Expliquemos una metodología simple para hacer marketing de entrada que nos permita atraer y convertir con eficacia en el mundo digital.
El marketing es una de las disciplinas más contradictorias. Es una realidad que enfrentamos todos los días. Por nuestro oficio, constantemente nos encontramos con profesionales que defienden teorías opuestas, cada uno con argumentos válidos y con números que las sustentan. Incluso, sin salir de una organización es posible encontrarse con las dos caras de la moneda. De hecho, recientemente lo vivimos. Hace un par de días, hicimos parte de una acalorada discusión entre dos líderes de una enorme empresa de retail. En medio de una sesión de trabajo, cuando llegó el momento de elegir la ruta que tomaríamos para las acciones publicitarias de una acción de marketing que estábamos planificando, se hizo visible la constante contradicción que se vive en esta disciplina: uno de los asistentes defendió con muy buenos argumentos su deseo de orientar la publicidad a lo masivo, mientras otro saltaba de su silla para refutar y defender la orientación hacia los nichos. Ambos fueron coherentes en su exposición. Ambos tenían razones de peso para hacer valer su punto de vista. Era simplemente otro capítulo más de las contradicciones comunes en el marketing. ¿Nichos o masas? Un simple caso que ejemplifica nuestras discusiones cotidianas —nosotros preferimos los nichos, pero nunca descalificaríamos a quienes defienden las masas—.