera y que captan los océanos.
“Es la primera vez que hemos sido capaces de separar el porcentaje de CO2 de origen humano del natural en una porción grande de la costa oeste (de Estados Unidos) y vincularlo directamente con la disolución de las conchas”, dijo Richard Feely, científico de National Oceanographic and Atmospheric Administration (NOAA) quien lideró el trabajo.
“Nuestra investigación muestra que los humanos están aumentando la acidificación de las aguas costeras del oeste, haciendo difícil para las especies marinas formar conchas fuertes”.
Los océanos han captado 1/3 de las emisiones de origen humano de CO2 desde el comienzo de la era industrial. Eso reduce las emisiones en la atmósfera, pero a un costo para los océanos: aumenta su acidez, reduciendo los iones de carbonato, que son usados por los animales marinos para fabricar su coraza o concha.
Los pterópodos, caracoles del tamaño d ella cabeza de un alfiler, se hallan en el Pacífico y han sido foco de investigación en años recientes porque su concha está siendo afectada por el CO2 en el agua y puede ser un indicador de la acidificación que afecta el ecosistema marino.
Al discernir cuánto CO2 era de origen humano, se encontró en este es mayor en las partes menos profundas. También se estimó que las concentraciones de ese gas por las emisiones de combustibles fósiles constituyen hasta el 60% del CO2 en las aguas costeras de la Costa oeste. Pero las concentraciones se reducen 21% en aguas más profundas, a 100 metros, y caen a 18% a más de 200 metros. Varían además según el sitio y las estaciones.
Tras hacer el mapa del CO2 de origen humano, estudiaron los caracoles en aguas con distintas concentraciones del gas: más del 50% de las conchas recogidas en las aguas costeras tenían las conchas muy disueltas y del 10 al 35% de los tomados en aguas más lejanas de la costa tenían daño al examinarlas con microscopio de electrones.
“Desde los tiempos preindustriales, estimamos que la disolución de conchas ha aumentado 20 a 25% en promedio” en las aguas estudiadas, según Nina Bednaršek, de University of Washington, cuyos estudios previos han mostrado que la disolución de las conchas afecta la capacidad de nado y la protección frente a depredadores.
Es una marca simbólica, pero diciente. El boletín anual de Gases de Invernadero de la Organización Meteorológica Mundial contó que 2015 fue el primer año en que se alcanzó y superó una concentración de 400 partes por millón en la atmósfera, primero en varios cientos de miles de años.
Una marca que se ha afianzado en 2016 y que el año pasado tuvo un combustible adicional: el fuerte fenómeno de El Niño.
Esa marca se había pasado de manera discontinua, pero no de forma sostenida.
Todo sugiere que las próximas generaciones no verán bajar el CO2 a menos de las 400 ppm.
El Niño trajo sequías y con ello una disminución en la capacidad de absorber el CO2 en los bosques, la vegetación y los océanos. Estos sistemas captan por lo general la mitad d ellas emisiones, habiéndose sugerido ya que podrían estar saturados.
Del boletín se deduce que entre 1990 y 2015 hubo un aumento de 37% en el forzamiento radiativo (el efecto calentador de nuestro clima) dado el aumento de gases de invernadero de vida larga como el CO2, el metano y el dióxido de nitrógeno provenientes de las actividades domésticas, agrícolas e industriales.
Estamos en una nueva era realidad del cambio climático con esta marca, dijo Petteri Taalas, secretario de la OMM. Esto, cuando el mundo logró un acuerdo el año pasado en París para disminuir las emisiones, que entrará en vigencia a fines de este año.
Y aunque se acaba de lograr un acuerdo también para eliminar los hidrofluorocarbonos, otro poderoso gas de invernadero, el gran enemigo es el dióxido de carbono, que permanece en la atmósfera miles de años, dijo el funcionario. Si no se contiene, no se logrará mantener la temperatura a máximo 2 °C de más con respecto a la era preindustrial.
El CO2 responde por 65% del forzamiento radiativo de gases de larga vida. En nivel preindustrial de 278 ppm representaba un equilibrio entre la atmósfera, los océanos y la biosfera, pero las actividades humanas lo han roto en particular por el consumo de combustibles fósiles y cada vez está más desajustado: el aumento d ella concentración entre 2014 a 2015 fue mayor que el año precedente y que el promedio de los 10 años previos.
