No existe la felicidad completa.

pexels-photo-6530729Yo creo que no es posible ser feliz completamente en una relación de pareja. Ese discurso motivacional de los gurús virtuales que aparecen en videos pomposos en las redes sociales, donde todo se puede, cuando se trata de alcanzar la felicidad, me genera sospechas si lo contrasto con la realidad.

Ahora, una relación de pareja, si tiene un objetivo muy claro y consiste básicamente, en ser el instrumento propicio para el autodescubrimiento. Es decir, mi encuentro con el otro debe servir para auto conocerme.

En otras palabras, las relaciones con otras personas permiten poner a prueba mi capacidad creativa y expresiva para desarrollar el arte de tolerar la frustración, al mismo tiempo que me ofrecen una oportunidad maravillosa para dar y ofrendar desde mi mismo.

Realmente una relación amorosa no fracasa. Lo que sucede es que dicha relación no funciona, porque posiblemente comenzó de una manera equivocada. Se requiere comprender los mecanismos sutiles que se activan, cuando se entabla una relación con otro… donde impera el egoísmo, que busca sacar provecho.

Entonces, si todo el tiempo me pregunto: -¿qué beneficio personal puedo obtener con esta relación? – es porque no he comprendido que lo que está en juego es lo que puedo aportar a ella, para el crecimiento mutuo.

En términos generales, la mayoría de nosotros establecemos relaciones, buscando lo que podemos sacar de ellas.

Al iniciar una relación, es preferible preguntarse: ¿Qué va a hacer que esta convivencia sobreviva?, en vez de estar calculando, desde el principio…si esto va a durar.

El verdadero objetivo de una relación consiste en asumir el riesgo de exponer gran parte de mí mismo y no, qué parte de la otra persona, puedo conocer para controlarla.

Así el resultado es una enorme presión sobre la otra persona, forzándola “a ser” y actuar de una manera contraria a lo que realmente es su esencia. Así nace el resentimiento, el enojo y la desilusión porque esa persona, se siente mal, porque le queda imposible alcanzar el cumplimiento de la expectativa del otro.

Más adelante la persona busca recuperar su auténtico yo, actuando de acuerdo con su verdadera identidad, naturaleza y deseo profundo… y allí es cuando digo que mi pareja ha cambiado y que está muy extraña y que no entiendo su conducta. Continuar leyendo

Los encantos de la permacultura.

conversando con la naturalezaYo creo que la permacultura es la respuesta a los fenómenos ambientales, sociales, económicos y culturales que se vienen presentando a nivel mundial, en las últimas décadas.

Este pasado fin de semana estuve descansando y meditando, en un maravilloso lugar ecológico. Su diseño especial y los materiales que lo conformaban, así como la filosofía de sus creadores me impactaron tanto, que aún hoy, al momento de escribir estas líneas, no puedo dejar de reflexionar entorno a los encantos de la permacultura.

Durante el recorrido, organizado por los guías del lugar, escuché frases con tanta profundidad filosófica, que mi curiosidad de niño inquieto no dejaba de preguntar sobre el origen de estas. Por ejemplo: “No pienses que estás en el sendero correcto sólo porque es un camino conocido”. O esta otra: “La visión no es ver cosas como son, sino como serán”

Hablando de PermaculturaEntonces, terminada la visita guiada, comencé a investigar los orígenes de la palabra permacultura y encontré que es una contracción, que originalmente se refería a la agricultura permanente, basado en la filosofía de la Agricultura Natural de Masanobu Fukuoka, quien fue agricultor, biólogo y filósofo japonés.

Muchos años después, Bill Mollison y David Holmgren en 1978 utilizaron la expresión permacultura, para describir un sistema integrado y en evolución de plantas perennes o que se perpetúan y de especies animales útiles para el ser humano.

Construcciones desde la PermaculturaHoy por hoy, en la vida práctica, la permacultura se entiende como un sistema de construcción de espacios y de cultivo de la tierra, fundado en principios éticos para establecer, diseñar, coordinar y mejorar todos los esfuerzos realizados por los seres humanos en sus hogares y comunidades para lograr un futuro sostenible.

