Reflexión sobre los pilares de comportamiento y acción que hacen que un grupo de trabajo se convierta en un sólido equipo y en una máquina de resultados positivos.
Nos encanta la idea del héroe solitario, del genio que con su capacidad creativa e innovadora cambia el rumbo de las cosas y pone a toda la empresa en la dirección correcta. Pero esta idílica concepción pocas veces pasa, son contados los casos en los que una sola persona transforma una organización. La realidad corporativa es diferente, las compañías y sus directivos saben que lo que convierte a alguien en un revolucionario no es su capacidad individual sino sus destrezas para conformar equipos y liderarlos.
La historia ha demostrado que los grandes resultados son producidos por equipos bien conformados, es algo tan evidente que casi nadie lo discute. Es, quizás, de los pocos enunciados que podrían clasificarse como axioma en asuntos relacionados con el management. Ahora, con la importancia de los equipos clara, ¿cómo se construye un equipo ganador? Agrupando a las personas adecuadas, asignándoles una meta, facilitándoles el establecimiento de procedimientos y promoviendo en ellos la cultura del resultado. Esto complementado por un elemento trascendental, personas con competencias heterogéneas y altamente calificadas, innovadoras y disciplinadas.