Es claro que vivimos tiempos de profundo escepticismo de la llamada opinión pública y de la ciudadanía, dos conceptos lastimados por la crisis de la política y cuyo reflejo se evidencia en las más recientes contradicciones de las principales encuestadoras del mundo en relación con los resultados de procesos como Brexit, elecciones EEUU, referendo colombiano, ente otras a lo cual se suma la pandemia de las noticias falsas para crear un caldo donde el ciudadano siente un hastío tomista que lo lleva solo a creer en aquello que ve.
Sin embargo el pulso entre campañas a través de los eventos de plaza pública hay que saberlo leer también a partir de la forma como se gestan estos momentos, pues en muchos casos se trata de invitaciones con transporte, alimentación e incluso regalos por parte de las campañas políticas, trueques que la ciudadanía percibe y que solo sirve para perder un posible voto y generar una imagen contraria al verdadero propósito que es enamorar y cautivar al público, generando un efecto rebote.
Por otro lado está el fácil acceso a la información digital y la expansión de redes sociales especializadas en difundir opinión, información, desinformación e incluso alardear del número de seguidores, sean falso o reales, una actividad de mercadeo muy popular en campaña, donde vale más la cantidad que la calidad, pero cada error por mínimo que sea la ciudadanía lo suma y le resta credibilidad.
Es claro que en campaña los seguidores falsos no aportan votos, mucho menos las plazas llenas, o las plazas medio vacías con un retoque de Photoshop y aún más claro la gente ahora se suma a campañas exitosas con gente real.
No sumar seguidores o llenar parques afecta la imagen popular de un candidato pero es más devastador engañar a un pueblo con votantes de papel.
Equipo Plaza Pública
PD: se adjuntan las imágenes en estricto orden alfabético por los nombres de los 3 candidatos que más han recurrido a las manifestaciones públicas masivas en proceso Colombia 2018.