Bill Mollison, sostiene que la permacultura es: - “una filosofía de trabajar con la naturaleza, en vez de ir en contra de ella; que nace de observar la naturaleza durante mucho tiempo y comenzar una reflexión para aprender de ella, en vez de una acción prolongada y desconsiderada contra ella. Se trata de mirar a los sistemas en todas sus funciones, en vez de esperar sólo un rendimiento y más bien permitir que los sistemas demuestren sus propias evoluciones”-.

Observando como trabaja la naturalezaEn mi investigación encontré que la permacultura se fundamenta en tres principios: cuidar la tierra, cuidar a las personas y cuidar los recursos. Ahora entendiendo porque la naturaleza nos está cobrando nuestro propio descuido.

De otro lado, David Holmgren organizó la diversidad del pensamiento permacultural en doce principios de diseño así:

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¿Soy competente?

pexels-photo-3013980Yo creo que la Vida a cada momento me regala maravillosas oportunidades para auto descubrirme. Por lo tanto, es necesario que desarrolle, con cada experiencia, la habilidad para aprender, desaprender y reaprender.

De vez en cuando y principalmente ahora que se acerca el día de mi cumpleaños, voy haciendo el inventario de cómo me fue en este periodo que culmina; pues al fin y al cabo celebro cada nueve de noviembre, como el comienzo de un nuevo ciclo de vida…en otras palabras como un renacimiento.

Entonces si miro hacia atrás, tengo que decir que definitivamente el 2020 fue un año atípico en todo sentido. Sin embargo, de otro lado y de manera paradójica, también fue el tiempo más rico de mi existencia, porque aprendí y descubrí bastantes asuntos que habían estado ocultos en la sombra, relacionados conmigo mismo.

Para ayudarme en este proceso de autoevaluación, me apoyo en un cuestionario que respondo de manera juiciosa y con total sinceridad, para darme cuenta y hacerme cargo de mis logros y asuntos por mejorar.

Me pregunto si en este 2020, logré comunicar mis más profundos deseos, anhelos y temores a las personas muy cercanas y reconozco que me faltó mucho por expresar, pues aún siento el temor y la angustia de ser rechazado por lo que siento realmente.

Descubro que, en este año, pude obtener algunos de los resultados que me propuse, pero quedan pendientes otros como por ejemplo, bajar de peso y hacer más ejercicio, pues debido a la cuarentena, se fueron al traste, porque la nevera con su disponibilidad las veinticuatro horas del día durante toda la semana, se convirtió en el “gigante a vencer”, a pesar de que mi Sancho, me hablase al oído, actuando como mi conciencia auxiliar.

Mejoré mucho en el trabajo en equipo, pues para un hombre acostumbrado a trabajar en solitario y con un repertorio amplio de conductas autosuficientes, las condiciones del encierro y del trabajo en casa, me obligaron a tomar conciencia de la importancia de la cooperación y la colaboración entre todos, para mantener la paz y la armonía interior y exterior.

En este tiempo se puso a prueba mi flexibilidad y adaptabilidad para solucionar grandes, medianos y pequeños problemas.

Desde la decisión de meterme de lleno en la virtualidad y renunciar al goce y al deleite de ir a la universidad a dictar clase, tomarme un café con mis amigos, estudiantes y colegas para hablar de lo humano y lo divino y abrazar a mis seres queridos sin miedo a la muerte. Hasta organizar un sitio de trabajo en casa que tuviera todas las condiciones ergonómicas para ser más productivo sin cansancio acelerado, haciendo pausas activas y revisando con frecuencia mi postura frente al computador, para no afectar mi salud lumbar.

En fin, se activó mi creatividad, recursividad e iniciativa para resolver los asuntos de la supervivencia y al mismo tiempo, aumentó la reflexión, la conciencia y la certeza de que la vida es frágil y que es un regalo que se actualiza cuando amanezco vivo y que sólo tengo hoy para ser feliz, realizarme, amar, perdonar y reconciliarme con aquellos seres con los que he decidido compartir mi existencia.

Yo creo que soy competente para asumir la vida en la medida en que me arriesgue a vivir. Sin temor, con decisión, y con la certeza de que valió la pena el riesgo de ser yo mismo, desde mi proyecto de ser y estar consciente.

