Yo creo que una ayuda que incapacite no es ayuda.
A veces nuestras ganas de ayudar no nos permiten ver más allá de la apariencia de indefensión del otro y entonces, sin contar con el ayudado…nos convertimos en un buen servidor, prestos a ofrecer nuestra colaboración y conocimiento, pero sin contar realmente con las consecuencias que se generan con nuestra ayuda.
Tal vez porque hay algo que no vislumbramos en el momento de ayudar, y es la respuesta a esta pregunta: ¿será que nuestra colaboración empeora el cuadro, porque convierte en “inútil”, (o al menos podríamos hacerlo sentir así), a quien pide ayuda? Continuar leyendo