Una cantidad inimaginable de partículas y hollín producido por incendios en todo el globo se levantó por el aire y cubrió todo el planeta, que vivió dos años en el Hades.
Hace pocas semanas un estudio reveló que los gatos expuestos al polvo que sueltan algunos aparatos, dispositivos y muebles hogareños tendrían problemas de salud. Pero no son solo los gatos: los niños.
Químicos agregados a mueble,es, electrónicos u otros bienes para prevenir incendios, conocidos como retardantes, pueden tener consecuencias en los niños dijo un estudio piloto.
Científicos de Oregon State University hallaron una relación significativa entre comportamientos sociales de niños y su exposición a retardantes de uso común, según Molly Kile, epidemiólogo ambiental y profesor en OSU.
“Cuando analizamos evaluaciones de conducta y niveles de exposición, observamos que esos niños que tenían más exposición a ciertos retardantes era más probable que presentaban conductas como agresión, desafío, hiperactividad, desatención y acoso”, dijo Kile.
Los retardantes se encuentran en todo el ambiente construido, en muebles, colchones, alfombras, electrónicos, vehículos y más. Son químicos agregados a los productos, que no se pegan y poco a poco son liberados en en ambientes cerrados.
Aunque han sido prohibidos o cambiados en algunas partes, aún son de uso extendido.
Los tipos de retardantes más comunes son los difeniléteres brominados y los basados en organofosfatos, que surgieron como remplazo de los primeros.
Otros estudios han mostrado que ambos se relacionan con una función cognitiva más pobre en los niños y ahora se demuestra el vínculo con la salud emocional y social de los niños.
“Las habilidades sociales que los niños aprenden en preescolar sientan las bases para su éxito escolar, y también para su salud social y emocional y su bienestar en la vida”, explicó Shannon Lipscomb, coautora.
El estudio se hizo con 92 niños de 3 a 5 años, que usaron una manilla de silicona durante 7 días para medir su exposición a los retardantes de llamas.
El estudio apareció en Environmental Health.
Cometas. ¿Se imaginan un cuerpo que choque con la Tierra y queme una extensa región? Lo de Tunguska en 1908, cuando algo aún desconocido devastó una extensa región de Siberia, no será nada con otro choque.
De ese choque no hay testigos. Según algunos científicos, ocurrió hace cerca de 12.900 años, provocando una onda de choque que se desplazó a través de Norte América a cientos de kilómetros por hora y provocó incendios continentales.
Miremos cómo trabaja la ciencia. Sandy Harrison, de la Universidad de Bristol y colegas, probaron la hipótesis examinando registros de carbón y polen para precisar cómo se habían sucedido los incendios en Norte América entre hace 15.000 y 10.000 años, una época de rápidos cambios climáticos.
Los resultados no revelaron evidencias de un súper fuego continental, pero respaldan el hecho de que el aumento de grandes incendios en todas las regiones del planeta la década pasada está relacionado con un incremento en el calentamiento global.
Hacia al final de la Younger Dryas, hace unos 11.700 años, hubo un intervalo cuando la temperatura de Groenlandia se calentó más de 5 grados en unas pocas décadas. El grupo utilizó 35 registros de carbón vegetal en sedimentos en lagos a lo largo de Norte América para ver si los incendios respondieron a tan brusco cambio, sabido que el fuego aumenta cuando sube la temperatura.
Los científicos encontraron cambios evidentes en la biomasa quemada y en la frecuencia de los incendios cuando el colima cambiaba abruptamente y en particular cuando las temperaturas subieron al final de la fase fría de la Younger Dryas, un periodo caracterizado por un decaimiento general de la temperatura.
El hallazgo, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, echaría por el piso el choque del cometa.