El metano CH4 es el segundo gas más importante de invernadero, contribuyendo con un 17% del forzamiento radiativo y cerca del 40% es emitido por fuentes naturales, como los humedales y termitas y cerca del 60% de actividades humanas como la ganadería, los cultivos de arroz, la explotación de combustibles fósiles, los rellenos sanitarios y la quema de biomasa. La concentración actual es de 1845 partes por billón, 256% más que el nivel preindustrial.
El dióxido de nitrógeno es emitido por fuentes naturales (60%) y antropogénicas (40%), incluyendo océanos, suelo, quema de biomasa, uso de fertilizantes y otros procesos industriales. En 2015 su concentración era de 328 ppb, 121% más que en la era preindustrial. Juega un papel activo en la destrucción de la capa de ozono estratosférica y responde por un 6% del forzamiento radiativo.
Hay otros gases también de larga vida que afectan el clima, como el hexafluoruro de azufre, producido por la industria, con niveles hoy el doble de los de mediados de los 90. Los CFC o clorofluorocarbonos que con gases halogenados contribuyen con 12% del forzamiento.
Parece difícil de creer, pero un análisis presentado en Climate Policy reveló que los países obligados a reducir emisiones bajo el Protocolo de Kyoto sí lo hicieron acorde con ese mandato.
El Protocolo rigió hasta el año pasado y su remplazo, el recorte voluntario que regirá a partir de 2020, fue aprobado en diciembre pasado en París.
Se trata de un estudio científico que mostró el cumplimiento de los 36 países. Y para ellos no fue costoso: representó solo 0,1 % de su Producto Interno Bruto para los países de la Unión Europea y menos para Japón, de un cuarto a un décimo de lo que los expertos consideraban tras acordarse el Protocolo en 1997.
Estados Unidos nunca ratificó el Protocolo y Canadá se retiró. Los demás cumplieron una vez entró en rigor en 2005.
El estudio usó los datos finales de los países sobre emisiones de gases de invernadero y los intercambios por unidades de carbono, datos que solo se conocieron a fines de 2015.
Se estableció que en total los países firmantes sobrepasaron su meta en 2,4 gigatoneladas de CO2 año (gigatoneladas de dióxido de carbono equivalentes por año).
Más allá de ver que se logró lo que nadie pensaba y a pesar de que los grandes contaminantes del planeta siguieron haciéndolo, como Estados Unidos, China, India y Brasil entre otros, el estudio sugiere que sí pueden los países cumplir compromisos adquiridos para reducir emisiones un hecho que alienta lo pactado en la cumbre de París del año pasado.
Los investigadores hallaron que la mayoría de aquellos países redujeron las emisiones al nivel requerido por el Protocolo y solo 9 (Austria, Dinamarca, Islandia, Japón, Lichtenstein, Luxemburgo, Noruega, España y Suiza emitieron más. Esos 9 solo sobrepasaron emisiones alrededor de 1 % de lo pactado pero cumplieron utilizando los mecanismos de flexibilidad.
1. Tomando gas de la atmósfera
Científicos e ingenieros en una planta de energía en Islandia han demostrado que las emisiones de dióxido de carbono pueden ser bombeadas a la tierra y modificadas químicamente para formar un sólido en cuestión de meses, un hallazgo que puede convertirse en una manera más de capturar el CO2 que calienta el planeta según el artículo en Science.
2. Ojo con la manipulación
Las Academias de ciencias de Estados Unidos recomendaron controlar la manipulación genética de animales que conduce a la modificación de ciertas características, una técnica vista como esperanza para combatir infecciones transmitidas por vectores, como la malaria. Indicaron que aún no se conocen bien todas las reacciones que podrían desencadenar en la naturaleza.
