La creatividad: un activo invaluable para los profesionales y empresas

Prepárese para desarrollar la creatividad y, con ello, construir una ventaja competitiva que llevará el desempeño profesional o empresarial a un nivel superior.

creatividadEl diccionario de la Real Academia de Lengua define la palabra creatividad como la facultad de crear; mientras que Wikipedia, como la capacidad individual y colectiva para producir nuevas ideas o conceptos, o para obtener nuevas asociaciones entre ideas y conceptos existentes.

La creatividad, por tanto, es un reto para las personas. Un reto complejo que generalmente se asocia con el riesgo, porque crear significa salirnos del status quo y exponernos al acierto o fallo, un escenario que atemoriza. Es por esto que la creatividad, para ser desarrollada como competencia, requiere de una alta dosis de confianza. Y es importante analizar esto, porque se necesita interiorizar ese —a veces imperceptible— hecho de que la creatividad más que un talento es una capacidad, una capacidad que no debe ser vista como una bendición recibida por unos pocos sino como una habilidad que se puede potenciar y perfeccionar.

Desde ese punto de vista, el de ver a la creatividad como una competencia, se deduce entonces que esta se puede alimentar y ejercitar. Pero, ¿cómo hacerlo? Apoyándose en comportamientos y motivando la implementación de algunos hábitos, como por ejemplo: la experimentación y la exploración y observación del entorno, solo por citar dos de los más elementales.

¿Qué aporta la creatividad?

La creatividad, como atributo, es un bien de alto valor para las compañías y sus líderes. Son muchos los directivos que se centran en él para seleccionar a sus nuevos colaboradores. De hecho, un estudio de IBM realizado a más de 1500 empresarios a nivel mundial descubrió que la creatividad es la habilidad más observada por los reclutadores de talento —por encima de la disciplina, la integridad, la inteligencia y la inteligencia emocional—. Pero este resultado no nos debería tomar por sorpresa, porque lo que los negocios más necesitan en la actualidad es justamente la creatividad para anticiparse y dominar los mercados.

Ahora, si ese primer argumento no motiva a trabajar en el desarrollo de la creatividad o no parece lo suficientemente poderoso —suponiendo que existe alguien que ponga en duda su valioso aporte—, miremos otros de los muchos beneficios que tiene: El primero de estos beneficios es que quienes fomentan la creatividad son poco conformistas, aceptan todas las ideas y desarrollan una provechosa capacidad de exposición y argumentación. Adicionalmente, los creativos promueven las ideas sin importar su origen, y se convierten en verdaderos defensores de la colaboración como instrumento transformador. Generan toneladas de ideas —malas y buenas—, se desprenden de los derechos de autor, se preocupan por enriquecer las ideas de todos y no descansan hasta que estas se pongan en marcha. Finalmente, los creativos adquieren una envidiable y apasionada obstinación, una determinación inquebrantable para enfrentar cualquier desafío y la firme voluntad de hacer el trabajo necesario para obtener el resultado; porque en la mayoría, la creatividad deriva en un gran empeño por ejecutar.

Los 11 comportamientos que favorecen la creatividad

Una vez se ha asimilado el prioritario aporte de la creatividad y se ha reconocido la posibilidad de desarrollarla como competencia, nos enfocamos en enumerar aquellos comportamientos que, una vez implementados, propician el nacimiento y mejoramiento de esta habilidad y apoyan la construcción de las ventajas competitivas. A continuación presentamos once de estos comportamientos, advirtiendo que existen otros más:

1. Buscar lo desconocido y sentirse cómodo allí

Muchos estudiosos han demostrado que llevar una vida cargada de cotidianidad no pone a prueba el cerebro. De hecho, muchos científicos que han investigado la creatividad han afirmado con vehemencia que los máximos niveles de inventiva se logran cuando nos sometemos a entornos o situaciones desconocidas. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Utah demostró que alejarse y desconectarse de los dispositivos electrónicos aumenta la creatividad en un 50%. Los ambientes desconocidos nos incomodan y sacan de la rutina, nos llevan a preguntarnos y a pensar, por lo tanto, visitarlos es uno de los mejores mecanismos para ejercitar la creatividad.

2. Diseñar un entorno propicio

Cuando hablamos de entorno no nos limitamos al ámbito laboral. El entorno lo comprende todo lo habitual, las actividades que hacemos diariamente, las personas con quien interactuamos, los lugares que visitamos y en los que pasamos mucho tiempo, entre muchas otras cosas. Evidentemente, la oficina juega un papel preponderante en la búsqueda de la creatividad, pero esto nos libra de la obligación de hacer algunos ajustes al resto de los elementos del ambiente. El entorno se debe enriquecer con caminatas o paseos; con encuentros casuales o programados en los pasillos para discutir asuntos triviales o importantes; con ajustes a las rutinas de comida, música y lectura, y con momentos de descanso, reflexión y juego. La creatividad se nutre con esta aleatoriedad.

3. Promover la sinceridad

Un excelente punto de partida para la promoción y entrenamiento de la creatividad es la franqueza. La sinceridad, como principio de comportamiento, potencia las capacidades para crear. Cuando nos comunicamos abiertamente —de forma constructiva, con respeto y sin guardarse nada—, propiciamos un clima colaborativo y eficaz para el trabajo y el surgimiento de conceptos novedosos. Una cultura creativa progresa cuando nos sentimos libres de expresar ideas, opiniones y críticas. A su vez, la falta de franqueza nos conduce a espacios poco funcionales. La creatividad se sustenta de la retroalimentación franca y activa. La creatividad fluye y se perfecciona en los ambientes interactivos y sin prevenciones. Todos debemos asumir y motivar posiciones críticas; sintiéndonos favorecidos, y nunca amenazados, por las opiniones honestas.

