La agrupación bogotana Meridian Brothers, ofrecerá un concierto lleno de sorpresas, música y risas. Una fiesta que fusiona el folclor musical colombiano con elementos del rock, la electrónica y el pop. Los Meridian se presentarán el sábado 17 de agosto en Medellín, en la temporada de sonidos emergentes organizada por el Teatro Pablo Tobón.
Meridian Brothers es una combinación de música tradicional y contemporánea, una mezcla psicodélica a la que agregan pequeñas dosis de humor, formando un estilo fresco e innovador. Este proyecto nace en 1998. Para entonces, Eblis Álvarez, su fundador, tocaba todos los instrumentos por aparte y luego creaba una pieza a partir de ellos. Con el tiempo evolucionó en un combo que reúne a María Valencia (saxofón, clarinete, percusión y sintetizadores), Damián Ponce (percusión), César Quevedo (bajo) y Alejandro Forero (electrónica y sintetizadores).
Eblis es guitarrista clásico y estudió en el Instituto Danés de Música Electrónica. Además de Meridian, es guitarrista en Frente Cumbiero, una agrupación sin vocalista que experimenta con este género, y hace parte de Ondatrópica, una orquesta de sonidos tropicales, que reúne importantes músicos de varias generaciones.
Desde sus inicios, este grupo ha cultivado su propia identidad, mejorando con constancia y construyendo un alto reconocimiento en Latinoamérica y países europeos como Alemania, Francia y Holanda, entre otros. En esta ocasión, traen a Medellín “Desesperanzas”, el nombre de su último álbum.
La boletería está disponible a $10.000, $20.000 y $30.000. Para las personas de estratos 1, 2 y 3 la entrada será libre presentando la factura de los servicios públicos. Una invitación de La Alcaldía de Medellín y su programa Formación de Públicos.
Información general
Lugar: Teatro Pablo Tobón
Fecha: Sábado 17 de agosto 2013
*Boletería: $10.000, $20.000 y $30.000
Hora: 8:00 p.m.
La agrupación bogotana Meridian Brothers, ofrecerá un concierto lleno de sorpresas, música y risas. Una fiesta que fusiona el folclor musical colombiano con elementos del rock, la electrónica y el pop. Los Meridian se presentarán el sábado 17 de agosto en Medellín, en la temporada de sonidos emergentes organizada por el Teatro Pablo Tobón.
Meridian Brothers es una combinación de música tradicional y contemporánea, una mezcla psicodélica a la que agregan pequeñas dosis de humor, formando un estilo fresco e innovador. Este proyecto nace en 1998. Para entonces, Eblis Álvarez, su fundador, tocaba todos los instrumentos por aparte y luego creaba una pieza a partir de ellos. Con el tiempo evolucionó en un combo que reúne a María Valencia (saxofón, clarinete, percusión y sintetizadores), Damián Ponce (percusión), César Quevedo (bajo) y Alejandro Forero (electrónica y sintetizadores).
Eblis es guitarrista clásico y estudió en el Instituto Danés de Música Electrónica. Además de Meridian, es guitarrista en Frente Cumbiero, una agrupación sin vocalista que experimenta con este género, y hace parte de Ondatrópica, una orquesta de sonidos tropicales, que reúne importantes músicos de varias generaciones.
Desde sus inicios, este grupo ha cultivado su propia identidad, mejorando con constancia y construyendo un alto reconocimiento en Latinoamérica y países europeos como Alemania, Francia y Holanda, entre otros. En esta ocasión, traen a Medellín “Desesperanzas”, el nombre de su último álbum.
La boletería está disponible a $10.000, $20.000 y $30.000. Para las personas de estratos 1, 2 y 3 la entrada será libre presentando la factura de los servicios públicos. Una invitación de La Alcaldía de Medellín y su programa Formación de Públicos.
Información general
Lugar: Teatro Pablo Tobón
Fecha: Sábado 17 de agosto 2013
*Boletería: $10.000, $20.000 y $30.000
Hora: 8:00 p.m.
¿Quieres ir? El Fan Fatal te invita a vos y a un acompañante a este concierto….
Solo debes responder al correo electrónico elfanfatal@gmail.com las siguientes preguntas….
1. Dinos cual ha sidola publicación que más te ha gustado de El Fan Fatal.
2. Qué le sugerirías para próximas publicaciones.
3. Danos la razón por la que quieres ir a este concierto.
Con estas tres preguntas te llevas un pase doble para asistir el concierto. (Las primeras dos personas que respondan, se llevan los pases)
Once horas de concierto, 13 presentaciones y más de 50 músicos
Una gran fiesta se aproxima con los músicos de la ciudad, un concierto de 11 horas y 13 presentaciones para celebrar la víspera del solsticio de verano. Rock, jazz, reggae, metal, punk y muchos géneros mas estarán presentes el jueves 20 de junio, de 3:00 p.m. a 2:00 a.m. en el Teatro Pablo Tobón.
El concierto es organizado por la Unión del Sector de la Música (USM) y el Teatro Pablo Tobón. Sin músicos no hay fiesta y por eso serán ellos los protagonistas de la celebración de la noche más corta del año, la víspera del solsticio de verano. Durante 11 horas continuas más de 50 artistas de diferentes géneros se tomarán el Teatro.
Juancho Valencia y Teresita Gómez (Interpretación de piano), Siguarajazz (salsa/latin jazz), SonBatá (fusión/folklor), Pargo rojo (electro rock), Alcolirykoz (rap), Mandrágora (rap), Esteban Gira (rock), Alibombo (percusión experimental), Hasta el fondo (rock and roll), Artefacto (rock), DonKristobal (reggae), Athanator (metal) y Los Suxioz (punk), serán los protagonistas de esta fiesta.
La boleta no tendrá un precio establecido, será el público quien le ponga el valor. Un reto para saber cuánto se atreven a pagar por apoyar a los músicos que les gustan. Todo el dinero de la boletería se dividirá en partes iguales entre los artistas participantes.
INVITA EL FAN FATAL
Programación
Don Kristobal (Reggae) – 3:00 a 3:45 p.m.
Esteban Gira (Rock) – 3:45 a 4:30 p.m.
Pargo Rojo (Rock) – 4:30 a 5:15 p.m.
Juancho Valencia y Teresita Gómez (Interpretación piano) – 5:15 a 6:00 p.m.
Hasta el Fondo (Rock N`Roll) – 6:00 a 6:45 p.m.
Artefacto (Rock) – 6:45 a 7:30 p.m.
Alibombo (Percusión experimental) – 7:30 a 8:15 p.m.
Mandragora (Rap) – 8:15 a 9:00 p.m.
Alcolirycoz (Rap) – 9:00 a 9:45 p.m.
Athanator (Metal) – 9:45 a 10:30 p.m.
Los Suxioz (Punk) – 10:30 a 11:15 p.m.
Siguarajazz (Salsa) – 11:15 p.m. a 12:00 a.m.
Son Batá (Folklor) – 12:00 a 12:45 a.m.
Metalmedallo 2013 viene con una propuesta audiovisual, que ademas de programa de tv virtual de los conversatorios y conciertos, emitirá programas de radio o podcast, con los cuales se pretende difundir y dar a conocer las propuestas musicales de cada concierto.
El Fan Fatal presenta el primer programa de Radio del proyecto METALMEDALLO.
En esta emisión se presentan canciones de las bandas que participarán en el primer concierto del año, el próximo 2 de marzo de 2013: ATHANATOR, DAYCORE, DISASTER & FROZEN CHAOS.
Además información referente al Festival Metalmedallo 2013.