3. Muy acompañada
Lucy, como fue bautizada en 1974, fue un fósil que dio origen a una nueva especie, Australopitecus afarensis, que vivió entre hace 2,9 a 3,3 millones de años, no vivió sola. Entre hace 3,3 y 3,8 millones de años, plioceno medio, coexistieron varias especies como Australopithecus bahrelghazali y Australopithecus deyiremeda. Esto resta fuerza a la hipótesis que dice que solo existió al tiempo una especie que fue antecesora directa de los humanos. El artículo apareció en Proceedings of the National Academy of Sciences.
4. Mejor terapia
Científicos desarrollaron una técnica que puede ayudar a superar una serie dificultad de las terapias genéticas, la capacidad de generar una gran base de células con genes corregidos para aliviar heridas o enfermedades, pues esa incapacidad ha dificultado el desarrollo de muchas de esas terapias, que serían esperanza para miles de personas. El avance apareció en Science Translational Medicine.
5. Memoria ocular
Un estudio en ratones demostró que cuando se pierde la visión por un ojo, las células se adaptan a la nueva condición y forman nuevas conexiones. Si se vuelve a ver, las células recuperan su función, dando muestras de tener una memoria. Pese al hallazgo demostrado en Science, no se sabe cuál es el mecanismo detrás de esta plasticidad.
6. Sí son homos
El pequeño Hobbit sí era una especie de homo, sugiere un nuevo estudio que parece desvirtuar la hipótesis de quienes piensan que se trataba solo de seres con alguna clase de enanismo. Uno de los fósiles analizados tenía además, dijeron, síndrome de Down. Fósiles de estos seres se recuperaron en la isla de Flores en Indonesia, denominándose Homo floresiensis, pero el debate ha sido continuo. Esos habitantes de la isla, extinguidos ya, vivieron hasta hace cerca de 80.000 años. El estudio apareció en Plos One.
7. Bautizo periódico
La Unión Internacional de Química Pura y Aplicada nombró provisionalmente los nuevos elementos de la tabla periódica, así: el elemento 113 es el nihonio (Nh), el 115 recibió el nombre de moscovio (Mc), el 117 es tenesina (Ts) y el 118 es el organesón (Og). Son elementos superpesados. En 5 meses se tomará una decisión definitiva sobre si quedan bautizados así o se les cambia nombre.
8. Peces avanzados
Un estudio en Scientific Reports sugiere que hay peces que pueden reconocer rostros humanos. En el estudio con el pez arquero, tropical, se encontró que tienen esa capacidad pese a no representarles ninguna ventaja evolutiva. Los peces mostraron que reconocían un rostro entre una serie que se les mostraba, incluso son rasgos modificados.
9. Parásito poderoso
El Toxoplasma gondii, ese parásito que solo cumple su ciclo sexual en los gatos, que solo mide 5 micras, y que se considera ha infectado al menos a 2.000 millones de personas, interrumpe los neurotransmisores del cerebro y desencadena enfermedades neurológicas en aquellas personas predispuestas a tales enfermedades, según un estudio aparecido en Plos Pathogens. El T. gondii lleva a una mayor producción de glutamato, el principal neurotransmisor, afectando las neuronas.
10. Gigantes amenazados
Los grandes animales terrestres y marinos que son cazados por algunas de sus partes, como los elefantes por sus colmillos y los tiburones por las aletas, tienen doble peligro de extinción, por su tamaño y por su alto valor, según un estudio publicado en Current Biology. Pero mientras las especies terrestres pueden estar protegidas en algunos territorios, en el mar no existen esos territorios pues el rango de distribución de las especies es más amplio.
No es una buena noticia. Es muy mala. La tasa de crecimiento anual de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera subió 3,05 partes por millón en 2015, el más alto incremento en 56 años de investigación.
La concentración de ese gas de incide en el efecto invernadero y el cambio climático.
El dato lo presentó el Observatorio de Mauna Loa en Hawai, donde se mide la presencia de CO2 en la atmósfera.
También en 2015 fue la cuarta vez consecutiva que el CO2 creció más de 2 ppm, dijo Pieter Tans,cabeza de la red Global Greenhouse Gas Reference Network.
La alerta es clara. “Los niveles de dióxido de carbono están aumentando más rápido de lo que lo hicieron en cientos de miles de años. Es explosivo comparado con profesos naturales”.