4. Rodearse de diversidad

En este punto coinciden la mayoría de las personas que estudian la creatividad, crear equipos con diferentes perfiles, orígenes y opiniones es un poderoso caldo de cultivo para la creatividad. Los grupos mixtos; aquellos con marcadas diferencias generacionales, con variados niveles educativos, con formación en áreas dispares, entre muchas otras variaciones demográficas o psicográficas —lugar de nacimiento, gustos, intereses, etcétera— que los hagan pensar diferentes; son mucho más eficientes que los homogéneos. Rodearse de diversidad es rodearse de perspectivas, y las múltiples perspectivas desarrollan la opinión, la tolerancia y la creatividad. Bienvenida la diversidad.

5. Eliminar el miedo de la ecuación

Ya lo dijimos, la creatividad necesita de la confianza, de sacudirse el temor y la vergüenza por compartir un idea. Los entornos menos inquisidores son los más favorables para que emane la creatividad. Mientras sintamos menos temores al hablar, preguntar, opinar o experimentar tendremos mejores resultados en la intención de desarrollar las competencias creativas.

6. No satanizar el fracaso

Fallar hace parte del proceso. Es más, el fallo es, quizá, la parte más edificadora de cualquier proceso. Las personas y empresas que se sienten cómodas con el fracaso le abren la puerta a la creatividad. El error debe ser visto simplemente como una de las dos posibilidades cuando se intenta crear algo nuevo. Desde pequeños se nos inculca que el error es malo, que del fracaso no se saca nada bueno; pero, darle esta connotación es una de las filosofías de vida más nocivas para la creatividad y la innovación. Considerar los errores como una posibilidad inevitable, aceptarlos y socializarlos, asumir la responsabilidad y sacar de ellos aprendizajes es una sana forma de incentivar la inventiva. Aprendamos a utilizar el fallo como un agente para la creatividad.

7. Divulgar todas las ideas

Todos hemos sentido el temor de compartir una idea. En la mayoría de los casos, este temor está motivado por el miedo a que alguien se apropie de esa idea. Esa situación es repetitiva, nos tragamos la idea y, con esto, en vez de hacerla crecer la achiquitamos. Los creativos son generosos con las ideas, producen tantas que no le tienen temor al hecho de que alguien se las robe. Difundir las ideas, robustecerlas con el feedback y socializarlas para atraer simpatizantes hace que cada buena idea se convierta en un proyecto y que cada idea mediocre se deseche de la cabeza.

8. No apresurarse, darle a las ideas el tiempo necesario

La dinámica de un mundo acelerado está ejerciendo cada vez más presión sobre los personas y organizaciones. Hoy la creatividad se ve amenazada por la inmediatez. En el presente, necesitamos producir ideas sorprendentes con rapidez, pero esto, antes que desarrollar la capacidad creativa lo único que causa es la perdida en la calidad en las ideas. Insistimos, la creatividad es una habilidad, y como toda habilidad, se ejercita. Ahora, el ejercicio reiterado construye destrezas, y la destreza nos genera la sensación de experticia. Pero, mejorar los tiempos de respuesta no dependen exclusivamente de la experticia sino también del contexto y el problema a resolver; por lo tanto, cuando presionamos la creatividad sin considerar las demás variables nos hacemos un daño. Retar la creatividad es bueno, pero presionarla es muy malo.

9. Proteger las nuevas ideas

Las grandes ideas, las revolucionarias y transformadoras, por lo general tuvieron un arranque humilde, y el tiempo y la paciencia de sus gestores las llevó a la cima. Son pocas las ideas que nacen en la cabeza de alguien —o en el seno de un equipo— y, sin un periodo previo de perfeccionamiento, se convierten en una idea poderosa. Las nuevas ideas necesitan protección, requieren que sus promotores las acojan y cuestionen. A diferencia de lo que ya tiene una trayectoria que lo soporte, lo nuevo necesita amigos que le den respaldo.

10. Aceptar la influencia del azar

Los acontecimientos imprevistos, fruto del azar, no son sucesos a los que se les deba temer; por el contrario, se tiene que aprender a convivir con ellos. El azar es inevitable, esto lo reconocen los creativos, por lo tanto desarrollan la habilidad de dar respuestas constructivas cuando se ven sorprendidos por este. En el terreno de lo inevitable es donde mejor surge la creatividad, en los ambientes hostiles es donde se potencia esta habilidad. El azar nos hace recursivos, por esto, la gente más creativa aprende a trabajar bajo esta deliciosa incertidumbre.

11. Tolerar y adaptarse al cambio

El cambio no se puede evitar, es un disparate atreverse a pensar lo contrario. El cambio es el motor de las sociedades, y la creatividad es el combustible que mueve ese motor. Entendemos que la naturaleza humana nos lleva a aferrarnos a lo que hemos hecho siempre, a lo que nos ha funcionado; pero, justamente, este es el tipo de comportamiento es el que reprime la creatividad. Las personas y empresas capaces de tolerar y adaptarse al cambio tienen una mayor inventiva, porque la creatividad consiste precisamente en saber trabajar con el cambio.


Bibliografía

SEPPALA, Emma. «How Senior Executives Find Time to Be Creative». Artículo publicado en Harvard Business Review en septiembre de 2016.

CATMULL, Ed. «Creatividad, S.A. Cómo llevar la inspiración hasta el infinito y más allá». Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U. Enero, 2015.

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