La historia de dos vidas distintas, unidas por seis cuerdas templadas…
Por Diego Londoño
@elfanfatal
diego@musicasomos.net
Al llegar a Marinilla, municipio del oriente Antioqueño, y luego de un extravío descuidado en la carretera que conduce a la capital de Colombia desde Medellín, pregunto inocentemente dónde queda ubicado el taller de guitarras, me responden a punta de sonrisas marinillas con varias direcciones, al caminar más de 10 minutos me doy cuenta que son varios los talleres, varios los pioneros y representantes del instrumento en este municipio guitarrero por excelencia.
El día anterior había acordado encontrarme con un rostro que vi más de una vez en etiquetas de guitarras de amigos, maestros y hasta mías, un rostro conocido en mi adolescencia musical y rebelde.
-Entonces nos vemos a las ocho, acá en mi taller al lado de la autopista, por el cementerio de Marinilla. Dijo.
-Así será señor… nos vemos mañana, muchas gracias por todo.
Caminando me topé de repente con un letrero grande a la entrada de un jardín enlodado por la lluvia del alba, “Guitarras La Sonora. Gerardo Arbeláez, leyenda desde 1898”. A las ocho en punto de la mañana estaba pisando el botón que era avisado por un cartel que decía, ´fábrica, timbre aquí´.
Salió ese rostro que por tantos años había visto, para mí era casi familiar, como un viejo conocido.
-Don Gerardo como está, ayer hablamos para este encuentro, ¿se acuerda? Dije.
- Ahh, ¿Cómo está?
Fue el saludo simplón que recibí aquel jueves frio y húmedo de agosto.
De repente su rostro se transformó, parecía resistirse a que alguien ingresara a su mundo, el de las cuerdas, la madera inmunizada, el roble, el cedro, el colbón, la macilla, las prensas y los trastes.
-Hombre hoy estoy como ocupado, solo tengo un trabajador. Deberías pasarme esas pregunticas por escrito y yo las miro y nos sentamos más tranquilos en otra oportunidad.
Sentí por un momento que había perdido el trabajo, las llamadas y la ilusión, que la madrugada preparada para recorrer los 47 kilómetros de distancia en un microbús, y los 4.700 pesos del pasaje, se desvanecían entre la niebla oriental de Antioquia. Mi voz se quebró y mi ceño insistió- así quisiera- en no fruncirse.
-Don Gerardo, yo vengo desde Medellín solo para conversar con usted y verlo trabajar un rato. No es nada complicado, del resto me encargo yo. ¿Puedo ver su taller?
Después de todo pude ingresar tímidamente y ver el espacio artífice de toda una tradición cultural en Antioquia.
Doy unos pasos en las pequeñas baldosas coloridas de la casa de paredes amarillas. El olor a madera ya se entrometía en el ambiente, y el rostro de Don Gerardo seguía tan rígido como la madera de sus guitarras.
Gerardo Arbeláez se ubicó en la mesa central del patio, agarró el mástil de una guitarra en construcción que hacía parte de un cúmulo de maderos ubicados en el suelo, le dio dos golpes en la parte superior con la intención de revisar su encaje. Luego, inició a pegar los 18 trastes enumerados en la madera, con la experiencia que sólo dan los años y con la certeza de que algún día, eso que hasta el momento parecía tan sólo un madero insípido, emitiría toda clase de notas y melodías. Acordes, ritmos y canciones pegajosas desfilarían por las cuerdas cobrizas que más tarde pondría también con cuidado. Me distraje un rato mirando la grabadora Silver repleta de viruta de aserrín que teníamos enfrente, “Se va, se va la lancha, se va con el pescador y en esa lancha que cruza el mar, se va también mi amor”, sonaba de fondo en el 830 am de Radio reloj.
Su labor matutina empezó a mi lado, de a poco empezamos a conversar, Gerardo Arbeláez, el creador de las guitarras La Sonora, que se construyen hace más de 50 años, ahora martilla mientras de reojo observa como tomo apuntes sobre lo que tímidamente me cuenta, mientras yo sutilmente trato de romper el hielo.
Él es un hombre tranquilo, que disfruta la vida mientras ella pasa a su lado. Sus días son llenos de madera, cuerdas y música, la que disfruta oyendo y con la que alimenta su alma. La música colombiana es su motor, los boleros su corazón. Admira y disfruta al maestro León Castaño, al Dueto de Antaño, Los Panchos y Los Diamantes. Su experiencia se nota en el hablar, y sus años llegaron cargados de serenidad y una modestia admirable.
Su historia con la amiga de pronunciadas curvas y caderas anchas, lleva tres generaciones encima, empezó hace más de un siglo con su abuelo Isaac Arbeláez nacido en la vereda Río Abajo de Rionegro. La leyenda, que tanto respeto y recelo genera para toda la familia Arbeláez, inicia en el cercano municipio de San Vicente, cuando Isaac fue contratado como ayudante de ebanistería por un arquitecto español que llegó a la población a restaurar la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá. El abuelo resultó ser un buen aprendiz, el arquitecto empezó a quererlo mucho, se hicieron buenos amigos y en los tiempos de ocio y de poco trabajo, con los conocimientos que el jefe tenía no solo en maderas, construcción, sino también en música, quiso construir en compañía de Isaac una guitarra.
Luego de esa guitarra con errores, la segunda les salió más perfecta y ese fue el inicio de la tradición guitarrera del apellido Arbeláez que lleva más de 100 años. Esta práctica pasó de padre a hijos, como un azar hecho destino, de Isaac a Lázaro y luego a Gerardo y tres hermanos más del batallón de diecisiete que tuvo don Lázaro.
“De ahí empezamos nosotros los hijos, a seguir los pasos de mi papá Lázaro, pues desde muy niños comenzamos a colaborar en cositas antes de salir para la escuela. Todo esto nos tocó en Marinilla. Mi papá había acabado de crear un taller de guitarras, que sería muy importante en toda la región”, dice Gerardo.
Según cuenta la reconocida pionera en etnomusicología en Colombia, María Eugenia Londoño, la guitarra apareció muy prontamente con la invasión europea.
En sus inicios era un instrumento utilizado popularmente en paseos familiares en los cuales se interpretaban cantos de fiesta y coplas tradicionales, aunque también gozaba de una minoría de altas influencias elitistas, de habitantes llegados en la época de colonización desde Francia, Alemania, Italia, Portugal y España.
La Iglesia, que por ese tiempo tenía el poder en el terreno cultural e intelectual en América, influyó de manera importante en la enseñanza de la música para ser utilizada en sus diferentes ceremonias religiosas, por esta razón, el instrumento a lo largo de los años fue enseñado de forma oral y generacional.
La guitarra fue utilizada en las celebraciones libertadoras de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, interpretando obras de corte colombo – español como El Arias, La Vencedora, o La Libertadora.
En el año 1882 se fundó el Conservatorio Nacional de Colombia y fue allí donde se empezaron a crear nuevas escuelas de música en ciudades como Cartagena, Ibagué, Medellín, Cali, Tunja y Santa Marta, en donde se inician las clases oficiales de música con título universitario con los instrumentos sinfónicos y el piano, aunque hasta el año 1986 y gracias a la enorme labor del guitarrista y Pedagogo Ramiro Isaza Mejía padre de la escuela de guitarra en Colombia, se le otorgará al guitarrista el mismo título profesional que para los demás músicos.
Después de toda esa historia, los Arbeláez fueron pioneros en hacer instrumentos de cuerda, no solo guitarras sino también, tiples, bandolas, y cuatros. Su proceso como familia constructora y musical, empezó desde 1860, sin manuales, sin comunicación, sin profesores, sin internet, la única ruta era la prueba ensayo error.
