Los mejores 20 discos colombianos de 2016

image_content_27576102_20161210235711

Kraken y Systema Solar, entre lo mejor de Colombia en 2016. FOTOS Cortesía

Por Diego Londoño
@Elfanfatal 

 

15442329_10154201869307194_7219892405687766243_n

El 2016 trajo consigo discos en todo el mundo que demostraron que además de ser un año fatal por las pérdidas musicales, fue un buen momento para conocer nuevas canciones. Los ejemplos son disímiles: Hardwire, de Metallica; Blackstar, David Bowie; A Moon Shaped Pool, Radiohead; You Want It Darker, Leonard Cohen; Blue & Lonesome, Rolling Stones; Post Pop Depression, Iggy Pop, y El Círculo, Kase.O, entre muchísimos otros.

Nuestra realidad es otra y también nos dejó mucha música nueva, y ya que el año va llegando a su fin quiero destacar 20 de esas piezas discográficas que llegaron a mis oídos y me impactaron por su producción, su propuesta estética, su arte, su sonido y sus historias. No es un juicio de sentencia, tampoco un elogio, solo es una selección que no tiene un número 20, ni número uno, solo una opinión subjetiva y respetuosa del trasegar discográfico de nuestro país.

 

Centésimo Humano. Mad tree
Con el sonido de este disco, se dificulta creer que son solo tres integrantes. Una banda que suena grande, con atmósferas sonoras e historias que trabajan en pro de las canciones no de sus integrantes.

 

Los Makenzy – Los Makenzy
Ellos sí saben cómo debe sonar una buena guitarra. La actitud es quizá el mejor atributo de este disco. Una producción que cuenta nuestro tiempo sin pena ni asomo, a través de un rocanrol con estilo clásico en pleno 2016. Este disco tiene todos los matices sonoros, pero el más importante: la honestidad.

 

Tropikalismo Salvaje – Jaibanakus
Una voz nasal e impulsadora de energías, una banda compacta y unas canciones que hacen tararear la vida. Una gran pieza sonora para las historias musicales en Colombia

 

Polvo – Seis Peatones
De los buenos discos guitarreros de 2016. Los Seis Peatones no solo saben sobre el tratamiento del sonido, de las distorsiones, también de como se hace una buena canción.

 

El umbral – Feralucia
Las imágenes, las texturas, el arte plástico y la dulzura y oscuridad en la voz. Eso propone Feralucia con su ópera prima. Disco para explorar desde adentro, para encontrar experiencias sonoras distintas.

El Karateka – Edson Velandia
Se construye a partir de crónicas amargas que endulzan oídos. Es una vida hecha verso, desde la parodia, la risa, la rabia, los gritos y la sinceridad. Una placa que genera incomodidad y alegrías.

 

Luz de Santelmo – Revolver Plateado
El poder de las guitarras, la nostalgia de las historias, y una producción impecable en diseño y sonido, hacen de este disco un engranaje fundamental en la reciente historia rockera de Colombia.

 

Rosita y los nefastos – ¿Y qué me importa? La humanidad
¿Y qué me importa? La humanidad busca la raíz punk medallo, pero la lleva más allá de su ruido e historias, y a pesar de tener la crudeza del punk, busca la nueva forma de reinterpretar la sencillez de pocos acordes con impacto sonoro.

 

Banda sonora para el fin del mundo – Militantex
Tres cabras musicalizan el fin del mundo, una banda sonora perfecta que nos ayuda recibir ese final, con estilo, con algo de punk, algo de jazz y algo de no jazz. Lo más punk del jazz y lo más jazz del punk. Música para ver.

 

Regular – Árbol de ojos
Las historias son la compañía de este disco. Buena interpretación, atmósferas que recuerdan lo mejor que ha pasado en la historia del rock. Cada instrumento trabaja en función de las canciones. Nada sobra, todo está en su lugar, es una gran pieza sonora para la colección musical colombiana.

 

Ciclos – Mabiland
Chocó y Medellín dan inspiración a estas canciones. Soul, blues, jazz, rock, hip hop y una voz cargada de una fuerza inexplicable, hacen no solo de este disco, sino de esta chica, Mabiland, una sorpresa sonora 2016.

 

Vivos 1EP – 42 Pueblos Fantasmas
El sonido rock de buenas guitarras y letras hechas sin presión. Una producción limpia y glamurosa que muestra la evolución sonora de Medellín y su forma de hacer canciones en pleno siglo 21.

