Extinguir: esa vieja costumbre humana

Ha sido el hombre el mayor depredador que ha existido o son los fenómenos naturales los que han dado cuenta de ciertos animales? Podría ser lo uno o lo otro, pero nuevas evidencias apuntan a que el hombre sí ha participado, desde la prehistoria, en la extinción de algunas especies.
A esa conclusión llegaron investigadores encabezados por el profesor Chris Turney, de la Universidad de Exeter, que publicaron sus hallazgos en Proceedings of the Nacional Academy of Sciences.
El estudio concluyó que los canguros gi8gantes de Tasmania, los marsupiales rinos y los leopardos aún habitaban lo que hoy es la isla cuando los primeros humanos se asentaron allí hace unos 43.000 años, cuando la isla estuvo conectada, temporalmente, por un puente de tierra que la unía a Australia.
Ningún ejemplar de esa megafauna sobrevivió a nuestros días, lo que coloca a esos pobladores en el rango de sospechosos de haber participado en su extinción.
El nuevo descubrimiento tiene que ver con evidencias de que los canguros gigantes vivían allí cuando llegaron los primeros humanos. Estas pruebas controvierten la idea de que el cambio climático producido al final de la última edad de hielo era la responsable de su desaparición.
Mediante modernas técnicas de datación con radiocarbono y luminiscencia, los científicos pudieron determinar con mayor precisión que nunca la edad de restos fosilizados de esa megafauna. Los resultados demostraron que algunos de esos animales sobrevivieron hasta al menos hace 41.000 años, es decir dos mil años después de la llegada de los primeros pobladores.
En la foto, cortesía del Museo Reina Victoria de Tasmania, se observa un cráneo de protemnodonte hallado en la caverna del monte Cripps, al noroeste de Tasmania.

Celebración por lo alto

El telescopio espacial Hubble acaba de completar su giro 100.000 alrededor de la Tierra, luego de 18 años de vida al servicio de la Astronomía y la ciencia.
Para conmemorar la ocasión, la Agencia Espacial Europea informó que el Hubble dirigió su telescopio hacia una nebulosa colorida en cercanías a la nube estelar NGC 2074 (arriba a la izquierda de la foto), en la que se encontró una región tormentosa donde se están formando estrellas, alimentado el proceso, al parecer, por la explosión de una supernova o estrella gigante que terminó su vida.
La región se encuentra en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de nuestra Vía Láctea.
El pilar con parecido a un caballito de mar, abajo a la derecha en la foto, tiene unos 20 años luz de longitud. Fascinante vista, suministrada por la esa agencia espacial.

No huele bien, pero tiene valor

¿Qué pensaría si el estiércol del ganado podría generar electricidad? Es más, las vacas podrían proporcionar energía para millones de personas. S´pi, así parece.
Una investigación publicada en Environmental Research Letters tiene implicaciones para cualquier país donde paste ganado y es el primer intento para definir los procedimientos para cuantificar la cantidad de energía renovable que el ganado vacuno y otros podrían generar en una región dada y ayudar de paso a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
El estiércol o boñiga, cuando se descompone naturalmente, emite dos potentes gases de efecto invernadero, óxido nitroso y metano, Según el Panel Intergubernamental en Cambio Climático, el primero calienta la atmósfera 310 veces más que el dióxido de carbono, mientras que el metano lo hace 21 veces más.
La producción de energía se haría mediante una digestión anaeróbica, similar a la realizada cuando se fabrica compost, con la que el estiércol derivaría en un biogás energético, que con unas microturbinas podría generar electricidad. En la foto se aprecia boñiga usada para producir energía en zona rural.

Otro mar en el espacio

Titán y su mar

A los océanos de la Tierra y al mar subterráneo en Europa, luna de Júpiter, súmeles otro: el que parece haber detectado la sonda Cassini, que hace años estudia a Saturno y su sistema de satélites.

El mar de agua y amoníaco se encuentra bajo la superficie de Titán, una luna que con sus dunas, lagos, canales y montañas tiene una de las más variadas y activas superficies que recuerdan el paisaje terrestre.
 

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El cabello os delatará

Testigo oculto

Somos lo que heredamos. Pero también lo que comemos y los sitios que visitamos. ¿Cómo así?
Investigadores del Departamento de Geología y Geofísica de la Universidad de Utah acaban de encontrar, tras un amplio meustreo en 65 ciudades en Estados Unidos, que existe una correlación entre los isótopos del agua
y el cabello de las personas. La correlación fue del 85 por ciento.   

 ¿Qué significa esto? Que el agua de cada localidad tiene una característica especial. Tras ingerirla, su huella queda imrpesa en el cabello, lo que puede indicar dónde estuvo esa persona.La técnica puede ser muy útil en campos como el forense, según los investigadores, encabezados por James Ehleringer. 

La visita a Encelade

Hoy la sonda Cassini, que explora el planeta Saturno y su sistema de  anillos y lunas, pasará por Encelade, pero no será un tránsito como otros que ha efectuado en estos años. No. La sonda volará directamente sobre las fumarolas y chorros de partículas congeladas que salen de una fractura en el polo sur, una especie de volcanismo en la forma de géiseres, que han llevado a plantearse la pregunta de si el interior de esa pequeña luna, menor que nuestro satélite natural, no está repleto de agua y, por lo tanto, podría ser un lugar en el vecindario donde habría vida.

El sobrevuelo de Cassini permitirá allegar más datos, pero no resolverá el misterio. Solo cuando una nave se pose en la gélida luna se sabrá qué hay en su interior.