Dice un autor de un buen libro que me leo por estos días llamado Por qué Fracasan los Países? que la mejor definición de prosperidad es la oportunidad que dan los buenos gobernantes, para que haya un margen mayor de utilidades en un país, con miras a que los ciudadanos de los estratos medio y bajo tengan la capacidad de satisfacer sus necesidades básicas y además consumir algunos bienes y servicios, que a su vez favorecen el sistema económico y amplían la prosperidad a quienes conforman el sector productivo de un estado.
Desde las épocas de la conquista y la colonia, mantener ahogada a las clases inferiores es una estrategia de acumulación de riqueza que ha generado debacle y siempre es mucho más costosa para quienes ejercen el poder político, generalmente integrantes de familias con enormes riquezas y tierras.
Hoy en nuestros países del llamado tercer mundo ( ver esta interesante presentación que me encontré sobre el concepto), la delgadez de la pirámide que se sigue elevando y deja a sus pies una gigante brecha de pobreza y miseria, hace que nos debamos una o muchas reflexiones sobre quiénes realmente componen esa tan cacaraqueada base de la pirámide y si realmente estas personas pueden acceder a la prometida y anhelada prosperidad.
¿Es posible la prosperidad para quienes integran la base de la pirámide? Se abre la Plaza Pública