Un escenario simple, con tres amplificadores, ocho pedales de efectos y una guitarra colgando de un lado a otro, recibió a uno de los músicos más revolucionarios, a uno de los 33 guitarristas más importantes de la historia del rock, Lee Ranaldo, miembro fundador y artífice del noise en la ruidosa y admirada agrupación Sonic Youth, una visita inesperada y necesaria para el momento musical que vive Medellín.
“La entraña de un ruido legendario”, su performance de más de 2 horas, nos presentó una obra completa que recorrió su historia como músico, guitarrista y como amante del arte plástico y visual.
Ese recorrido hizo escala en pasajes necesarios para contar su obra, como su paso trascendental por Sonic Youth, por el ruido de esa juventud sónica que transformó al mundo de la música y que no llegó a Colombia, sino hasta esta oportunidad con su guitarra, como él mismo lo dijo, “es una pena que Sonic Youth no haya venido a Colombia”. Esa parte del show, de plena experimentación, de incomodidad sonora, de exposición sensitiva, de locura, de poesía, de historias, de escenas cinematográficas, estuvo protagonizada por una guitarra Fender Jazzmaster Signature con efectos, o mejor, la “Lee Ranaldo jazz master” interpretada con golpes percutivos y con un arco de violín que frotaba las cuerdas metálicas, mientras él, la hacía volar en medio del escenario frente a nosotros.
Las disonancias y los armónicos fueron protagonistas en un concierto experimental que no se volverá a ver, que fue único, pues la interpretación, los ruidos, las dinámicas, los silencios y las palabras, serán siempre diferentes. Una leve sonrisa discreta y penosa, terminó con casi una hora de noise experimental y música a veces inentendible llena de poesía hermosa.
La parte dos de su obra, llamada Electric Trim, como su disco 2017, hizo un corto recorrido por su carrera solista que cuenta con más de 12 producciones discográficas. Poesía, visuales, sonido, silencio, ruido, literatura, oscuridad, luz y el rock como fuente de experimentación sonora y literaria. Tres guitarras más, electro acústicas, fueron las artífices de este nuevo episodio.
Él mismo definió su show como esquizofrénico, por pasar del protagonismo ruidoso de la guitarra eléctrica a la sobriedad que le dio la guitarra electroacústica a las historias cantadas de sus canciones. Además, por no tener estructura ni base armónica, sino por ser libre dentro de las diversas posibilidades que le da una canción.
El territorio de la India influenció gran parte de la obra que presentó a Medellín, por eso sus referencias sonoras y estéticas a ese viaje que realizó en el año 2013 se hicieron evidentes, como pasó con los Beatles en Rishikesh en febrero de 1968. Quizá su meditación no va en el silencio, sino en las atmósferas y el ruido.
Este fue un show impactante, que no dejó lugar a distracciones, que mostró a un músico no solo como un perfecto intérprete y ejecutante de un instrumento, sino a un enamorado de la guitarra, que se dejó ver como un artista poco convencional que da lecciones desde el ruido como posibilidad experimental, y de la defensa no de un concierto, sino de una experiencia sonora con un solo instrumento, la guitarra.
Gracias a la Universidad Eafit, pues se la ha jugado – Ibeyi, Swans, Chinoy-, por posibilidades de aprendizaje y formación no solo para los músicos sino para los espectadores. Gran noche de música para Medellín.