Gerardo Arbeláez aprendió fácil, se apasionó y lleva más de 50 años construyendo, reparando y tocando guitarras, “tocando así sea poquito, y muy a la brava. Así me enseñó mi papá. Yo me echo mis boleritos y mis tonadas de música colombiana. Lo hago muy en solitario. Yo me dediqué fue a construirlas”. Para consolidar sus guitarras, no solo en Medellín, sino en toda Colombia, tuvo la ayuda de muchos músicos importantes como Darío Garzón, de Garzón y Collazos, Virgilio Duque o Ángel María Camacho.
Una de esas guitarras, construidas por Gerardo en la fría Marinilla, la fundada por Juan Duque de Estrada y Francisco Manzueto Giraldo, llegó coincidencialmente a las manos de un joven curioso del municipio de Medellín. Luis García Blair, empezaría a incursionar en la guitarra.
Luis, en la casa de Jaime, su tío hippie, encontró un emblema generacional de toda la sociedad Antioqueña; Una guitarra rota, colgada de un cordón en un escaparate, solamente con tres cuerdas. La pidió prestada y al tiempo, por cosas del destino ya era suya. En la etiqueta de este olvidado madero café claro, figuraba la imagen de Gerardo Arbeláez sosteniendo una de sus guitarras, vestido de suéter beige y camisa blanca, a su alrededor rombos rojos y amarillos, y en forma de portada, el nombre ´La Sonora´. Esta sería la primera adquisición musical de Luis. Con el paso de los años, el color madera de la tapa frontal de aquél instrumento perdería la ilusión; gracias a un par de temperas, se tornaría verde, rojo, negro y amarillo, como un tributo a Bob Marley, así él, no gustara en lo absoluto de la música reggae.
Luego de un tiempo su gusto adolescente cambiaría, como todo en la vida. En su subconsciente, la guitarra eléctrica había sido su inspiración, su sueño de niño, la forma de su cuerpo macizo, los colores brillantes, pensados, los movimientos de estrellas del rock como Slash, Jimmy Page o Hendrix y el sonido brillante y acaparador de las cuerdas metálicas, lo atraparon sin posibilidad de escapatoria, como un video juego de moda.
La guitarra eléctrica nació como un experimento con la intención de de crear guitarras con mas volumen de sonido, para llegar a esto, se potenció el volumen de la ya existente guitarra electro acústica y nació un instrumento con personalidad y alma propia.
Las primeras guitarras eléctricas datan de los años treinta, y son fruto de los esfuerzos de compañías como Rickenbacker y Vivi Tone Company.
A Medellín y a Colombia, las primeras guitarras eléctricas, llegaron gracias a los viajeros, a quienes tenían la posibilidad de cruzar el Valle y dejarse deslumbrar por el primer mundo. Marcas como Fender, Ibanez, Rickenbacker, Jackson o Gibson, tocaron suelo colombiano para impresionar y marcar una nueva tendencia exclusiva para unos pocos afortunados.
Para ese entonces, tener una eléctrica no era tan común como ahora. “Soy hijo de Gloria Blair y Luis García, en ese momento la prioridad económica para mi familia era la casa y el estudio”, dice Blair a la vez que cuenta como pudo acercarse a la primera guitarra eléctrica de su vida, fuera de pararse enfrente del tv de su casa y ver a los grandes ejecutarlas en sus espectaculares shows.
“A uno de mis mejores amigos le mataron el hermano, quien era guitarrista; desde su muerte, la guitarra que usaba estaba guardada en un garaje, desarmada y empolvada. Para ganármela, el reto era armarla y ponerla a sonar…”, las sonrisas aparecen con el relato, el final concluye con una expresión de egocentrismo. Si, esa fue su primera guitarra eléctrica, y aún él, no sabía ni tocarla.
Blair, o El Flaco, como es conocido en el mundo musical, es modelo 78, como el Nissan Patrol o el imponente Chevrolet Camaro. Mide 1.94, sonríe sin querer y tiene más de 20 guitarras eléctricas colgadas en su habitación en Envigado, así siga soñando con una Gibson Les Paul Custom blanca como la de Randy Rhoads. Los sonidos que prefiere son el Glam y el hardrock, su guitarrista preferido es David Gilmour de Pink Floyd, es un enamorado de la música en general, del sonido eléctrico de sus guitarras, del chocorramo, con coca cola y cigarrillo Green.
Al preguntarle por la guitarra, suspiró, miro a su alrededor y quiso caer en el cliché. “Yo por la guitarra siento amor, también odio cuando no suena como quiero. Las guitarras son mis metas, son mis sueños”.
Este personaje tiene dos vidas, una que inicia a las 7 en punto de la mañana, cuando empieza su labor como comunicador social en una reconocida caja de compensación familiar, donde aplica sus 15 semestres de universidad y otra que se define de 5 de la tarde, hasta que el hambre haga de las suyas, o el reloj recuerde su deber de madrugar. “En el día llevo la vida de mi mamá, o la vida que la sociedad me pone a vivir y en la tarde llevo mi verdadera vida”, dice El Flaco.
Blair Guitars es su taller de construcción, reparación y mantenimiento de guitarras, allí se la pasa todas las noches desde hace 3 años. Luego de pulir muchas guitarras hasta literalmente poner a “oler la madera a cebolla”, consiguió la experiencia como lutier de guitarras eléctricas, se independizó, y montó el taller que inició con setenta mil pesos y que ahora ahorra toda la cantaleta de su madre por el desorden, la basura, la herramienta, el aserrín, la pintura y el ruido en casa.
Al ingresar a Blair Guitars, puedo contar de inmediato más de 20 instrumentos, mientras Luis, con su camisa de cuadros rojos, blancos y negros me recibe en su espacio de trabajo, con un abrazo que por su altura me llega al pecho.
Antes de tocar guitarras, su afición fue destaparlas, repararlas, buscarle los rincones que no conocía, muchas veces no pudo volver a armarlas. “Siempre me le metía a las guitarras de los amiguitos a repararle los ruidos, yo esos ruidos los mataba poniéndole un cable de la guitarra al cuerpo del guitarrista, como un polo a tierra”, ríe y sigue encordando un bajo acústico mientras termina de apagar un cigarrillo.
Blair es uno de los pocos personajes que construye guitarras eléctricas en Colombia. Este aprendizaje lo adquirió durante años de intentar, pintar, fallar y volver a lijar. Cuando inició hace tres años, le decían que lo que quería hacer solo era para los gringos o los europeos, pero su sueño además de construirle una guitarra a Slash el guitarrista de Guns N´ Roses y Velvet Revolver, es darle la marca de guitarras eléctricas a Colombia, aportarle a la historia, ser parte de ella. Esto lo dice, sin desconocer que las guitarras acústicas son la esencia, y que el camino acertado para llegar a lo eléctrico, es pasar por la mística de lo acústico.
Hablar de lo acústico, es como hablar del apellido Arbeláez o del mismo Gerardo, sin embargo, él mismo piensa que para su marca de guitarras, una de las más populares en Colombia, el futuro es oscuro. “En el caso mío tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres, y ellos se fueron por otros negocios más productivos. Terminando o falleciendo yo, hasta ahí llega la tradición. El tiempo dirá todo”.
A pesar de esto, es una persona que vive tranquilamente, de lo que le gusta, como él mismo dice, “aunque pierda plata, me gusta”. Ha vivido más de 60 años por y con la guitarra, de su pasión, de una manera sencilla, pero feliz.
Estos dos personajes transitan paisajes, sonidos, experiencias, cotidianidades y vidas circunstancialmente diferentes. Sus años disímiles han sido enteramente vividos al lado de la robusta de seis cuerdas. De ese madero, que a través de horas de lija, martillo, regla, pintura, conocimiento y amor, queda listo para emitir sonidos, sensaciones y personalidades; desde el bolero hasta el rock, pasando por el tango y la salsa.