Destruir para construir.

nino-pequeno-que-pone-botella-plastico-bolsa-basura_23-2148309924Yo creo que los cambios que vienen son grandes y significativos.

La clave está en destruir para construir y de esta forma comenzar de nuevo, a partir de los aprendizajes adquiridos, como una preparación para los desafíos del futuro. De nada vale aferrarse a lo conocido. Es preferible y más inteligente, permanecer abierto frente a lo que está por venir.

Romper el paradigma de la comodidad no es cosa fácil, más aún cuando la cultura predominante, enseña a valorar lo superficial, desde el tener o el sentir placer, sobre el ser.

Ahora, más que nunca, ser persona, es mucho más importante que aparentar lujo, poder o fama. Definitivamente, tener valores como ser humano, será la verdadera riqueza.

Nada más aplicable para estos tiempos de crisis económica, que las palabras del Mahatma Gandhi cuando decía: -“Un hombre debería ser siempre más grande que lo que hace y más precioso que lo que posee”-. En este momento, el Covid-19 es el mejor parámetro para medir, el valor de la persona, independientemente de su capacidad económica, laboral o social.

En medio de este panorama de receso mundial, generado por la pandemia, retomo la visión futurista del escritor norteamericano Mark Twain, cuando haciendo una crítica a la sociedad de su época afirmaba: “la civilización es la multiplicación ilimitada de innecesarios necesarios”.

Vivo rodeado de posesiones innecesarias. Para nadie es un secreto que la economía de mercado busca motivarme como consumidor para que compre cosas que ni necesito, ni deseo. Y me doy cuenta de cómo esta inmensa industria del deseo me bombardea con llamadas telefónicas, mensajes subliminales y promociones tentadoras, pretendiendo que realice compras innecesarias, que en el fondo procuran llenar vacíos existenciales.

Entonces me pregunto: ¿Qué es vivir? ¿Cómo estoy viviendo? ¿Para qué vivo?

Gracias a este tiempo de aislamiento he aprendido a vivir mejor, con menos dinero. A vivir mejor con menos problemas de apariencia… ahora me mantengo con la misma pantaloneta y tres o cuatro camisetas que adoro.

A vivir mejor, consumiendo la comida que preparo en casa. A vivir mejor con menos contaminación pues llevo meses sin utilizar transporte que afecte el medio ambiente.

Yo creo que el secreto está en distinguir entre necesidades y deseos; porque una cosa es lo que necesito y otra muy diferente lo que deseo.

Con esta cuarentena he descubierto que el poder y la riqueza están en la capacidad para centrarme menos en la apariencia material y fijarme más en la calidad de las relaciones con las personas.

Ahora la clave es renunciar, para poder ganar la vida. Este proceso se da como consecuencia de la nueva percepción frente a los signos e invitaciones para el cambio que trae la pandemia.

El proceso de duelo es obligatorio.

Destruir para construir, será la constante durante un buen tiempo; por lo tanto, la creatividad y la capacidad para desapegarme, serán las protagonistas para salir adelante aprovechando este vacío… fértil.

Razones para vivir.

pexels-photo-207697Yo creo que la rueda de la vida va y viene de manera incesante para regalarme nuevas y sorprendentes experiencias que nutren mi razón de vivir.

Cada nuevo despertar es una invitación a la esperanza, siempre y cuando yo mismo facilite la actitud que abre el campo de todas las posibilidades.

El sitio de batalla se encuentra en el interior de la mente. Los pensamientos combaten con la angustia, la tristeza, el pesimismo, las ganas de entregarlo todo, deseando abandonar la lucha. Y de otro lado la esperanza, el optimismo, la actitud positiva, la creatividad y el amor por lo que se hace, instalan sus cuarteles, cerca del corazón, haciendo posible lo imposible.

Es ahora cuando el Universo pone a prueba todas mis capacidades para el desapego.

Recuerdo que hace muchos años, cuando estaba empezando mi carrera universitaria para formarme como psicólogo, eran días muy difíciles a nivel económico, y salía todas las mañanas de casa con el dinero preciso para el transporte urbano, sin derecho a tomarme un café y mucho menos soñar con algún rico manjar de esos que preparaban en la cafetería de la universidad.