 

Todo esto eran mangas – Parlantes
Una crónica sonora. Es literatura con música, con rock, es una aguja por el surco del asfalto. Quizá el disco del año, por lo que significan sus canciones y sus historias. Este es el rock maduro que propone Medellín, repleto de paisajes, de buenas guitarras.

 

La Gran Oscilación – Diamante Eléctrico
Impacta desde su tapa, una producción con permanente expectativa sonora. Sus canciones son un viaje por el mar, un vaivén de sonidos desde lo triste a lo feliz, desde la tranquilidad hasta el ruido. Con este disco demuestran que son el presente y el futuro.

Rumbo a Tiera – Systema Solar
La alegría, la tragedia, la crítica y protesta la presentan con canciones alegres y llenas de paisajes. Un viaje al centro de la selva, de la humedad, también del asfalto de una Colombia que necesita más retos sonoros como este. Un gran disco, un gran viaje musical.
Todos tienen que comer – Crudo Means Raw
Una propuesta con lo mejor del beat clásico, con los coqueteos del jazz, las secuencias downtempo y las historias como protagonista. Sin duda, una de las producciones que pasará a la historia en el sonido callejero.

 

Las historias de los hombres – Burning Caravan
Los viajes, las imágenes mentales y los sonidos rocanroleros y gitanos son la premisa, la ruta. Este disco es una caravana viajera, un paseo sonoro, una invitación a vivir la música no solo con los oídos.

Libres – La Doble A
Estas canciones suenan maduras, con identidad y con una carga social necesaria. Su canción Niño Bomba se ha convertido en la banda sonora, no de estos días, sino de toda esta vida en Colombia.
Vida – DonKristobal
Un disco de verdadero reggae creado en las montañas de Medellín. Esta pieza sonora se tardó en llegar, como todo lo bueno. Su sonido demuestra que la raíz no es estar cerca del mar, sino del corazón.

 

Kraken VI: Sobre esta tierra
Quizá su mejor producción hasta el momento, respetando la importancia de sus himnos históricos. Un disco sentido, dolido, que tiene la resistencia del metal y de la vida misma.

Camilo Suárez, una aguja por el surco del asfalto

fotograbación-parlantes

fotograbación-parlantes

 

Vestía camiseta roja, con una “CH” encerrada en un corazón, y aunque no era un chapulín, no paraba de agitar las manos y de moverse para alentar al público, saltando de lado a lado como una pelota de hule en ese escenario repleto de rock. Usaba un chipote chillón para detener el tiempo: con un golpe se detenían los músicos y el público, y con dos, formaba una fiesta protagonizada por las melenas, los gritos y el olor a juventud. Para los que vivieron este momento, seguro lo tendrán grabado en su memoria.

A ese personaje caricaturesco, llamado Juan Camilo Suárez Roldán Martínez, le decían “Burro”, cuando entre risas en la tarima, presentaban a la banda llamada Bajo Tierra, como la quebrada Santa Elena pasando por la avenida La Playa. Su sonido, sin mucha pretensión, impactaba, y cantaba historias que los muchachos no paraban de tararear, de silbar, de bailar. Bajo Tierra le cambió el horizonte sonoro, el presente y el futuro al rock colombiano.

Paralelo a esta banda, la voz del Burro sonaba en Los Cucuyos, una banda integrada por Federico López, Lucas Guingue, Jaime Pulgarín “Papo” y Pedro Villa, de la que hoy sacaríamos una gran agrupación de rock nacional. Ellos alumbraban su sonido con covers de The Clash y otras bandas que resonaban en su cabeza. Y antes, este personaje también debutó en Cancerbero, una banda creada en 1987, con la sonoridad propia de la época, de los instrumentos hechizos y las ganas frenéticas de rocanrol.

Años después, El Burro aparece como un maduro parlanchín del rock, con menos cabello en su cabeza, más delicadeza y elegancia en sus movimientos, y con un atuendo digno de todo un don. Sus nuevas historias se materializan en la agrupación Parlantes, y con ella, nos sigue cumpliendo sueños sonoros a los amantes del rock hecho entre montañas.