Edades que se superan por el doble, pensamientos que llevan más de 30 años de diferencia, el rock y los boleros, las canas y la abundancia descuidada de cabello, las distorsiones, rapidez y agilidad, y el romanticismo de la dulzura pasada, hacen parte de sus cotidianidades…Blair y Arbeláez, dos personajes unidos por 6 cuerdas templadas cuidadosamente, que al tocarse, cuentan la historia de todos y a la vez de unos pocos. Cuerdas que pueden enamorar sutilmente o hacer mover la cabeza a cualquier desprevenido.
Al final como conclusión, les pregunto sobre el significado que tiene la guitarra en su vida, Blair, responde con rapidez y certeza, “me dicen guitarra y de inmediato es como si me estuvieran nombrando. Yo no me veo en ninguna parte de lo que me queda de vida, sin una guitarra…”, por su parte Gerardo, piensa un instante y no puede responder… no encuentra las palabras.
La historia de dos vidas distintas, unidas por seis cuerdas templadas…
Por Diego Londoño
@elfanfatal
Fotografías por Esteban Cardona
@estebanpolite
Al llegar a Marinilla, municipio del oriente Antioqueño, y luego de un extravío descuidado en la carretera que conduce a la capital de Colombia desde Medellín, pregunto inocentemente dónde queda ubicado el taller de guitarras, me responden a punta de sonrisas marinillas con varias direcciones, al caminar más de 10 minutos me doy cuenta que son varios los talleres, varios los pioneros y representantes del instrumento en este municipio guitarrero por excelencia.
El día anterior había acordado encontrarme con un rostro que vi más de una vez en etiquetas de guitarras de amigos, maestros y hasta mías, un rostro conocido en mi adolescencia musical y rebelde.
-Entonces nos vemos a las ocho, acá en mi taller al lado de la autopista, por el cementerio de Marinilla. Dijo.
-Así será señor… nos vemos mañana, muchas gracias por todo.
Caminando me topé de repente con un letrero grande a la entrada de un jardín enlodado por la lluvia del alba, “Guitarras La Sonora. Gerardo Arbeláez, leyenda desde 1898”. A las ocho en punto de la mañana estaba pisando el botón que era avisado por un cartel que decía, ´fábrica, timbre aquí´.
Salió ese rostro que por tantos años había visto, para mí era casi familiar, como un viejo conocido.
-Don Gerardo como está, ayer hablamos para este encuentro, ¿se acuerda? Dije.
- Ahh, ¿Cómo está?
Fue el saludo simplón que recibí aquel jueves frio y húmedo de agosto.
De repente su rostro se transformó, parecía resistirse a que alguien ingresara a su mundo, el de las cuerdas, la madera inmunizada, el roble, el cedro, el colbón, la macilla, las prensas y los trastes.
-Hombre hoy estoy como ocupado, solo tengo un trabajador. Deberías pasarme esas pregunticas por escrito y yo las miro y nos sentamos más tranquilos en otra oportunidad.
Sentí por un momento que había perdido el trabajo, las llamadas y la ilusión, que la madrugada preparada para recorrer los 47 kilómetros de distancia en un microbús, y los 4.700 pesos del pasaje, se desvanecían entre la niebla oriental de Antioquia. Mi voz se quebró y mi ceño insistió- así quisiera- en no fruncirse.
-Don Gerardo, yo vengo desde Medellín solo para conversar con usted y verlo trabajar un rato. No es nada complicado, del resto me encargo yo. ¿Puedo ver su taller?
Después de todo pude ingresar tímidamente y ver el espacio artífice de toda una tradición cultural en Antioquia.
Doy unos pasos en las pequeñas baldosas coloridas de la casa de paredes amarillas. El olor a madera ya se entrometía en el ambiente, y el rostro de Don Gerardo seguía tan rígido como la madera de sus guitarras.
Gerardo Arbeláez se ubicó en la mesa central del patio, agarró el mástil de una guitarra en construcción que hacía parte de un cúmulo de maderos ubicados en el suelo, le dio dos golpes en la parte superior con la intención de revisar su encaje. Luego, inició a pegar los 18 trastes enumerados en la madera, con la experiencia que sólo dan los años y con la certeza de que algún día, eso que hasta el momento parecía tan sólo un madero insípido, emitiría toda clase de notas y melodías. Acordes, ritmos y canciones pegajosas desfilarían por las cuerdas cobrizas que más tarde pondría también con cuidado. Me distraje un rato mirando la grabadora Silver repleta de viruta de aserrín que teníamos enfrente, “Se va, se va la lancha, se va con el pescador y en esa lancha que cruza el mar, se va también mi amor”, sonaba de fondo en el 830 am de Radio reloj.
Su labor matutina empezó a mi lado, de a poco empezamos a conversar, Gerardo Arbeláez, el creador de las guitarras La Sonora, que se construyen hace más de 50 años, ahora martilla mientras de reojo observa como tomo apuntes sobre lo que tímidamente me cuenta, mientras yo sutilmente trato de romper el hielo.
Él es un hombre tranquilo, que disfruta la vida mientras ella pasa a su lado. Sus días son llenos de madera, cuerdas y música, la que disfruta oyendo y con la que alimenta su alma. La música colombiana es su motor, los boleros su corazón. Admira y disfruta al maestro León Castaño, al Dueto de Antaño, Los Panchos y Los Diamantes. Su experiencia se nota en el hablar, y sus años llegaron cargados de serenidad y una modestia admirable.
Su historia con la amiga de pronunciadas curvas y caderas anchas, lleva tres generaciones encima, empezó hace más de un siglo con su abuelo Isaac Arbeláez nacido en la vereda Río Abajo de Rionegro. La leyenda, que tanto respeto y recelo genera para toda la familia Arbeláez, inicia en el cercano municipio de San Vicente, cuando Isaac fue contratado como ayudante de ebanistería por un arquitecto español que llegó a la población a restaurar la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá. El abuelo resultó ser un buen aprendiz, el arquitecto empezó a quererlo mucho, se hicieron buenos amigos y en los tiempos de ocio y de poco trabajo, con los conocimientos que el jefe tenía no solo en maderas, construcción, sino también en música, quiso construir en compañía de Isaac una guitarra.
Luego de esa guitarra con errores, la segunda les salió más perfecta y ese fue el inicio de la tradición guitarrera del apellido Arbeláez que lleva más de 100 años. Esta práctica pasó de padre a hijos, como un azar hecho destino, de Isaac a Lázaro y luego a Gerardo y tres hermanos más del batallón de diecisiete que tuvo don Lázaro.
“De ahí empezamos nosotros los hijos, a seguir los pasos de mi papá Lázaro, pues desde muy niños comenzamos a colaborar en cositas antes de salir para la escuela. Todo esto nos tocó en Marinilla. Mi papá había acabado de crear un taller de guitarras, que sería muy importante en toda la región”, dice Gerardo.
Según cuenta la reconocida pionera en etnomusicología en Colombia, María Eugenia Londoño, la guitarra apareció muy prontamente con la invasión europea.
En sus inicios era un instrumento utilizado popularmente en paseos familiares en los cuales se interpretaban cantos de fiesta y coplas tradicionales, aunque también gozaba de una minoría de altas influencias elitistas, de habitantes llegados en la época de colonización desde Francia, Alemania, Italia, Portugal y España.
La Iglesia, que por ese tiempo tenía el poder en el terreno cultural e intelectual en América, influyó de manera importante en la enseñanza de la música para ser utilizada en sus diferentes ceremonias religiosas, por esta razón, el instrumento a lo largo de los años fue enseñado de forma oral y generacional.