Aquel día tomé el transporte hasta el centro de la ciudad, para hacer algunas diligencias, antes de llegar a mi lugar de estudios. Metí la mano en mi bolsillo para tomar una decisión trascendental. O compraba un pastel de pollo para calmar el hambre, o guardaba el dinero para regresar en bus y con lo que me quedara, completar para las fotocopias y así poder estudiar el examen parcial de psicología clínica.

Mi estómago de joven universitario pudo más y se dejó llevar por el exquisito olor de la comida recién preparada, que salía de un local cercano al sitio donde me encontraba haciendo fila, para culminar los asuntos notariales que me llevaron hasta allí.

Saqué el único dinero que me quedaba. Pagué decidido por mi alimento y con una sensación de placer infinito que aún conservo, entonces comí muy despacio para poder saborear mi osadía.

Luego vino la razón y la angustia. – ¿Qué voy a hacer ahora? – Me dije. -Caminar, fue la respuesta-. Y emprendí la marcha hacia lo desconocido, con la esperanza de llegar a mi destino, sin dinero, pero con la disposición alegre que proporciona la aventura.

Llevaba un kilómetro y medio de camino cuando, desde una esquina, un viejo conocido del colegio me llama a todo pulmón. -Juan, no lo vas a creer-, me dijo, -pero esta mañana me levanté pensando en ti, y en la deuda que tengo contigo y ya decidido a pagarte, había perdido tu teléfono y no sabía cómo encontrarte de nuevo. Pero mira como es el destino, nunca pensé verte caminando por acá-.

Me entregó la suma de dinero que mucho tiempo atrás le había prestado, me dio un fuerte abrazo de agradecimiento y se marchó contento.

Sorprendido por la coincidencia, entendí que nada sucede por azar, que cada situación tiene sentido, si estoy en capacidad de entenderlo y que todo cuanto sucede, está diseñado para mi aprendizaje y crecimiento personal.

Desde ese día, al despertar, le sonrío a la existencia, con la certeza de que hoy, me da un regalo maravilloso, y por eso se llama presente y confirmo que la vida tiene mucho más para darme, para que yo encuentre todos los días, una razón para vivir.

El poder de la pasión.

pexels-photo-1752806Yo creo que el Universo es generoso y me tiene reservados muchos regalos que irán llegando en la medida del merecimiento.

Esta mañana me levanté con la certeza de que algo muy bueno viene para mí. Amanecí con ese tipo de presentimiento agradable, que te da vueltas en la cabeza y que lo sientes palpitando todo el tiempo, como si el corazón quisiera salirse del cuerpo, de puro gozo.

El dramaturgo francés Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, decía que el hombre sabio está preparado para cualquier cosa.

Abrí la ventana de la alcoba y dejé que los primeros rayos de la luz de la mañana llenaran mi alma de niño feliz, como cuando le han hecho la promesa del paseo a la playa. Para el infante que vive en mi interior, si se puede lograr lo que se desea, porque piensa que se puede y porque cree que se puede.

Y mientras tomaba un delicioso café matutino, también recordé las palabras del poeta Antonio Machado cuando afirmaba que: -Hoy, es siempre todavía-.

Entonces un espíritu de motivación y coraje me sacó de mi estado de sopor. Y en medio de mis pensamientos llenos de ánimo proactivo, me convencí aún más de que todavía es tiempo de soñar y de creer en que lo que está por venir, será mejor y para bien.

Tengo muy claro que cada dificultad pone a prueba la creatividad y ésta se crece según el tamaño del obstáculo.

pexels-photo-1906795Así que decidí hablar con mi amigo Andrés que es un hombre de restaurantes, y que ahora vive en Barcelona, disfrutando y estudiando temas de nuevos negocios y quien por enésima vez hace el Camino de Santiago y que, en medio de video-tertulias agradables, me ha compartido varias ideas para la reinvención, luego de este paro en la producción económica, debido al aislamiento preventivo por la pandemia.

