Yo creo que a consecuencia de la postmodernidad estamos apurando a nuestros hijos de manera indebida.
Pienso que los estamos obligando a realizar tareas, que pertenecen más a nuestros deseos frustrados, que a una verdadera necesidad formativa para ellos.
¿Cuántos de nuestros hijos se encuentran realizando tareas, trabajos o actividades extracurriculares que para ellos son un tormento, pero para nosotros son la dicha consumada? pues de alguna manera estamos buscando el pianista que no pude ser, la karateca que mi propio papá frustró o el jinete maravilloso y acrobático, a pesar de no tener caballo propio.