La guitarra fue utilizada en las celebraciones libertadoras de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, interpretando obras de corte colombo – español como El Arias, La Vencedora, o La Libertadora.
En el año 1882 se fundó el Conservatorio Nacional de Colombia y fue allí donde se empezaron a crear nuevas escuelas de música en ciudades como Cartagena, Ibagué, Medellín, Cali, Tunja y Santa Marta, en donde se inician las clases oficiales de música con título universitario con los instrumentos sinfónicos y el piano, aunque hasta el año 1986 y gracias a la enorme labor del guitarrista y Pedagogo Ramiro Isaza Mejía padre de la escuela de guitarra en Colombia, se le otorgará al guitarrista el mismo título profesional que para los demás músicos.
Después de toda esa historia, los Arbeláez fueron pioneros en hacer instrumentos de cuerda, no solo guitarras sino también, tiples, bandolas, y cuatros. Su proceso como familia constructora y musical, empezó desde 1860, sin manuales, sin comunicación, sin profesores, sin internet, la única ruta era la prueba ensayo error.
Gerardo Arbeláez aprendió fácil, se apasionó y lleva más de 50 años construyendo, reparando y tocando guitarras, “tocando así sea poquito, y muy a la brava. Así me enseñó mi papá. Yo me echo mis boleritos y mis tonadas de música colombiana. Lo hago muy en solitario. Yo me dediqué fue a construirlas”. Para consolidar sus guitarras, no solo en Medellín, sino en toda Colombia, tuvo la ayuda de muchos músicos importantes como Darío Garzón, de Garzón y Collazos, Virgilio Duque o Ángel María Camacho.
Una de esas guitarras, construidas por Gerardo en la fría Marinilla, la fundada por Juan Duque de Estrada y Francisco Manzueto Giraldo, llegó coincidencialmente a las manos de un joven curioso del municipio de Medellín. Luis García Blair, empezaría a incursionar en la guitarra.
Luis, en la casa de Jaime, su tío hippie, encontró un emblema generacional de toda la sociedad Antioqueña; Una guitarra rota, colgada de un cordón en un escaparate, solamente con tres cuerdas. La pidió prestada y al tiempo, por cosas del destino ya era suya. En la etiqueta de este olvidado madero café claro, figuraba la imagen de Gerardo Arbeláez sosteniendo una de sus guitarras, vestido de suéter beige y camisa blanca, a su alrededor rombos rojos y amarillos, y en forma de portada, el nombre ´La Sonora´. Esta sería la primera adquisición musical de Luis. Con el paso de los años, el color madera de la tapa frontal de aquél instrumento perdería la ilusión; gracias a un par de temperas, se tornaría verde, rojo, negro y amarillo, como un tributo a Bob Marley, así él, no gustara en lo absoluto de la música reggae.
Luego de un tiempo su gusto adolescente cambiaría, como todo en la vida. En su subconsciente, la guitarra eléctrica había sido su inspiración, su sueño de niño, la forma de su cuerpo macizo, los colores brillantes, pensados, los movimientos de estrellas del rock como Slash, Jimmy Page o Hendrix y el sonido brillante y acaparador de las cuerdas metálicas, lo atraparon sin posibilidad de escapatoria, como un video juego de moda.
La guitarra eléctrica nació como un experimento con la intención de de crear guitarras con mas volumen de sonido, para llegar a esto, se potenció el volumen de la ya existente guitarra electro acústica y nació un instrumento con personalidad y alma propia.
Las primeras guitarras eléctricas datan de los años treinta, y son fruto de los esfuerzos de compañías como Rickenbacker y Vivi Tone Company.
A Medellín y a Colombia, las primeras guitarras eléctricas, llegaron gracias a los viajeros, a quienes tenían la posibilidad de cruzar el Valle y dejarse deslumbrar por el primer mundo. Marcas como Fender, Ibanez, Rickenbacker, Jackson o Gibson, tocaron suelo colombiano para impresionar y marcar una nueva tendencia exclusiva para unos pocos afortunados.
Para ese entonces, tener una eléctrica no era tan común como ahora. “Soy hijo de Gloria Blair y Luis García, en ese momento la prioridad económica para mi familia era la casa y el estudio”, dice Blair a la vez que cuenta como pudo acercarse a la primera guitarra eléctrica de su vida, fuera de pararse enfrente del tv de su casa y ver a los grandes ejecutarlas en sus espectaculares shows.
“A uno de mis mejores amigos le mataron el hermano, quien era guitarrista; desde su muerte, la guitarra que usaba estaba guardada en un garaje, desarmada y empolvada. Para ganármela, el reto era armarla y ponerla a sonar…”, las sonrisas aparecen con el relato, el final concluye con una expresión de egocentrismo. Si, esa fue su primera guitarra eléctrica, y aún él, no sabía ni tocarla.
Blair, o El Flaco, como es conocido en el mundo musical, es modelo 78, como el Nissan Patrol o el imponente Chevrolet Camaro. Mide 1.94, sonríe sin querer y tiene más de 20 guitarras eléctricas colgadas en su habitación en Envigado, así siga soñando con una Gibson Les Paul Custom blanca como la de Randy Rhoads. Los sonidos que prefiere son el Glam y el hardrock, su guitarrista preferido es David Gilmour de Pink Floyd, es un enamorado de la música en general, del sonido eléctrico de sus guitarras, del chocorramo, con coca cola y cigarrillo Green.
Al preguntarle por la guitarra, suspiró, miro a su alrededor y quiso caer en el cliché. “Yo por la guitarra siento amor, también odio cuando no suena como quiero. Las guitarras son mis metas, son mis sueños”.
Este personaje tiene dos vidas, una que inicia a las 7 en punto de la mañana, cuando empieza su labor como comunicador social en una reconocida caja de compensación familiar, donde aplica sus 15 semestres de universidad y otra que se define de 5 de la tarde, hasta que el hambre haga de las suyas, o el reloj recuerde su deber de madrugar. “En el día llevo la vida de mi mamá, o la vida que la sociedad me pone a vivir y en la tarde llevo mi verdadera vida”, dice El Flaco.
Blair Guitars es su taller de construcción, reparación y mantenimiento de guitarras, allí se la pasa todas las noches desde hace 3 años. Luego de pulir muchas guitarras hasta literalmente poner a “oler la madera a cebolla”, consiguió la experiencia como lutier de guitarras eléctricas, se independizó, y montó el taller que inició con setenta mil pesos y que ahora ahorra toda la cantaleta de su madre por el desorden, la basura, la herramienta, el aserrín, la pintura y el ruido en casa.
Al ingresar a Blair Guitars, puedo contar de inmediato más de 20 instrumentos, mientras Luis, con su camisa de cuadros blancos y azules me recibe en su espacio de trabajo, con un abrazo que por su altura me llega al pecho.
Antes de tocar guitarras, su afición fue destaparlas, repararlas, buscarle los rincones que no conocía, muchas veces no pudo volver a armarlas. “Siempre me le metía a las guitarras de los amiguitos a repararle los ruidos, yo esos ruidos los mataba poniéndole un cable de la guitarra al cuerpo del guitarrista, como un polo a tierra”, ríe y sigue encordando un bajo acústico mientras termina de apagar un cigarrillo.