Hablamos a través de un chat un miércoles en la noche. Le pregunto si le molesta, si le gusta chatear. Responde con un no y sonríe con una carcajada que no suena en la pantalla: “Normal, mejor conversar. Aquí la cerveza es en muñequitos, ¡salud!”.

Le pregunto por la primera canción que le voló la cabeza pero no la recuerda. “Es muy difícil hacer memoria de ese momento, porque justamente me voló la cabeza”. Sin embargo, la pregunta lo remite a la casona amplia donde creció al lado de sus padres, en el barrio La Castellana en Medellín, donde antes todo eran mangas. Allí escuchaba música en un radio viejo azul, lo último en tecnología, dos pilas pequeñas y a sonar. El radio pasó por sus manos pero también por las de Zunilda, Rosario, Matilde y Ofelia, las señoras que cocinaban y limpiaban la casa. En su barrio escuchó a “Perales”, el pregonero que pasaba cantando cuanta melodía se le atravesara. Esas tonadas a alto volumen le cambiaron el mundo, y fueron, quizá, las primeras que le volaron la cabeza.

¿Por qué Burro? “Dicen, porque soy de carga y paso fino, por el villancico y por el malevo Cambalache ‘lo mismo un burro que un gran profesor’.”

Él, un candidato a doctor por lo que lee y escribe, es un maestro en el arte de hacer canciones y convertirlas en historias de ciudad y en himnos generacionales que se cantan con el corazón. Otra cerveza en emoticón, un abrazo a la distancia y un chat que se cierra a las 9:12 de la noche.

Como músico, letrista y cantante, Camilo se apropia de la ciudad y de sus historias, mientras que con sus manos canta lo que su boca va narrando. El Burro le hace guiños a la poesía, a los escritores, a los vendedores de ciudad, a las historias escondidas bajo la clandestinidad de los semáforos. Su rol se vuelve canto peregrino, pregón de calle con el glamour que solo da lo que ha leído, lo que ha cantado, lo que ha vivido, como un disco rayado, como un canto rayado, como un canto rodado, como un judío errante que canta los pasos, como una aguja por el surco del asfalto.

Rock al Parque 2011

El festival Rock al Parque se realizará del 1 al 4 de julio en los escenarios Parque Simón Bolívar y Media Torta de Bogotá, esta vez serán 4 días de rock con 92 bandas, 17 agrupaciones internacionales, 12 bandas que circulan en bares y 10 serán grupos de metal homenajeados.

Bandas internacionales

Las bandas internacionales serán Los Toreros Muertos y Delorean, por España; Dead Kennedys, Fischerspooner, Dirty Rotten Imbecile y Overkill (Estados Unidos), Fobia y Deskartes a Kant (México), Buraka Som Sistema (Portugal), Cultura Profética (Puerto Rico), Astro (Chile), Destruction (Alemania), Dischord (Venezuela), y BLK JKS, de Suráfrica.

Bandas Distritales

La selección está de lujo. Comienza con Bomba Estéreo, Choc Quib Town, Doctor Krápula, Pestilencia, La Derecha, Dar a cada uno lo que es suyo, Skampida, Triple X y Voodoo Souljah’s.

Bandas Nacionales

La cuota nacional será Nepentes, Parlantes, Athanator, Twilight Glimmer, De bruces a mi, Determinación, Velo de Oza y Grito.

Tributo al metal

Como una cápsula del tiempo, Rock al Parque 2011 le dedicará un segmento especial a hacer un tributo a su historia en el metal. Para ello, participarán bandas que ya han hecho historia en Bogotá: Darkness, Ethereal, Ingrand, Kilcrops, Leishmaniasis, Neurosis, Sangre Picha, Sobibor, Under Threath, Ursus y Purulent. Esta última se reencuentra especialmente para este festival.

De concurso

Por concurso, los artistas seleccionados fueron Alfonso Espriella, Alligator, Alto Grado, Anger Rise, Antipoda, Bhang, Brand New Blood, Cuantica, Deeptrip, Endark, Entropia, Hibrid Minds, High Rate Extintion, Holocaust of Blood, Info, José Fernando Cortés, Larvante, Lavanda Inglesa, Maniatikats, Mil Marias, Nosferatu, Pr1mal, Pulenta, Purple Zipers, Red O Clock, Rod Wailer, Stained Glory, Stayway, Tan Tan Morgan, Telebit, The Passanger, Under Red Blood Skies, Vulgarxito y Zagreb.