El curioso arte de manipular y ser manipulado

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Yo creo que existe un curioso arte que consiste en manipular y ser manipulado por otros. O a lo mejor, más que arte, es un manual, que podría titularse: “Métodos infalibles para chantajear y/o evitar ser chantajeado emocionalmente”.

Por estos días, alguien me preguntó si dentro de mis charlas, tendría una que hablara de la manipulación. Y recordé que hace algunos años, en un programa de televisión, hablé del chantaje emocional y sus implicaciones y entonces motivado, me dispuse a reflexionar nuevamente sobre el tema, para publicarlo hoy.

Desde la psicología sabemos que el chantajista sabe manejar la culpa de los demás y la víctima del chantaje, está debilitada por la sensación de haber fallado, o por la idea de haber hecho algo indebido. El manipulador aprovecha esta información y busca obtener ganancias psicológicas y emocionales; y cuando es un delincuente, lo que quiere, además, es obtener ventaja económica.

El chantaje emocional se fundamenta en la culpa, el miedo, la vergüenza, para obtener beneficios o cambios de conducta. Entonces el chantajista emocional, ejerce presión en la víctima, jugando con su ego asustado, por la creencia que tiene este, de haber cometido una falta que merece castigo. Es decir, el chantaje emocional está orientado a lograr que la otra persona quede inhabilitada, paralizada por la angustia y la ansiedad, gracias a su culpa subjetiva.

Es importante anotar que existen dos tipos de culpa. La objetiva y la subjetiva. Se considera culpa objetiva aquella que se siente cuando realmente he faltado a la norma, a un principio o ley y que, además, tiene estipulado un castigo asociado con el tipo de falta cometida; como ocurre en el terreno jurídico, en la teoría del delito, cuanto la conducta es típica, anti jurídica, culpable, punible e imputable.

Mientras que la culpa subjetiva es aquella que se siente, sin haber hecho algo reprochable, pero que yo creo que es indebido. Por ejemplo, cuando pasa una persona de quien espero saludo, pero no lo hace, y me siento culpable porque pienso que no me saluda debido a que le hice una especie de afrenta, cuando en realidad, esa persona no saludó, porque estaba distraída o sus limitaciones visuales se lo impedían.

En el mundo de la pareja es frecuente encontrar el chantaje emocional…: – “Si tú te vas, yo me suicido por tu culpa”-. Esto logra que la otra persona se sienta amarrada a una relación, en la que no está a gusto, pero en la cual, debe quedarse para evitar el “suicidio” del otro. Porque el chantajista busca que la otra persona ceda, y quede vulnerable, para seguir manipulándola y lograr su propósito de compañía, por supuesto disfuncional.

El chantajista sabe que los seres humanos somos capaces de comprar paz y amor a muy alto precio, pues conoce muy bien los puntos débiles de los demás y los utiliza para quitar poder y libertad de acción a quienes son sus objetivos en el juego de la manipulación. Pudiendo afirmar, que quien manipula, busca bloquear la comunicación, pues niega la libre expresión, cancelando con esto la oportunidad de defensa y mucho menos de diálogo constructivo.

Desde la infancia aprendemos a manipular y chantajear emocionalmente. La madre es nuestro primer blanco, por ejemplo, cuando nos negamos a comer. Por lo tanto, si ella deja ver su ansiedad, logramos una mamá debilitada por la “angustia de la desnutrición del nene” o por ser calificada como mala madre, si no alimenta bien a su hijo, entonces esto la convierte en manipulable.

Sabemos que los hijos preferidos manipulan a sus protectores. El chantaje emocional se verifica con frases como: “mamá… tú no me quieres”, “no se hacer la tarea”, “estoy enfermo”. Lo grave es que cuando esos hijos crecen, consiguen su objetivo con depresión y/o ansiedad para controlar su entorno, principalmente a la pareja o a sus amigos y compañeros de trabajo.

De otro lado, las madres son expertas manipuladoras, pues educan desde el chantaje emocional. “Si te tomas toda la sopa, te quiero mucho y te doy la chocolatina de postre”. “Cierto mi amorcito, que este fin de semana, usted nos va a acompañar a la finca”. “Recójame a las cuatro de la tarde, que tengo cita con el médico, porque me estoy muriendo”. “Estoy muy enferma desde que te fuiste”. “No ve que su papá anda con otra mujer”.

La manipulación en la relación de pareja tiene muchos frentes: en el terreno sexual, en lo económico, mostrando enojo, utilizando los hijos como escudo, desde el silencio e indiferencia, con la enfermedad para no ser productivo, etc. Así, mientras el hombre tradicional manipula con poder o con dinero o con el abandono, la mujer lo manipula a él, con seducción, provocando celos intencionalmente o con sus atributos sexuales y por supuesto con sus lágrimas y llanto con los que ha logrado hacer tambalear imperios a lo largo de la historia.

En síntesis, somos fácilmente manipulables si, buscamos aprobación, beneficios, o amor. Es decir, si queremos atención y no sabemos pedirla directamente.

Entonces la pregunta práctica es: ¿cómo puedo defenderme de una manipulación?

Técnicamente se trata de identificar mis puntos débiles y reforzarlos. Trabajar la culpa. Fortalecer la autoestima. Aprender a manejar la crítica abierta. Enfrentar el temor a la pérdida. Recibiendo entrenamiento en habilidades sociales para contrarrestar la inhibición y mejorar la asertividad y con psicoterapia para aprender a enfrentar el miedo al abandono y a la soledad que lastiman al ego.

Recordemos que, si el chantaje surte efecto, la persona no abandonará esa mina de oro …la seguirá utilizando porque funciona. El secreto está en identificar el método del chantajista y la manera como afecta, mis puntos débiles.

Yo creo que en el arte de manipular y ser manipulado, como lo hace el cachorro de cualquier especie con su fragilidad y hermosa pequeñez, estamos frente a un juego que, en algunas ocasiones, también es importante saber jugar.

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