En febrero de 2016, el promedio global de CO2 estuvo en 402,59 ppm. Antes de 1800 era en promedio de unas 280 ppm.
La última vez que la Tierra experimentó un crecimiento sostenido de CO2 de esta naturaleza fue entre hace 17.000 y 11.000 años, cuando los niveles se incrementaron 80 ppm. Hoy la tasa es 200 veces más rápida dijo Tans.
El gran salto en los niveles se debe en parte a los patrones del tiempo de El Niño, ante la respuesta de los bosques, las plantas y otros sistemas terrestres a los cambios en el tiempo, la precipitación y la sequía. El mayor aumento previo ocurrió en 1998, también en un El Niño fuerte.
Las altas emisiones continuas por el consumo de combustibles fósiles responden por el crecimiento en los años pasados.
1. El mejor no incentiva
Es muy común: en las oficinas destacan al empleado del mes o del año. En los centros educativos también. Lo hacen para poner de ejemplo su esfuerzo. Ahora un estudio en Psychological Science sugiere que esa distinción puede tener un efecto contrario en los demás: los desalientan a tener más logros, lo que los autores llaman ‘un desestímulo ejemplar”. Eso significaría que hay que alentar otro tipo de prácticas en instituciones y empresas.
2. Tortugas a la carta
Hoy en algunos países del sudeste asiático la sopa de tortuga es una exquisitez. En otros lugares no se consume. No fue siempre así. Cerca e Tel Aviv, Israel, científicos desenterraron fósiles de tortugas de hace 400.000 años que sugieren que eran consumidas por los habitantes de aquella época, mostrando la diversificación de la dieta de quienes vivieron en el Paleolítico. El estudio apareció en Quaternary Science Reviews.
3. Confieso que lo hice
Una nueva investigación aparecida en Proceedings of the National Academy of Sciences muestra que la privación del sueño puede hacer que las personas admitan falsamente que hicieron algo malo. En Estados Unidos, por ejemplo, las falsas confesiones son cerca del 25% de los casos de convictos injustamente encausados. Esa táctica es común en interrogatorios a sospechosos, haciendo que la persona pierda la capacidad de anticipar las consecuencias de sus acciones.
4. Hormona riesgosa
La hormona arginina vasopresina promueve la cooperación arriesgada en humanos dice estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences. La cooperación se ha sabido, es intrínsecamente reconfortante para las personas permitiéndoles subvalorar riesgos asociados con ella. En el experimento, las personas que recibieron esa hormona eran mucho más dados a cooperar en un juego que suponía altos riesgos, que aquellos que no la recibieron algo que sugiere que esa hormona desempeña un papel activo en ese comportamiento.
5. Juntos es mejor
Los pájaros pequeños también forman lazos duraderos con sus congéneres, además compartir largos viajes con ellos, una cercanía que favorece la reproducción y facilita el proceso de ajustarse a un nuevo lugar, según el estudio aparecido en Bird Study. Esa característica había sido observada y estudiada en aves grandes. Los miembros de un grupo de luganos pueden permanecer juntos hasta 4 años.
6. Emisores clandestinos
No habían sido muy estudiados en cuanto a su aporte. Por eso sorprenden los datos de un estudio aparecido en Nature Geoscience que dice que los estanques o humedales pequeños de menos de media hectárea que solo comprenden 8,6% del área de lagos y estanques responden por el 15,1% de las emisiones de dióxido de carbono y 40,6% de metano de esos cuerpos de agua. Para el estudio revisaron 427 de esos humedales.
7. La estatura y el cáncer
Las personas de mayor estatura tienen menos riesgo de desarrollar enfermedades como las cardiovasculares y la diabetes, pero un mayor riesgo de cáncer, lo cual se debe a la activación de un sistema relacionado con los factores de crecimiento. El estudio apareció en The Lancet Diabetes & Endocrinology y tiene implicaciones para la guía médica.
