Yo creo que una de las múltiples consecuencias que ha generado este tiempo de quietud y encierro, ha sido el aumento de la consulta psicológica, por la ansiedad, la angustia, la depresión, el estrés, la agresividad física y verbal y las tendencias suicidas de todo tipo.
Y en mi quehacer como terapeuta, durante este tiempo de aislamiento preventivo, he procurado hacer una lectura juiciosa de estos eventos que se están haciendo cotidianos.
Hasta el punto de confirmar que, no solo se debe cuidar la salud física, sino principalmente la salud mental, para poder afrontar aquí y ahora, todo lo que está generando la cuarentena y porque para lo que viene, es muy importante estar motivado y fortalecido emocional y psíquicamente.
De otro lado, en medio de mis pensamientos y reflexiones, me pregunto sobre aquellos comportamientos que bordean otras formas de la muerte, y que demuestra la falta de autocuidado. Pues he venido observando, en esta semana de apertura paulatina del comercio y de otras actividades de negocio, que muchas personas se mueven, como si el enemigo no estuviera cerca. Me refiero a las conductas desafiantes en torno al riesgo.
Como psicólogo sé que, en la naturaleza humana, la conducta está motivada por el placer, el deseo, y evitar el dolor y que además, nos mueve un gusto particular por lo prohibido, por lo que va contra la norma y la ley, y por correr riesgos sin medir las consecuencias.
Entonces por ejemplo, el uso de elementos de bio-protección y todos los protocolos implementados para contener en lo posible la propagación, deben verse como una invitación a desacelerar el contagio, en este caso del coronavirus de turno; pero lo que veo en la calle y aún en las casas, es una incredulidad frente a las consecuencias, o a lo mejor una ignorancia del peligro potencial no solo a nivel de salud, sino económico, familiar, de pareja o tal vez una manera de provocar al destino porque, al fin y al cabo, lo que genera atracción, es todo aquello que active la secreción de adrenalina y por lo tanto, desafiar a la suerte, con la creencia de que a mi puerta no va a tocar el covid-19 o si llega, tengo la inmunidad necesaria.
Identifico cómo en nuestra naturaleza habita un yo rebelde en relación con la norma, y que se torna reactivo frente a aquello que represente prohibición y le dé la oportunidad de mostrar su lado terco de la personalidad.
Y porque también sentimos placer frente a lo desconocido y una tremenda curiosidad por poner a prueba el destino y tentar al Universo, como en un juego de azar, donde si pierdo, esto me motiva a seguir jugando y si gano también quiero volver a jugar.
En fin, en relación con el autocuidado en esta cuarentena, el encuentro con mi mismidad me ha mostrado estrategias para proteger mi salud mental, al desarrollar una mayor conciencia; debido a que me estoy asumiendo como propietario de mis experiencias, en vez de proyectarlas hacia los demás.
He aprendido a estar consciente de mis necesidades y a desarrollar las destrezas que me permitan satisfacerlas.
Estoy logrando un contacto más pleno con mis sensaciones y sentimientos.
Experimento mi poder y mi capacidad para auto apoyarme si es necesario.
Y creo que me he vuelto más sensible a lo que está ocurriendo a mi alrededor y he descubierto cómo protegerme contra las situaciones potencialmente destructivas.
Lo más significativo ha sido, responsabilizarme por mis acciones y por sus consecuencias y sentirme más creativo y empoderado, para encontrar alternativas, frente al riesgo inminente.