Yo creo que lo imperfecto es mucho más valioso.
Reconozco que soy un ser imperfecto e inacabado que está en proceso de búsqueda permanente.
Me busco, en cada situación que me acontece.
Recuerdo que mis padres ocuparon la mayor parte de su tiempo construyendo mi perfección. De alguna manera, según ellos, debía equivocarme menos. No los culpo, más bien los compadezco por pretender lo imposible.
Y lo más irónico es que, en el ejercicio de la paternidad me he observado haciendo lo mismo.
Al fin y al cabo, no soy dueño de su destino… y mucho menos puedo intervenir en lo que está escrito para los hijos.
En esta semana estoy dándole valor a lo imperfecto.
Por ejemplo, me di cuenta de que Romeo, uno de los gatos, tiene las orejas mordidas, un ojo con catarata y una actitud como en pie de lucha. No deja en paz a la Negrita, la gata chiquita, timorata y boba que representa muy bien la lucha de clases. Mientras que Matías observa impertérrito lo que sucede sin él… porque no toma partido.
Romeo saca a relucir la calle que cosechó en sus búsquedas nocturnas, antes del encierro en el apartamento, que le regaló con la pandemia el buen corazón de su humana salvadora.
Tengo mucho de Romeo, como de la Negrita y de Matías.
Así como las imperfecciones que me obsequia la naturaleza, en el proceso de construcción de mi humanidad, donde ahora la meta es equivocarme, precisamente para aprender. Gracias al error es como más he aprendido.
Por esto es por lo que el objetivo no puede ser buscar la perfección, como padre, esposo, profesional o ciudadano, sino más bien aprender de la imperfección.
Por ello, como padre, no puedo evitar el sufrimiento, pero si puedo acompañar… si me lo permiten.
Como tampoco puedo evitar que algo malo suceda.
Se que me gustaría que los demás no cometieran los errores que yo cometí, pero no por ello tengo permiso para llenarlos con mis miedos.
Ahora sé que el problema no está en que los hijos cometan errores. Lo que espero… es que aprendan de ellos.
Porque el fracaso como tal no existe… si puedo sacar provecho de su efecto en mi vida.
Lo imperfecto tiene valor por las preguntas que genera:
¿Lo puedo hacer mejor?
¿Quiero superar mi propia marca?
¿Es importante explorar mi mejor versión?
¿Qué es aquello que puedo aprender de la equivocación… para ser mejor persona?
Yo creo que, mientras más humano mejor.