8. De víctima a victimario
La Tierra, según varios investigadores, tiene mucho que agradecerle a Júpiter pues según sus estudios ha servido de escudo protector desviando cometas y asteroides dada su gran influencia gravitacional. Una investigación aparecida en Astrobiology cuestiona esa creencia y dice que por el contrario Júpiter y Saturno se han encargado de ‘patear’ objetos hacia el sistema solar interior, del cual la Tierra forma parte. ¿Cuál hipótesis prevalecerá?
9. Pobreza, flacura y gordura
Cuánto comes dependerá para muchos de cuán acomodada era su familia. Un estudio sugiere que las personas que de niños padecen hambre, cuando crecen y tienen mayor riqueza comen incluso en ausencia de hambre, lo que influye en la tendencia a la obesidad y otros desórdenes, según el artículo en Psychological Science. La pobreza interrumpe el vínculo entre hambre y comida.
10. A vivir más
Investigadores demostraron que las células senescentes, que no se dividen y se acumulan con la edad, impactan de modo negativo la salud y acortan la vida de los ratones en un 35%. El estudio revela que la eliminación de esas células retrasa la formación de tumores, preserva el funcionamiento de tejidos y órganos y extiende el ciclo vital sin efectos adversos observados. La pregunta ahora es ¿servirá para humanos? El artículo apareció en Nature.
Lo que le pasa a la Amazonia le pasa al mundo. Y no es por alardear. Un nuevo estudio concluyó que toda la gran región estará más expuesta a sequías extremas, lo que afectará todo el planeta.
Las sequías extremas implicarán alteraciones en la estructura del bosque, su composición, biomasa y emisiones de carbono.
Hasta hoy la principal fuente de emisiones de dióxido de carbono de la Amazonia provienen de la acción humana, en especial la deforestación, pero en el futuro el cambio climático puede producir una exacerbación de las emisiones por cambios en el medio ambiente amazónico, lo que es más difícil de controlar.
El estudio, que tomó en cuenta 35 modelos del clima sugiere que el cambio climático incrementará la frecuencia y la extensión geográfica de las sequías en la mayor parte de la Amazonia, lo que puede contribuir a la degradación de la selva y por ende a un aumento en las emisiones de CO2 a la atmósfera, acrecentando el calentamiento global.
No es mentira. El año pasado la sequía casi mata de la sed a Sao Paulo, mientras en otros puntos hubo inundaciones severas, como en Rodonia. Porque las lluvias intensas también serán extremas y más frecuentes, explicó Philip Duffy, uno de los autores de este estudio publicado en PNAS.
Es que el efecto no será total en todas las zonas, pero el área que experimentará más sequías se doblara y triplicará hacia 2100 y también aumentarán las lluvias hacia 2040.
En Colombia la Amazonia abarca 483.000 kilómetros cuadrados, 41,3 del territorio nacional y 5,76% del total de la Amazonia, de los cuales cerca de 10% ha sido deforestado, una región cuyo clima incide de manera directa en el clima andino, por lo que un cambio ambiental severo afectaría al resto del país.
Con la crisis galopante del cambio climático, el mayor problema de la humanidad, la Amazonia cobra mayor importancia y las miradas se dirigen a ella.
Un reciente estudio publicado en Nature indicaba que la tasa de mortalidad de los árboles es muy alta y la captura de carbono ha disminuido.
Un nuevo estudio publicado en Geophysical Research Letters determina el impacto de la actividad humana en la capacidad de la selva amazónica de capturar carbono.
Desde los años 60 se ha removido más de 1/10 de los árboles y plantas de la gran región. Esa remoción ha contribuido al aumento de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera incrementando el potencial efecto del cambio climático.
La deforestación en la Amazonia responde por el 1,5% de aumento de los niveles de CO2 observado desde mediados de los 50.
Es, sin embargo poco comparado con el efecto de las emisiones de los combustibles fósiles, que responde por la gran mayoría de ese incremento.
Si no hubiese ocurrido esa deforestación, la selva almacenaría 12% más carbono y cubriría un área mucho mayor que la actual.
Los científicos mostraron mapas de cuáles áreas ocuparía hoy la Amazonia si no hubiera sido deforestada.
El impacto ha sido además sobre la biodiversidad.
El balance por la deforestación ha sido influido por el recrecimiento parcial de la vegetación en distintas áreas a pesar de la actividad humana.