Blair es uno de los pocos personajes que construye guitarras eléctricas en Colombia. Este aprendizaje lo adquirió durante años de intentar, pintar, fallar y volver a lijar. Cuando inició hace tres años, le decían que lo que quería hacer solo era para los gringos o los europeos, pero su sueño además de construirle una guitarra a Slash el guitarrista de Guns N´ Roses y Velvet Revolver, es darle la marca de guitarras eléctricas a Colombia, aportarle a la historia, ser parte de ella. Esto lo dice, sin desconocer que las guitarras acústicas son la esencia, y que el camino acertado para llegar a lo eléctrico, es pasar por la mística de lo acústico.
Hablar de lo acústico, es como hablar del apellido Arbeláez o del mismo Gerardo, sin embargo, él mismo piensa que para su marca de guitarras, una de las más populares en Colombia, el futuro es oscuro. “En el caso mío tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres, y ellos se fueron por otros negocios más productivos. Terminando o falleciendo yo, hasta ahí llega la tradición. El tiempo dirá todo”.
A pesar de esto, es una persona que vive tranquilamente, de lo que le gusta, como él mismo dice, “aunque pierda plata, me gusta”. Ha vivido más de 60 años por y con la guitarra, de su pasión, de una manera sencilla, pero feliz.
Estos dos personajes transitan paisajes, sonidos, experiencias, cotidianidades y vidas circunstancialmente diferentes. Sus años disímiles han sido enteramente vividos al lado de la robusta de seis cuerdas. De ese madero, que a través de horas de lija, martillo, regla, pintura, conocimiento y amor, queda listo para emitir sonidos, sensaciones y personalidades; desde el bolero hasta el rock, pasando por el tango y la salsa.
Edades que se superan por el doble, pensamientos que llevan más de 30 años de diferencia, el rock y los boleros, las canas y la abundancia descuidada de cabello, las distorsiones, rapidez y agilidad, y el romanticismo de la dulzura pasada, hacen parte de sus cotidianidades…Blair y Arbeláez, dos personajes unidos por 6 cuerdas templadas cuidadosamente, que al tocarse, cuentan la historia de todos y a la vez de unos pocos. Cuerdas que pueden enamorar sutilmente o hacer mover la cabeza a cualquier desprevenido.
Al final como conclusión, les pregunto sobre el significado que tiene la guitarra en su vida, Blair, responde con rapidez y certeza, “me dicen guitarra y de inmediato es como si me estuvieran nombrando. Yo no me veo en ninguna parte de lo que me queda de vida, sin una guitarra…”, por su parte Gerardo, piensa un instante y no puede responder… no encuentra las palabras.
Zoé es considerada la banda de rock latinoamericano más grande de la actualidad, recogiendo el legado de grupos emblemáticos como Caifanes y Soda Estéreo.
- Estarán en concierto el 8 de septiembre. Polideportivo Sur de Envigado.
- Las boletas se pueden conseguir en www.tuboleta.com
- Con ellos: Carla Morrison, la revelación del pop alternativo mexicano
León Larregui y la banda fundamental del nuevo rock latinoamericano se dará un gran paseo por España, Centro y Sur América. Sus únicas fechas en concierto de 2012 servirán para recorrer extensamente un pasado lleno de riesgos y éxitos. Después solo quedará encarar el futuro: una nueva temporada de estudio, para grabar su próximo –y definitivo- gran álbum de larga duración, es lo que les espera.
La nueva banda sonora de la Vía Láctea. Eso es Zoé, un quinteto que desde México definió para todo el universo un nuevo escalón generacional del rock latinoamericano. Con su oscura estética de incógnita y sus taciturnos himnos de estadio (“Poli”, “Dead”, “Soñé”, “Labios Rotos”, “Nada”) León Larregui lleva casi quince años comandando con mística y dolor esta nave sónica que está destinada –como los Soda Estéreo, Caifanes o los Héroes del Silencio de su momento– a navegar sobre planetas nunca antes conquistados por música hispanoparlante… ni por nadie más.
No sorprende entonces que la década pasada viera a estos hijos de Cuernavaca migrar de su introvertido estatus como banda de culto independiente a la de suceso discográfico intercontinental, justo durante la peor crisis en la historia de la industria musical. Su viajes musicales, a menudo llenos de revelaciones psicodélicas, introspecciones astrales y energías claroscuras, han dejado antecedentes en estudio absolutamente trascendentales como “Memo Rex Commander y el Corazón Atómico de la Vía Láctea” de 2006 y “Reptilectric” de 2008. En 2010 el quinteto tomó un nuevo aliento que tituló “Música de Fondo”, aquel proyecto con grandes colaboraciones –que el mundo conoció primero a través del canal MTV como un episodio de la serie Unplugged y su disco consecuente que ya cuenta con estatus multi platino– se materializó también como una gira de conciertos en la que Zoé logró poner a Latinoamérica bajo sus pies utilizando formato íntimo, acústico y excéntrico (la puesta en escena incluyó instrumentos de siglos atrás como el vibráfono y la espineta, también recursos poco usuales en el rock como maletas, sillas, una máquina de escribir o una jaula de pájaros). Un nuevo sencillo, “Energía”, apareció a comienzos de 2012 con intensiones altruistas y una resonancia social cósmica, que apeló en el mundo entero por las victimas de la violencia en México.
Se dice que Zoé llevó nuestro rock a la estratósfera para salvarlo de los lugares comunes de la música popular terrícola. También que ahora su futuro les pertenece como una constelación propia. El próximo año aparecerá una nueva y definitiva pieza en estudio, un documento que logrará inmortalizar todo esto una vez más a manera de colisión sonora. Pero, justo antes, los veteranos de mil viajes darán una vuelta más por España, Centro y Sur América. Estos shows exclusivos, los únicos que darán en 2012, se encargarán de poner en perspectiva toda una carrera de grandes hitos. Con un set list extenso, que recorrerá como nunca antes los corredores de la emoción y la memoria, un universo de seguidores (o, mejor, Rocanlovers como les gusta que les llamen) podrá celebrar junto a Zoé la experiencia definitiva del espacio en la Tierra. ¿Todos abordo?
Datos del concierto: sábado 8 de septiembre. Lugar: Polideportivo Sur de Envigado. 8:00p.m.
• Primer Bazar de la Música. 21 de julio. Teatro Matacandelas.
• La iniciativa se realiza en el marco del segundo Festival Hertz
• No es un mercado cultural, no es una feria de la música, no es una rueda de negocios… Es el primer Bazar de la Música.
En el marco del segundo Festival Hertz, una iniciativa de HagalaU ¡No pase de largo! con la que se pretende aportar a la escena independiente una dinámica más universal e íntima de percibir las propuestas sonoras de Medellín y Colombia, HagalaU, con el respaldo del Teatro Matacandelas y a manera de preludio, propone y organiza el Primer Bazar de la Música.
Imaginen una tarde para encontrarse con los amigos en torno a la música local y allí: comprar discos de bandas locales más económicos que en cualquier tienda y mientras, tomarse una gaseosa y comer empanada caliente y más tarde unas crispetas.
Tener la oportunidad de disfrutar presentaciones en vivo; escuchar una diversa programación de música local y nacional todo el día donde amplificará música de Alerta, I.R.A, Los suxioz, NeUs, Papaya Republik, Frankie ha muerto, Alfonso Espriella, Mojiganga, Tenebrarum, Silvia O, Rey Gordiflón, Protov, Coffee Makers, DBAM, Laberinto E.L.C y muchos otros sonidos.
¿Y qué tal si para completar el plan, tuvieran la oportunidad de visitar stands con las propuestas de medios independientes de la ciudad y de los principales festivales de música de Medellín y Antioquia? Para finalmente, disfrutar de una selecta proyección de videos con grupos locales y nacionales. ¡Todo eso pasará en una tarde!
