Yo creo que no basta con desear la paz, creo que es obligatorio hacer algo por ella. Esta frase la encontré en una valla en lo alto de un edificio en New York y me conmovió profundamente. Pues confirmé como dedicamos mucho tiempo a hablar y a decir cosas bonitas e impactantes pero se nos olvida volver acción y testimonio todo aquello que enunciamos.
Así mismo recuerdo una canción, que repetía este estribillo: “…no, no, no basta rezar, “¡hacen falta muchas cosas para conseguir la paz!”.
Y…esas “cosas”, de las que habla la canción, no son mi más ni menos que de todas nuestras conductas, pensamientos y palabras violentas.
La paz nace cuando aquietamos nuestro pensamiento. La paz surge cuando somos capaces de controlar nuestros impulsos agresivos y dañinos contra otros, la vida o la naturaleza. Cuando somos generosos y altruistas, en lugar de envidiosos y egoístas. La paz es la consecuencia de nuestra forma de pensar constructiva, oblativa y amorosa.
Si al momento de conducir un vehículo, lo hago desde la paz interior, el resultado se ve reflejado en mi comportamiento compasivo, pues el instrumento que guío, es un arma mortal en potencia.
Si al momento de hablar, calculo las consecuencias agresivas de mis palabras, estoy contribuyendo a la armonía social y emocional de quienes me escuchan.
Si al momento de tomar una decisión estoy pensando en el beneficio de todos, incluyéndome, ya estoy aportando a la equidad y a la justicia.
Yo creo que, como lo expresa San Francisco de Asís, no basta con desear la paz, es importante ser instrumento de ella.