Yo creo que el cuerpo tiene sabidurías que me sorprenden.
La semana pasada, accidentalmente, me hice una pequeña cortada en la mano, sin ningún tipo de trascendencia. Practiqué los primeros auxilios, desinfectando muy bien la zona y dejando la microscópica ruptura, abierta, para que sanara naturalmente.
Sin embargo, han pasado los días y todavía la diminuta herida sigue sin cerrar. La primera explicación que me di consistió en responsabilizar de la lentitud de la cicatrización, a la ubicación de la herida y al tipo de trabajo sucio que hago cotidianamente con las manos.
Y luego recordé que el cuerpo se niega a cicatrizar, cuando hay un asunto pendiente, entiéndase un objeto extraño, una infección en curso o un problema mayor.
Entonces encontré una similitud, con nuestra propia psicología, pues sé que, los asuntos pendientes no permiten elaborar un buen cierre, entonces el metabolismo mental y emocional se detienen.
Esto se parece a una famosa historia oriental, que cuenta que una mujer, desde su lecho de muerte, sentenció a su marido a vivir, sin compañía, con esta expresión nacida de su vanidad y egoísmo: – si alguna vez, te vuelves a casar o tienes una amante después de mi muerte, volveré y te haré la vida imposible-.
Así fue como un año después de que falleciera su esposa… el asustado hombre, se enamoró de otra mujer. Entonces, no le sorprendió, que el espíritu de la difunta entrara cada noche a la casa y le reprochara duramente su infidelidad.
Esto ocurrió durante muchas noches, sobre todo cuando el hombre pretendía intimar con su nueva novia. Movido por el desespero fue a consultar a un maestro zen, que en nuestro tiempo se podría leer… psicólogo.
El experto le hizo una pregunta fundamental: - ¿qué te hace pensar que se trata de un espíritu?-.
El angustiado hombre respondió, que su certeza venía del hecho de que el espíritu de su difunta esposa, sabía perfectamente todo de él y era capaz de describir los más mínimos detalles de lo que hacía, pensaba, decía y sentía aquel buen hombre.
Entonces el maestro le entregó una bolsa llena de granos de lentejas y le dijo: -asegúrate de que nadie abra esta bolsa y cuando su fantasma se aparezca, pregúntale, si todo lo sabe, que te diga cuantos granos de lentejas contiene la bolsa-.
Aquella noche, el sugestionado hombre, le hizo la pregunta al espíritu, según lo planeado, pero el “fantasma” de su difunta esposa, al no tener respuesta, salió huyendo para nunca más volver.
Tres semanas después, el hombre fue a darle las gracias a su asesor, por el cierre que había logrado de este asunto pendiente. Entonces el maestro aprovechó para regalarle otra iluminación: -no te pareció muy curioso, que tú famoso espíritu ¿sólo supiera lo que tú sabías? –
Yo creo que, en la medida de lo posible, no es bueno dejar asuntos pendientes, y es muy recomendable hacerles el cierre…cerrar el ciclo, enfrentándolos, elaborándolos y resolviéndolos, para lograr la sanación.