Entre los grupos que presentarán en vivo sus proyectos sonoros, se reúnen apuestas que sustentan la visión universal de HagalaU y que, además, se destacan por ser sangre joven, proyectos recién paridos en la ciudad, sonidos ‘frescos’.
El cartel está integrado por: Default RC y el aire alternativo de sus canciones; Black Panthers Soundsystem, jugándosela por el reggae, el dancehall, el hip hop y buscando con el formato soundsystem una alternativa a la banda tradicional para lograr con ello un proyecto más versátil, dinámico y móvil.
Sumado a ese sonido alterno y de reggae expansivo, también estará Calavera y la popular independiente, seguro una de las propuestas más rumberas de la tarde por el sonido al que ellos han decidido llamar “nueva carrilera”; Steven Calle, un joven al que solo le basta su voz y un loop para improvisar canciones completas como Human Beat Box; Il habitad, una banda influenciada por los grupos de los 90’s, indie y mucho de la cotidianidad de una ciudad como Medellín.
Finalmente, el cartel lo cierran Los muffins y su onda noventera, indie y punk, mientras que Santiago Monsalve & The Crosss Blues Band inyectará una atmósfera de blues al Bazar de la Música propuesto por HagalaU.
Recuerden, no es un mercado cultural, no es una feria de la música, no es una rueda de negocios… Es el primer Bazar de la MúsicaHagalaU. ¡Un espacio para el encuentro de músicos de diferentes parches como el punk, reggae, jazz, hip hop, canción de autor, folclor, metal!… Un espacio para la reunión de técnicos de sonido, el público, realizadores de video clips, organizadores de festivales locales, medios de comunicación independiente, entre otros.
El bazar será el próximo sábado 21 de julio en el Teatro Matacandelas desde las 12:00 del medio día, tendrá entrada libre y será para todas las edades.
La mayoría de edad llegó para el festival de entrada libre más grande de Latinoamérica. Son muchas las bandas que han pasado por estos dieciocho años de Rock al Parque, un festival que ha demostrado que se puede ser tan rockero, punkero o metalero, sin una sola guitarra eléctrica.
Se llegó el tercer día de convivencia con el rock. El cansancio en el cuerpo y sobre todo en los pies se hacía evidente; era un día largo, sin embargo ninguno de los que asistimos al festival queríamos despedirnos del ambiente y de la emoción de sentir el bombo en el pecho y corazón.
El último día de festival fue una de las jornadas de más asistencia, los rockeros de Bogotá, Medellín, Cali, Manizales y otro manojo de ciudades asistieron para seguir celebrando los dieciocho años de festival y presenciar su cierre, y regresar así con más antojo el próximo año.
El movimiento en el parque Simón Bolívar era intenso: el público caminando de un escenario a otro, el poco silencio, el humo, las requisas, las pruebas de sonido, las ventas, los baños, el ruido, el frio, el pogo y cabeceo, más bandas. La música.
Mientras todo esto pasaba a nuestras espaldas y también en nuestra frente, sonaba limpia y claramente Ciegos Sordo Mudos en el escenario Plaza. Su sonido es contundente, se les notó la cancha de años de tocar, tocar y tocar. La geste escuchaba su presentación con atención, mientras ellos interpretaban canciones de su disco En Paz y otras tantas de su nueva producción. Ellos siguen siendo sencillos en su música, no pretenden impresionar y eso los hace grandes.
Desde Medellín viajaron cuatro personajes que desde los años 90, influenciaron a toda una generación rock, o al llamado “alternativo”. Juanita Dientes Verdes, grande como siempre, poderosa, mística y difícil de olvidar, hizo presencia en Bogotá luego de una ausencia larga en los escenarios musicales. Ellos siguen metidos en la película de la puesta en escena, del teatro en vivo, de las pintas y eso hace su show grande, profesional. Además, se le suma que no solo regresaron a interpretar clásicos como aeiou, sino a dar la cara con un nuevo disco.
Fotografía Susana Mejía
En el otro extremo, de distancia y musical, estaba ya sonando Colectro. Quienes a punta de garabato, cumbia y música folclórica del pacifico y caribe colombiano, pusieron a bailar a rockeros; ellos respondían a esa acción con la repetida frase “el rock es una actitud”. Los sonidos guapachosos, discotequeros tomaban intenciones rockeras con guitarras distorsionadas, la gente respondía pero el grupo se hizo monótono.
En una reverberación sostenida se escuchó un “Ya era hora” en el escenario Bio, mientras sonaban los primeros acordes de lo que sería el enérgico show de Siniestro Total. El rock and roll, básico, crudo y lleno de melodías de saxofón penetró en las cabezas de quienes no dejaron de saltar y corear. Es una banda con show, con actitud, con buen trabajo vocal y con energía para no parar de tocar.
A pocos pasos, se sentía ya la fiesta que culminaría la edición número dieciocho del festival Rock Al Parque. La banda de más culto y tradición para los rockeros capitalinos tocaba y también seguía la ruta del relevo generacional que empezó hace 20 años; ahora ellos anunciaban su renuncia a este festival que los ha visto crecer. ¿El motivo? dejar participar a las bandas nuevas. Su música se mantiene vigente en el tiempo. Siguen siendo los consentidos de la casa, ahora ellos estaban abriéndole a un grande del rock en habla hispana.
Fotografía Susana Mejía
Los preparativos para Charly García se notaron de inmediato. Todo el equipo de Rodie Colombia, se desplazó, corrió, movió, organizó y limpió. Charly García, el papá del rock argentino entraría al escenario acompañado por las palmas, los gritos de la gente y por una banda de nueve músicos, quienes se han hecho llamar The Prostitution. Zorrito Von Quitiero, Ferndando Salamea, Rosario Ortega, entre muchos otros hacían parte de este cartel de buenos músicos.
Charly García no era el mismo de Sui Generis, ahora era un tipo lento, pasivo y débil. No solo debían ayudarlo a caminar, también pantallas led le recordaban cada una de las letras de sus canciones; sin embargo su sonido no cambió, sigue siendo uno de los rockeros más grandes de este continente; sus canciones entraban directo al recuerdo, al corazón. 21 canciones, visuales, historia y buenos músicos fue lo que caracterizó el cierre de Charly en Rock al Parque.
Un concierto inolvidable, para otros muy criticable. Cada cual lo vivió diferente y lo juzga de la misma manera. Al fin y al cabo, era un concierto para no perderse, por lo que significaba para la historia del rock en español, para rock al parque y también posiblemente, porque no volveremos a ver a Charly en vivo.
Él respetuosamente se dirigió al público, la gente lo aplaudió, hizo la venia con sus nueve aliados y despidió el festival que convocó en un fin de semana a más de 250 mil personas en el Parque Simón Bolívar de la ciudad de Bogotá.
Otro día de rock al parque y al entrar al parque Simón Bolívar las expectativas crecían, tanto como el sonido del bombo que retumbaba en el pecho mientras se esperaba la fila. Este era un día particular, lleno de bandas buenas, de nuevos sonidos y de diversidad.
Al ingresar al emblemático y asustador escenario Plaza, ya sonaba Ras Jahonnan y Natural Selection; una banda de nueve integrantes que con la base del instrumental del reggae, más saxofón, percusión menor y una bandera ondeándose con los colores rastafary, interpretaba canciones a la libertad, naturaleza y revolución. Su reggae cadencioso y bien interpretado, era un motivo más para que el humo subiera en el segundo día de festival.
Desde Costa Rica vendrían Las Robertas, una banda de indie rock que con sonidos de vanguardia y voces dulces al unísono, pusieron a pogear al público asistente al escenario Panamerika. Su actitud fue tímida . Lograron sonar bien pero no dieron un gran show; se les veía nerviosas a pesar de la respuesta curiosa de gran cantidad de punks.
