20 años buscando un disco Bajo Tierra

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Si el rock es calle, debajo de la calle hay tierra. Y esta historia sí que tiene calle, tierra y rocanrol. Finalizando los 90, era un puberto curioso y deseoso de nuevos sonidos. Caminé por muchos barrios con una maleta Lesportsac negra decorada con parches de I.R.A, Dead Kennedys, The Clash, la carita de Nirvana, y una A de anarquía que yo mismo plasmé con pintela color rojo. En ella guardaba los casetos, los nuevos y los que me prestaban, llegaba a casa, ponía a reproducir y a grabar al mismo tiempo, mientras hacía los libritos que iban dentro de la caja. En esa rutina no solo llegué a casa de amigos y desconocidos que vendían música por catálogo, sino también a los San Alejo en el Parque Bolívar, al Pasaje San José, donde no le vendían música a todo el mundo y me tuve que ganar ese mérito. Igualmente llegué al Paseo La Playa, y transité caminando o en bus de Bello a Itagüí, de Laureles a Robledo, en busca de música para mi colección.

Un día, uno de esos amigos de música me llamó y me dijo: “tengo el Lavandería Real y en CD”. Yo no sabía quiénes eran, ni cómo sonaban, pero yo le creía, sabía que era un buen disco. Nos encontramos en unas escalas en Itagüí. Él sacó el CD de su bolso, me lo mostró y abrimos el librito para verlo. Decía: BajoTierra – Lavandería Real, todo eso en un círculo rojo con franja amarilla.

A los segundos le dije: -“¿Puedo ir a grabarlo?, prometo no demorarme”.

-No es mío y ya vienen a reclamarlo- Respondió negativamente el melenudo amigo.

Sin embargo, luego de insistir, me dejó ir corriendo a grabarlo. Llegué a casa agitado, preparé todo, y empezó la captura. Cuando iba por la tercera canción -Jimmy García- tocaron a mi ventana, era momento de entregar el CD.

Esos tres tracks: Intro-Justiciero, Las Puertas del Amor y Jimmy García, los escuché por 9 meses seguidos, todos los días. Luego, ese mismo disco lo encontré en la casa de una prima, al lado de otros de U2 y The Smashing Pumpkins. Lo tomé prestado, lo grabé en casete y pude escucharlo, pero a los días mi grabadora murió. Parecía que la vida no me dejaba tener el Lavandería Real de Bajo Tierra. A los años, cuando ya Youtube se consolidaba como nuestro reproductor de música, compré el disco, más caro que hace 10 años, y lo guardé como tesoro. En una fiesta de amigos desapareció mágicamente. Vaya amigos los que tengo. Espero el que lo tenga lo disfrute como nunca.

Y todas estas historias las cuento porque en el 2016 este disco generacional cumple 20 años. Dos décadas de agitar la vida, de musicalizar a Medellín, de hacer historia y convertirse en crónica de la calle, en mito, en orgullo para nuestro rock colombiano.

11 canciones que son raíz, influencia y esencia, no solo para fanáticos, sino también para los músicos de vieja data y la nueva sangre que hace rocanrol en Colombia. Un disco para tener en el estante, para guardar en el corazón. Y como bien cuento, luego de 20 años aún no tengo esta producción fundamental para mi vida. Por eso si a usted le sobra uno, o simplemente le conmovió esta trágica historia de pérdidas, hallazgos, rocanrol, y mucha tierra caminada, pues véndalo o dónelo a este humilde fan fatal.

 

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