Soy consciente de que una idea sólo es buena, si se hace algo con ella. Por esto es por lo que, estoy trabajando apasionadamente en el campo de todas las posibilidades futuras.

En cada momento me recuerdo a mí mismo, que el Universo no premia al que piensa… sino al que hace. Y que todos los problemas, realmente no son problemas, sino invitaciones directas a la creatividad.

Como el temor a equivocarme… paraliza el proceso y detiene la marcha, me vendo la idea de que definitivamente, se construye futuro desde el presente.

De la misma manera como sucede en los juegos de vídeo, son precisamente los obstáculos, los que hacen más interesante y atractivo el sagrado arte de vivir.

Creo en el poder del cambio cuando se da como consecuencia de un proceso de crisis.

Creo en las empresas y proyectos que se emprenden desde la pasión del corazón y la lógica de la razón.

Y creo que son las vivencias negativas, las que me hacen avanzar hacia experiencias positivas.

Entonces yo creo que es tiempo de emprender la marcha hacia el futuro, teniendo como motor, el poder de la pasión.

Ligero de equipaje.

pexels-photo-2905238Yo creo que, en este momento de mi recorrido existencial, estoy aprendiendo el arte de vivir con muy poco.

Entonces en lo cotidiano de mis reflexiones, recuerdo un pasaje que se le atribuye al filósofo Sócrates, cuando paseándose por la plaza de comercio, exclamó: - “puedo vivir sin todas estas cosas”-.

Y estoy descubriendo lo mismo, al pasar de los días, en medio de la cuarentena, donde la creatividad y la recursividad para aprovechar lo poco, me han regalado el privilegio de darme cuenta de que estoy rodeado de posesiones, que hasta hoy las consideraba necesarias y que, dadas las circunstancias del aislamiento, ahora no sirven de nada.

Esto, al mismo tiempo, me ayuda en la preparación de lo que está por venir, en torno a la escasez.

Rodeado de lujos y privilegios, como tener tres comidas en la mesa, ropa para cambiarme todos los días, una cama donde dormir, un baño diario con su respectiva afeitada, mi claustro se ha convertido en un pequeño palacio que valoro infinitamente, y donde concluyo que, con la misma pantaloneta, un par de camisetas, unas cómodas sandalias, dos comidas al día, el pelo largo por la falta de motilada y la barba abundante, puedo pasar los días, sin tener que jugar a las apariencias, ni al qué dirán, pues debido a los últimos acontecimientos, todos estamos en las mismas condiciones. Lo bueno de este Covid-19, entre otras cosas, es que ha democratizado el proceso de vivir.

El conteo de los víveres se vuelve prioritario, la incertidumbre hace parte de mi día a día, y el sólo pensamiento en los acreedores pasó de ser angustiante a convertirse en un lastre que sé que voy a cargar durante un buen tiempo en tanto se reactiva la economía.

Mientras las fuentes de ingreso económico escasean, la creatividad abunda, para cambiar el modelo de producir y hacer circular el dinero.

Los gobiernos de turno hacen sus mejores esfuerzos en pro de contener los coletazos financieros que este paro tan prolongado va produciendo, sin embargo, las nuevas generaciones apenas están tomando conciencia de la ruptura que se produjo en su “modus vivendi”.

En medio de la crisis, retomo las palabras de Buda, cuando frente a las causas del sufrimiento decía: – “Esto no es mío, yo no soy esto, esto no soy yo mismo”.

Aquí lo importante es el desapego. Entonces la apariencia de éxito y el sentirme encadenado a lo material, es lo primero que estoy cambiando, al dejar de lado el orgullo.

Así como estoy logrando vivir con lo mínimo necesario, libre de ataduras, superando las tentaciones de una sociedad superficial y banal proyectada en las imágenes retocadas del Instagram, para darme permiso de tener éxito desde mi resiliencia, paciencia y humildad, debido a que estoy replanteando mis prioridades.

Es tiempo de creer que cosas muy buenas están por venir, siempre y cuando rompa el paradigma de la posesión pasada, para renacer como el ave fénix de las cenizas, a un nuevo estilo de vida.

Yo creo que, si se puede vivir mejor con menos, ligero de equipaje.