Era el turno del Punk visual post nuclear de Resina Lalá, que propone el fin del mundo en cada concierto. Los Resina salieron seguros, vestidos con plástico, observando la buena cantidad de público que permanecía en el escenario Panamerika. Su show fue impactante, enérgico, bailable, sudoroso. Su sonido, sin duda alguna se diferencia de miles de bandas de Colombia, ellos oxigenan la escena musical colombiana.
Fotografía por Susana Mejía
Llegaría uno de los momentos más esperados en todo este fin de semana de música. A solo unos pasos veríamos un trio de músicos que viajó muchos kilómetros desde la ciudad de Nueva York, para ambientar un atardecer hermoso en compañía de la psicodelia y la atmosfera de su música. En escenario Blonde Redhead. Una de las agrupaciones especiales de este Rock Al Parque, uno de los sueños cumplidos de la vida.
Su show fue tranquilo, sereno y de poco contacto con el público. La música se encargó de todo. Los sonidos agudos fueron un común denominador al igual que el uso apropiado del ruido, el ambiente y los silencios. Este trio veterano podía pasar fácilmente de lo sutil y atmosférico, al rock crudo y ruidoso de los inolvidables años 90. Una batería de buen ponche y tiempo, sumado a una Gibson tocada con sutileza, y a una voz prodigiosa y bien usada, ambientaron lo que sería un concierto inolvidable, donde los sonidos solo perdurarán en el corazón.
Fotografía por Susana Mejía
El Reggae fiestero de Dub Incorporation llegó desde Francia para poner a bailar a un sinnúmero de personas que hacían presencia en el Plaza. Toda una fiesta alrededor de diferentes estilos del reggae.
El contacto con el público fue permanente, el sonido e interpretación de sus músicos excepcional. Sin hablar de un extenso recorrido por la música negra que prepararía a los espectadores para lo que sería la fiesta de Sistema Solar.
Desde este lugar y caminando solo unos pasos se llega al escenario Bio. Allá estaría listo Saul Williams, uno de los músicos más neuróticos en escena que nos daría una buena dosis de poesía, hip hop, reggae, punk, dub y otro montón de locuras. La voz de Saul acompañada de Maquinas y una batería, harían que los movimientos de este negro causaran más efecto, que la locura se adueñara del ambiente, que la música tomara otra dimensión. Grande Saul.
Regresando por el mismo camino, pasando por la zona de prensa, se verían caminar siete personajes de pintas caribeñas, con afros y actitud contagiosa. Subieron las escalinatas del escenario Plaza. Ellos empezarían gritando “la cuestión es ser feliz”, estaríamos a pocos segundos de ver y escuchar música que hechiza. En escenario Sistema Solar.
El escenario estaba lleno de color, saltos, gritos, sonrisas; todo esto se percibía con solo subir la mirada. No hubo pies ni cabezas quietas, literalmente el Simón Bolívar tembló al son de champeta, bullerengue, cumbia y hip hop. Las canciones sonaron, incluso algunas nuevas, su música siguió la intención social que reflejaron sus comentarios. La magia y hechizo que brindaron inicialmente, se mantuvo hasta el final.
Los labios secos, el frío con una luna resplandeciente, acompañó la salida de otro día de feliz festival.
Luego de un largo y desorganizado proceso de acreditación, estamos acá. En el Parque Simón Bolívar de la fría ciudad de Bogotá, para vivir uno de los festivales de rock gratuitos más grandes de Latinoamérica.
Tres escenarios(Plaza, Bio, Panamerika Redbull) distribuidos a lo largo de este parque, hacen de este festival una verdadera experiencia de convivencia, tolerancia y vida con la música.
Hoy 30 de Junio, empezó el Festival Rock Al Parque y con él, llegó el cuero, los cabellos largos, los tatuajes, los sonidos profundos, desgarrados y la rudeza en el escenario. El Metal y Hardcore son los géneros que viven en este día de Festival.
La agrupación Cambio de Frente hizo su aparición en el mítico escenario plaza, que apenas estaba por la mitad de su asistencia. Su sonido fuerte impactó a quienes de lejos o cerca, veían la presentación de esta agrupación. La voz potente y desgarrada del vocalista que incitó al pogo, se configuraba como una buena aliada de las guitarras virtuosas, y los beats rápidos que salían de la batería. Su presentación entrada la tarde, auguraba una buena noche de puro metal.
Más tarde en el escenario Panamerika, se escucharían los promocionales de espera para el cambio de banda, mientras guitarras se afinaban y se ecualizaban voces y bajos. Era el turno de subir al escenario para Legacy of the Fallen, quienes después de una larga prueba de sonido, empezaron su presentación con un sampler bailable al que le imprimieron su estilo hardcore. Su música hizo levantar el polvo al son del mosh que crearon sus fanáticos. La propiedad en el escenario era notable.
La noche llegó y las máquinas, el maquillaje, las garras, la puesta en escena, la rabia, se habían apropiado del escenario Bio. Dos bajos, una guitarra y batería, los samplers y todo un manojo de experiencia, hacían de la presentación de Koyi K Utho, una de las más esperadas. A la banda se le notan los años, la experiencia y sobretodo el ensayo, su sonido futurista permeó con energía a los seguidores de todas las ciudades de Colombia.
Era el turno para el metal hecho en tierras antioqueñas. Daycore demostró en el escenario más grande de todo el festival, porque se ha ganado un lugar importante en la escena metalera de Medellín. La contundencia de su sonido y de la voz, fue el común denominador en su show, el público respondió como todo artista desea. La confianza en la interpretación y el talento de sus integrantes se dejó ver corridas las 6 de la tarde. Ellos a pesar de estar en un escenario supremamente grande, se movieron con propiedad, no se dejaron tragar por la exigencia de tocar en uno de los festivales más grandes e importantes de toda Latinoamérica.
Fotografía Susana Mejía
Caída la noche, el escenario Panamerika se llenaba de sonidos no solo de hardcore, sino también de la intención y cadencia del hip hop. La agrupación Compromiso 5-4 fue coreada y bailada a un escenario a medio llenar. La interpretación y el ensamble de los dos géneros, hizo que el público alzara sus brazos y vibrara viviendo otro momento de energía con la música en la noche capitalina.
Desde Brasil, llegó Krisiun para poner a volear mecha a los metaleros asistentes al festival. Su brutal death, demostró la importancia del metal suramericano y le cumplió a más de un personaje el sueño de verlos en vivo. Un sonido constante de metralla generado por los dos bombos en la batería, fue la constante en el frenético show, que ofrecieron tres personajes históricos en el metal, que por su sonido en el escenario, parecían cinco. El rostro de muchos metaleros al finalizar, fue de felicidad.
Inquisition es una banda que indudablemente impacta. Su aparición en el escenario plaza era esperada, desde Estados Unidos llegaron para compartir la esencia del black metal; una guitarra y una batería fueron los instrumentos artífices de un concierto inolvidable. Los puños arriba, mientras a lo lejos se veía el Simón Bolívar lleno.
Estas son algunas de las bandas que pasaron por los tres escenarios de Rock al Parque. Muchas más bandas e historias se vivieron en este día de sonidos duros, mañana al despertar sabremos que muchas otras vendrán. Así fue el primer día de Rock al parque 2012.
La segunda edición de La Batalla de las bandas de Videmia Audiovisual y Nuestro Bar ha culminado. Ya tenemos los 4 ganadores de este proceso que convocó a más de 100 bandas de todos los lugares de la ciudad.
El Fan Fatal habló con los ganadores e indagó sobre su futuro, sus proyectos y la consolidación de su música en la ciudad y el país.