Una obstinada voz que no se cansa de cantar

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De pequeño, ya cantaba canciones de José Luis Perales y Michael Jackson, se debatió entre científico, futbolista y artista. Por su papá, escuchó salsa, jazz, música clásica, hardrock y rock de los años setenta; por su mamá, toda la ola de música social de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Pablus Gallinazus, Ana y Jaime, Joaquín Sabina; y por ese entonces, sus adolescentes tías, le presentaron a The Cure, Joy Division, The Clash, New Order, Tears for fears y Guns N Roses que era una de sus preferidas. Y no solo las canciones le cambiaron la vida, también un cabezazo que le rompió la boca en un pogo adolescente. 

Nació un 17 de octubre a las 6:45 de la tarde en Medellín, es hijo de Gloria y Ovidio, ama los maricos y el chocolate, y gracias a su voz, toda una generación aprendió a cantarle al amor desde el rock.

Hablo de Andrés Jerónimo Rúa, o mejor RUA, el cantante de dreadlocks, de sueños en armonías, de baile sincopado e historias musicales que todo el mundo canta como si fueran suyas.

La música en su vida siempre estuvo, en su sangre y en su corazón; su abuelo era serenatero, su padre siempre involucrado en el arte, creador de las primeras canciones infantiles que escuchó y cantó; y yendo más lejos, su tío, una especie de juglar reconocido en la música de los ochentas. Por eso la música es su todo, lo habita, lo llama, lo altera, lo calma y le brinda tantas posibilidades que no necesita nada más para vivir.

Su historia sonora es bastante amplia, empezó tocando en Son de la Calle, allí aprendió salsa, son cubano, ritmos latinos y fue una banda que le dejó la virtud del trabajo en equipo y la disciplina de la ejecución musical; luego, siguió Wah-wa y su metal funk, que le enseñó las bondades de la experimentación; y Rey Gordiflón, que fue un gran sueño sonoro para todo el país, y le dio experiencia y el cariño de mucha gente. Ahora, Rua navega contracorriente con sus canciones, presentando su proyecto en solitario AJ RUA, con una nueva piel, con un nuevo sentir y con la música del mundo respirándole de frente, como un susurro inspirador.

Su día a día, se pasa entre enseñar música, ver la vida transcurrir a través de su bicicleta, cuadro a cuadro, segundo a segundo, cuidar a sus dos gatos Logan y Chimuela, componer, y dejar que las horas lo atropellen con más canciones que dejan de ser suyas para ser de todos.

Sueña con viajar cantando, con estar con su música en un Rock in Rio, Coachella, Glastonbury o Lollapalooza. Pero más allá de eso, sueña con morir en la música, escuchando ´Desafinado` de Joâo Gilberto y Tom Jobim o ensimismado en un escenario, cantando sus canciones, para que al final de sus días, su voz, sus canciones y su historia sean eternas.

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